Archivos de Autor: Ana Rubio

¿Es posible la objetividad en las doctrinas humanísticas? por César Fernández Rollán

Comparto con vosotros un interesante debate mantenido estos días con un amigo a través de la red social Facebook. ¿Qué opinión os merece como futuros profesionales a vosotros este tema? ¿Es capaz un periodista, un historiador o un sociólogo de ser objetivo verdaderamente o es solo literatura que queda muy bien en los manuales de estilo y en el código ético periodístico? ¿Nos auto engañamos y engañamos al consumidor de medios o somos honestos en cuanto a este tema?

César Fernández Rollán: Hoy todos los medios están masivamente y al mismo tiempo en la Guerra de Libia, o en el juicio de Marta del Castillo en Sevilla. Se busca lo inmediato, la noticia que sale a la superficie sin mesura. A ciegas. Corriendo. Sin reflexión. Los medios son una especie de restaurantes fast food de la noticia. Un basto buffet libre con muchas opciones pero que sirve comida de baja calidad; noticias de baja calidad. Que emplata “fastnews” a velocidad de vértigo pero sin profundizar; noticias de marca blanca.

Borja: Los artículos de opinión y las líneas editoriales acabaron con los auténticos reporteros hace muchos años. ¿Debe el periodista enjuiciar y valorar? No. Investigar y contar, sí.

Cesar Fernández Rollán: Nunca enjuiciar, eso ya lo hace cada vecino en su casa; pero sí que ha de tener alma. El periodista objetivo no existe. Eso es una utopía y si algún medio se dice OBJETIVO, está engañando a la audiencia: Desde el momento en que el ser humano es captador, intérprete y narrador de la noticia, ya se está produciendo sesgo y por tanto falta de arbitrariedad; ya sea uno periodista deportivo, político, corresponsal de guerra, o crítico cultural… Hay que tratar de no ser tendencioso y sobre todo honesto y coherente. Eso sí es posible… El resto es una falacia bonita pero irreal…

Borja: Disiento… La noticia es un hecho concreto. Quién, qué, cómo, cuándo, dónde y por qué, y como tal ha de ser contado. El criterio y la opinión me los formo yo. El periodista informa de la noticia actual, el historiador de la pasada. Según lo que dices tú, un historiador también tendría que interpretar la historia… Y eso ocurre, que tenemos una historia sesgada. No tenemos el poder ni el derecho de valorar en nuestro trabajo. Ni tú ni yo… Aunque a veces lo hago y te juro que no duermo igual de bien.

César Fernández Rollán: Totalmente de acuerdo, Borja. Lo que yo digo es que ese es el ideal. Que nadie interprete ni sesgue. Pero que se queda en ideal. Yo digo que es irreal. Y el que venda esa moto miente vilmente. El ser humano tiene unas creencias, valores y una capacidad de ver la realidad de una forma subjetiva, quiera o no quiera, le guste o no le guste con lo que por defecto es IMPOSIBLE ser objetivo al 100%. Dos personas ante la misma realidad nunca verán la misma cosa. Lo que hay que hacer es intentar no entrar en valoraciones ni en juicios como tú bien decías. El resto es literatura y suena muy bien en el decálogo de todas las profesiones pero todos sabemos de lo contradictorio del concepto en sí mismo. Es como pedirle a un sociólogo o a un politólogo o a un educador social, que sea objetivo…Es IMPOSIBLE. Como pedirle que no piense o que no respire…Y eso no significa que desempeñen mal su profesión o que sean mala gente; ni mucho menos. Mientras uno sea honesto, coherente y buena persona no tiene porque influir negativamente en su trabajo la impronta que cada uno lleva dentro y que se quiera o no condiciona lo que sale del bolígrafo o de la boca…

Un historiador te guste o no Borja, tampoco será nunca objetivo. Aunque deba serlo. A mi juicio debería serlo. POR SUPUESTO. Pero insisto. Preséntame a uno que lo sea. Que no esté condicionado quiera o no quiera, en mayor o menor grado por sus creencias previas, la cultura en la que ha nacido, su religión, su sexualidad, su edad, sus ideas políticas, etc, etc ,etc… ¿Ahora entiendes lo que quiero decir? Abstraerse de todo eso es lo IDEAL, LO IDÓNEO, LO REQUERIBLE… La realidad es otra cosa. Todos los sabemos; nadie lo dice… Casi me conformo con que nadie MIENTA NI MANIPULE… Que también de eso cojeamos por todos los lados y eso sí que es lamentable…

