Los días de la ‘i griega’ parecen estar contados. La Real Academia Española ultima en este mes la publicación de su última Ortografía. Salvo imprevistos de última hora, el plenario de las Academias ratificará el texto definitivo en Guadalajara (México) el próximo 28 de noviembre, con objeto de que la nueva obra académica salga al mercado a finales de diciembre.
La RAE ha anunciado que la nueva Ortografía se caracterizará por ser:
– Razonada. Será una obra en la que se justifiquen y se argumenten convenientemente, en la medida de lo posible, todas las normas que se dicten.
– Amplia y exhaustiva. Será un manual en el que se aborden en profundidad las cuestiones relacionadas con la ortografía y en el que se dé respuesta a todas las eventuales dudas de tipo ortográfico que tengan los hispanohablantes.
– Coherente. Será una normativa ortográfica que otorgue uniformidad en los criterios adoptados por la Academia.
– Simple. A pesar de su extensión y de su rigor cientifico, la nueva Ortografía será un tratado accesible y dirigido a todos los públicos.
– Moderna. Será un manual que se ajuste a los imperativos que exigen los nuevos tiempos y las nuevas tecnologías de la información y la comunicación. Por ello, incluirá dos nuevos capítulos dedicados a la ortotipografía (letras, cifras, signos, caracteres de formato, espacios en blanco, párrafos, enumeraciones, citas, ilustraciones, cuadros, notas, referencias, etc.)
– Panhispánica. Será una obra consensuada por todas las Academias que compilará y conciliará los usos y las diferentes normas lingüísticas del español en tanto que lengua policéntrica.
Pese a que Gutiérrez Ordóñez –coordinador de la nueva Ortografía– ha reconocido que, en ningún caso, el nuevo texto académico supone una renovación profunda con respecto a las reglas recogidas en la normativa de 1999, las novedades anunciadas en torno a las normas que habrán de regir nuestra escritura de ahora en adelante han levantado ampollas entre usuarios y expertos. De hecho, las reacciones no se han hecho esperar y la Academia argentina ya hecho pública su insumisión a las reformas. La redenominación de algunas letras o la supresión de algunas tildes son solo algunas de las nuevas reglas que han generado arduos debates a pie de calle y en Internet.
Veamos cuáles son algunos de esos polémicos avances que no son sino resultado de la crónica de una muerte anunciada, pues muchas de las innovaciones ya se anticipaban en la Ortografía de 1999 o en el Diccionario Panhispánico de Dudas, publicado en 2005:
1. La ch y la ll dejan de tener la consideración de letras y ya solo son dígrafos. (La Ortografía de 1999 ya las consideraba como signos ortográficos dígrafos, aunque las mantenía como letras, como resultado del acuerdo tomado en el X Congreso de la Asociación de Academias de la Lengua Española, celebrado en 1994). El alfabeto pasa, así, a contar con 27 letras, en lugar de con 29.
2. Las letras que tienen dos nombres pasan a tener uno: ye para y (forma mayoritaria en América) y uve y be para v y b (formas mayoritarias en España).
3. La tilde de ‘solo’ como adverbio y la de los pronombres demostrativos desaparecen. (Tanto el DPD como la Ortografía de 1999 hacen referencia a esta cuestión y ya desde 1956 no se acentuaba ‘solo’ como norma general, sino solo en caso de ambigüedad)
4. Se adaptan a la ortografía española palabras como quórum, que pasa a ser cuórum. El mismo principio se aplica a topónimos como Irak y Catar. Los latinismos crudos pasan a tratarse como extranjerismos. (El DPD ya da buena cuenta de esta orientación ‘españolizante’ por lo que respecta a la adaptación de voces de origen foráneo, apostando por términos como ‘parquin’, ‘glamur’ o ‘güisqui’ para los extranjerismos parking, glamour y whisky, respectivamente)
5. Los acentos gráficos que los monosílabos ortográficos tienen opcionalmente en algunos casos concretos desaparecen: ‘guion’ deja de llevar tilde definitivamente por considerarse que se pronuncia mayoritariamente como diptongo y por ser, por tanto, un monosílabo.
A finales de año se nos desvelarán el resto de secretos que esconde el nuevo texto ortográfico consensuado por las 22 Academias de la Lengua española. Solo el tiempo nos permitirá comprobar si la nueva normativa goza de la aceptación de los usuarios del español y, especialmente, del beneplácito de los medios de comunicación de masas, principales difusores del idioma. El uso será el encargado de refrendar la postura académica o de otorgar la razón a los nostálgicos que se resisten a los cambios. Lo que sí está claro es que la polémica lingüística –la noticia se mantuvo como la más leída el día de su difusión en los principales medios de comunicación– y el oportunismo en la fecha del lanzamiento permiten augurar que la nueva Ortografía se convertirá en todo un éxito de ventas a finales de 2010.
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