Los esfuerzos por eliminar los combustibles fósiles de nuestras vidas no cesan y cada día surgen alternativas para cambiar las herramientas que usamos. Tanto en las viviendas como en el transporte hay iniciativas para aprovechar las energías renovables y no contaminantes. Un ejemplo de ello es el hidrógeno, que se ha postulado como sustituto del gas natural para nuestras calefacciones y para el transporte público y privado. Pero, ¿puede sustituir la caldera de hidrógeno a la bomba de calor de aerotermia? Según los expertos, no.
¿Qué sustitutos a los combustibles fósiles tenemos?
Los investigadores y las empresas han desarrollado diferentes alternativas a los combustibles fósiles, cada uno buscando sus propios intereses. Así, podemos hablar de los biocombustibles, de la aerotermia o geotermia y del hidrógeno.
• Biocombustibles
En cuanto a los biocombustibles, las empresas que ya tienen alguna relación con las gasolinas, han apostado por ellos. Los biocombustibles intentan imitar a los gasóleos extraídos del petróleo. Sin embargo, son combustibles renovables obtenidos a partir de residuos orgánicos, tanto de origen animal como biomasa.
La gran diferencia con los primeros es que no contienen minerales pesados, por lo que su combustión es más limpia. Esto hace que los biocombustibles minimicen las emisiones contaminantes en gran cantidad, aunque no las eliminan por completo. Además, se consideran renovables, pues su ciclo completo es apenas de un par de años. Desde que la planta crece, se elabora el combustible y se consume.
Por el contrario, tienen algunos inconvenientes: la llamada a sustituir a los fósiles ha traído subvenciones que se están utilizando para cambiar los tradicionales cultivos para alimentación, por cultivos para biocombustible. Algo que está perjudicando al campo tradicional. Además, no soluciona el problema de la contaminación por CO2.
• Hidrógeno
Es otra de las alternativas para cambiar el modelo energético actual. Aunque el hidrógeno ya se utiliza desde hace muchos años, la forma de generarlo era con electricidad generada en centrales térmicas o similares, por lo que la contaminación neta era muy alta. Además, su producción estaba destinada a procesos muy específicos, pues su coste era alto.
Con el desarrollo de las energías renovables, especialmente la eólica y la fotovoltaica, se ha abierto un camino para la generación de hidrógeno verde y económico. Esto se debe a que, en determinadas horas del día, bien por incidencia del sol a mediodía o por la acción del viento durante algunas horas, la producción eléctrica supera a la demanda. Este exceso de electricidad se quiere aprovechar para generar hidrógeno y utilizarlo como batería energética.
Sin embargo, su utilización en las calefacciones domésticas no se justifica por su bajo rendimiento. Según vemos en el gráfico siguiente. Por el contrario, el hidrógeno es la mejor alternativa a los procesos industriales que hoy por hoy consumen gran cantidad de gas natural, como fundiciones, industria del metal, fábricas de cerámica o vidrio, etc.
• Aerotermia
Aunque no puede considerarse una forma de energía, sí es una herramienta para conseguir calefacción económica y limpia. Según cálculos de eficiencia de todo el proceso para conseguir calefacción con aerotermia, es el proceso más eficiente, es decir, el que menos pérdidas energéticas tiene durante todo el proceso.
Además, la combinación con una instalación solar de autoconsumo, nos asegura que las pérdidas por transporte de electricidad se minimicen, aumentando la eficiencia total del sistema. Es por ello que Las alternativas a los combustibles fósiles pasan por la aerotermia, puesto que la caldera de hidrógeno no sustituirá a la aerotermia.
Inconvenientes del hidrógeno para la calefacción doméstica
El hidrógeno presenta algunos inconvenientes en forma de seguridad y de aprovechamiento energético. En contraposición a la bomba de calor que tiene una eficiencia muy elevada. Así, se considera que la caldera de hidrógeno no sustituirá a la aerotermia, por algunos motivos como los siguientes.
Por un lado, es un gas muy inestable que tiene una gran facilidad para reaccionar de forma explosiva en contacto con el oxígeno. Además, su menor masa atómica hace que se produzcan fugas en las uniones de tuberías o enlaces con válvulas y llaves de paso, por donde el gas natural no se puede fugar. Esto aumenta el peligro de su utilización a nivel doméstico, donde los controles y mantenimiento son más esporádicos y suelen ser menos rigurosos.
Otra desventaja es su bajo aprovechamiento al combustionar. El hidrógeno es un gas que al “quemarse”, la temperatura de la llama puede llegar a los 2.000 °C; una temperatura muy superior a la que se aprovecha en las calderas de gas, reconvertidas a hidrógeno. Por lo tanto, su utilización en la calefacción de viviendas causa un desaprovechamiento energético que no justifica su utilización a nivel doméstico.