Exámenes finales, una apuesta al «todo o nada» por Patricia Vilar

Rostros y apuntes forman cada fin de cuatrimestre la historia particular de las instalaciones de la UDIMA. Madrid, Barcelona, Sevilla, Las Palmas y un largo etcétera son sedes donde se dan cita los miedos, las ilusiones y los conocimientos de miles de estudiantes que confían que noventa minutos puedan dar fe de sus esfuerzos y méritos.

Sábado. Tres de la tarde. El primer examen de la temporada ocupa la hora de la siesta, pero pocos se acuerdan. Los ojos revelan falta de sueño. Las manos estrangulan los apuntes que, si bien no los leerán, su contacto les hace sentir confianza y seguridad. Todavía treinta minutos para enfrentarse a la prueba final, a la soledad del estudiante.

Durante los últimos cuatro meses, el alumno ha estado arropado y asistido por profesores y compañeros. Hoy, mientras algunos descansan y otros tapean con los colegas, los de la UDIMA ocuparán cientos de salas donde, por un instante, sentirán que se la juegan a “todo o nada”.

Se acerca la hora del examen y en las cafeterías colindantes los más tranquilos disfrutan de un café; otros apuran sus cigarrillos con profundas caladas a las puertas de la sede; la boca del metro cercana escupe estudiantes que llegan tarde y que, sin saberlo, van al mismo lugar. Una escena que, rápidamente, se transforma en una búsqueda nerviosa y torpe en la que el estudiante intenta identificar en un rudimentario sistema de listas, el aula asignada a su grado. El hall del centro acoge a esos que, por arte de magia, han terminado sus cafés, han pisado sus colillas y han corrido los doscientos metros que separan el metro de la sede en un suspiro.

Da comienzo otra época de exámenes, toda una experiencia en la que confluyen los novatos y los veteranos. Días en los que la plana mayor de la UDIMA se hace persona y los profesores adquieren movimiento y forma. Parte del staff de la Universidad da las indicaciones pertinentes: “Aula de Periodismo, primera planta y a la derecha. La E-16; Derecho, en el aula principal (…)”, aclara Victoria Jimeno, directora del departamento de Gestión Académica de la institución.

Por fin las tres y media. Los estudiantes ocupan los asientos. Un “boli” y el DNI descansan encima de sus mesas. Saludos y deseos de última hora: “Suerte con el examen” le desea Regina a su compañera de Periodismo. Esta, le contesta con una mirada cómplice: “Para ti también”. Y llega el silencio. El temido silencio que precede al reparto de los “sobres”. Se presentan los profesores de la sala y cuando parece que todo va a dar comienzo una agradable pero, quizá, “inoportuna” visita irrumpe en el aula: ¡Bienvenidos otro cuatrimestre! ¿Quién se presenta por primera vez? Para los que no me conozca me presento (…)”. Es Eugenio Lanzadera, secretario general de la UDIMA. Para los primerizos la causa del incremento de su agonía. Para nosotros, una cara amiga.

Patricia Vilar

¡Mucha suerte a todos!

Entrevistas realizadas por los estudiantes de Periodismo

Estas son algunas de las entrevistas que han realizado los estudiantes de la asignatura de Periodismo Escrito en el Grado de Periodismo de UDIMA.

Entrevista a Blanca Oteyza

Entrevista a Bernando Atxaga

Entrevista a Leopoldo Abadía

Entrevista a Vicente Baylina

Entrevista a Chechu García

Entrevista a Marisol Hernández

Reportajes realizados por los alumnos del Grado de Periodismo

En los siguientes enlaces podéis acceder a algunos de los reportajes que han sido realizados por los alumnos de Periodismo Escrito de Segundo Curso del Grado de Periodismo UDIMA:

El periodista que levantó las barreras del Estado. Luis Miguel Belda García

Trabajo gratis en el Kilómetro Cero. David Fernández

Escritores noveles. Patricia Vilar López

Una enseñanza pensada para «los mejores». Regina Navarro Moncayo

La industria turística, herida de gravedad. José Ignacio Bautista