Es, sin duda, una patata caliente la que tiene por delante Charo, la directora de Comunicación del Congreso de los Diputados que tomó posesión en plena pandemia después de 30 años de Jesús. Así les identifico, con cariño, porque los conozco. A uno porque con él me bauticé como periodista parlamentario, y a la otra porque la vi llegar recién chiquilla. Jesús fue el responsable de prensa del Congreso desde su creación, en la década de la movida madrileña, y es mérito suyo haber ganado una oposición que le mantuvo, y mantiene como funcionario en las Cortes, aunque ahora en otras tareas más institucionales.

Charo es, pues, quien ha de resolver la patata caliente de responder a nada menos que a doce jefes de prensa de los partidos que apoyan al Gobierno. Puede que su carácter extrovertido le ayude a resolver este delicado asunto de decidir como Salomón. Cuando lea esto, quizá ya lo haya resuelto, las cosas del directo, ya sabe.

Antes de tomar una decisión – junto al secretario general de la Cámara Baja-, Charo, estoy seguro, como aplicada estudiante de Periodismo repasará hasta el aburrimiento el artículo 20 de la Constitución Española y el artículo 11 de la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea.

Para quien no sepa de qué va la cosa, los doce jefes de prensa de los grupos parlamentarios de PSOE, Unidas Podemos, ERC, PNV, EH Bildu, Junts, PDCat, Más País-Equo, CUP, Compromís, BNG y Nueva Canarias, todos los que apoyan al Gobierno, acaban de elevar un escrito a la presidenta de la Cámara, la socialista Meritxell Batet, exigiendo que se revise la concesión de pases de prensa a aquellos informadores que destacan por sus “faltas de respeto” en las ruedas de prensa que, a su juicio, “generan tensión” entre periodistas y parlamentarios. Batet, como Pilatos, ha pasado la patata caliente a quien, deduzco que habrá pensado, entiende qué hacer con esto.

Conozco también a alguno de esos jefes de prensa, que antes fueron aguerridos (y aguerridas) periodistas de raza, que preguntaban lo ‘impreguntable’ en cualquier lugar y situación, y estoy seguro de que deben andar preocupados, y quizás fastidiados, por el lío en el que les han metido los políticos a los que ahora representan.

Como profesor de Periodismo, y para los alumnos que se las verán con todos estos protagonistas en pocos años, o en meses, he puesto la lupa sobre los hechos. Por ejemplo, (solo hay clicar este hipervínculo) este desencuentro entre Rufián, el diputado de ERC, y Cárdenas, de 7NN en la rueda de prensa que ha hecho estallar todo.  

La cosa pasó a ser noticia en sí misma (solo hay que clicar el hipervínculo, otra vez): La más esperpéntica noticia imaginable, la de que un portavoz de un grupo parlamentario se niegue a responder a un periodista, sea el que sea, una pregunta por la sencilla razón de que dicho periodista está a nómina en un medio de comunicación que aquel portavoz no lee, ni oye, ni ve, porque no es de su cuerda política.

Llamada a ser equidistante, aunque para otras cosas es notoriamente precisa y de parte, la Asociación de la Prensa de Madrid ha salido al paso con un comunicado que persigue la conciliación y lo que los castizos llaman el “bueno rollito” entre periodistas y congresistas. Pero esta es, en mi opinión, una premisa equivocada.

El periodista ha de ser escrupulosamente serio en su trabajo (como un fontanero o un médico), y educado (como un dependiente o una cajera), además de buenos en lo suyo en cada caso, pero no necesariamente amiguito de su fuente de interés. En absoluto. Porque si mi fuente de interés se convierte en mi amiguito del alma, puedo estar seguro que en poco tiempo como periodista pasaré a ser su servidor, y un periodista solo sirve a una parte: la sociedad.

Sí, no se rían, dicho así parece como muy pomposo, pero, créanme, sí, el periodista es un servidor público que solo le sirve a usted; ¿Qué los hay puñeteros? Claro, como el fontanero que le cambió la taza y pierde agua, o el que le puso el suelo y está abollado. Malos profesionales, y malas personas, a patadas, pero no son la mayoría, gracias a Dios.

De entre las voces de periodistas que han puesto a caer de un burro a sus colegas señalados destaca -y llama la atención- Esther Palomera, de El Diario.es, rotativo de clara línea editorial de izquierdas (no es valoración de quien escribe, no la vayamos a liar, sino bandera pública de sus promotores). Palomera fue despedida en su día de La Razón por ser, al parecer, crítica con el Gobierno de Rajoy, y de ahí – y quizás por eso mismo – terminó en las antípodas ideológicas del periodismo. Y desde esa atalaya ha exigido que no se le conceda pase de prensa a quienes, a su juicio, no hacen periodismo. Yo, como periodista, no lo hubiera hecho peor. Hasta el mandamás de Europa Press le salió al paso el día que dijo eso.

Porque sí, no nos engañemos, los medios tienen líneas editoriales claramente definidas, como de ellos se espera y en clara correspondencia con lo que es la sociedad a la que informan. Pues ni El País ni el ABC, ni laSexta ni Antena 3, ni la SER ni la COPE esconden sus atributos tras un taparrabos. No va de eso la cosa, sino de que la sociedad a la que sirven sepa que la verdad y la interpretación del mundo que le rodea presenta vértices, ángulos y miradas diversas, y todas ellas pueden formularse desde planteamientos ideológicos igualmente diversos ¡faltaría más que no fuera así en una democracia que se precie!

A lo que voy, como periodista, aunque se diga que perro no come perro, no creo que nos podamos permitir el lujo de exigir la censura de nuestros colegas, salvo que crucen rayas inadmisibles, y, a la vista de los vídeos y de los testimonios de las partes, observados como periodista que persigue ser lo más objetivo posible, concluyo que no aprecio que los colegas señalados hayan sido maleducados e irrespetuosos, como se denuncia. ¡Anda que no pregunto yo en las ruedas de prensa! ¡Para eso están, de cajón!

Porque repetir una y otra vez una pregunta que no es contestada por cataplines, no por otra razón, no supone ser irrespetuoso, sino exigente con quien es servidor público y toma decisiones que me afectan como ciudadano. ¿Acaso si esa misma pregunta formulada por el periodista de 7NN, que era muy normal: ‘qué piensa usted de la ley de seguridad ciudadana’ la hubiera formulado un periodista de un medio editorialmente afín al diputado de Esquerra la habría contestado?

La cosa, que decía Fernando Fernán Gómez en ‘El Abuelo’… la cosa es que me he quedado sin saber qué piensa Rufián sobre la reforma de la ‘ley mordaza’. Aunque, a lo mejor, ya ha contestado, mira tú por dónde.