Con el compromiso en materia de cambio climático que la unión Europa alcanzó en 2011, y con la Ley de Cambio Climático y Transición Energética (LCCTE), y con el nuevo anteproyecto de 2019 en el que el objetivo principal es la reducción de las emisiones de gases de efectos invernadero entre un 80% y 95% entre 2050 – 2100, ha comenzado un proceso de descarbonización energética que ha llevado a las energías renovables, como la biomasa, a ocupar un lugar protagonista de la energía mundial. Una transición que debe ser sólida y flexible, donde es necesario contar con todas las tecnologías y energías disponibles. Ya que se puede poner en riesgo la eficiencia económica y la seguridad de los suministros a nivel mundial.
¿Pero qué papel ocupa la biomasa? La biomasa es la primera fuente de energía que utilizó el ser humano. La madera, residuos agrícolas y el estiércol fueron las primeras y principales fuentes de energía y materia útil hasta que llegó la industrialización y el boom del carbón y el petróleo. Además, ha seguido siendo la fuente de energía principal en países poco industrializados. Suponiendo un tercio del consumo energético en África, Asia y Latinoamérica y aportando energía a una media de 2 000 000 millones de personas.
En lo que respecta a países donde la industrialización ha sido el motor de la economía, la biomasa está adquiriendo mucha fuerza. Este tipo de energía renovable supone ya el 9,2% del total de la energía primaria mundial y un 70, 2% de la energía renovable. En Europa, países como Francia, Suecia y Finlandia se encuentran a la cabeza de su desarrollo. Para hacernos una idea, la cantidad de energías renovables producidas en Europa aumentó alrededor de un 67% entre 2006 y 2016. Además, las energías renovables más usadas en Europa fueron la madera y otros biocombustibles, así como residuos renovables, representando casi el 50% de la producción de energías limpias. Y es que la biomasa es un tipo de energía que cuenta con muchas ventajas:
- Fuente de energía renovable: supone la alternativa más ecológica y económica, debido a que podemos encontrarla en grandes cantidades en la naturaleza.
- No contamina y respeta el medio ambiente: su combustión no emite gases tóxicos. Las plantas expulsan el mismo CO2 que habían absorbido previamente, por lo que no aumentan los niveles de las emisiones. Por otra parte, puesto que estos recursos naturales son realmente residuos, estamos dándole un uso a los excedentes generados.
- Contribuye a limpiar los bosques: al tratarse de residuos de la naturaleza, la utilización de la energía por biomasa contribuye con la limpieza forestal. Se evitan así los incendios, la erosión y la degradación del suelo. Además, el transporte de este material no supone altos costes.
- Económica: la energía por biomasa cuesta entre tres y cuatro veces menos que los combustibles fósiles.
La energía biomasa en España
En lo que respecta a España, la biomasa se está convirtiendo en uno de los recursos renovables con mayor potencial y futuro. Actualmente, el país ocupa el sexto lugar de Europa con 22 centrales termoeléctricas de biomasa y ha cerrado el año con alrededor con un 23% más de instalaciones de calefacción por biomasa, con un crecimiento aproximado de 46 000. Este crecimiento ha sido exponencial desde 2009, según indica el observatorio de biomasa. En lo que respecta al número de nuevas instalaciones en España, Andalucía es la comunidad donde se ha dado el mayor número de instalaciones en 2017 con 11 800, seguida de Castilla y León (6 649), Cataluña (4 222) y Galicia (2 959).
El uso de la biomasa como energía para calefacción
La eficiencia de la energía por biomasa para calefacción es muy alta, además de ser económica y segura. En cuanto al ahorro energético, este puede ascender hasta un 75% con respecto a la calefacción tradicional. La calefacción por biomasa es aquella que utiliza como combustible materia orgánica o combustibles de segunda generación. El funcionamiento de esta es muy parecido al de una caldera tradicional. Además, si queremos mejorar el funcionamiento de la calefacción por biomasa, habrá que instalar un acumulador. Gracias a este, el calor se almacenará como sucede en los sistemas que emplean la energía solar. En lo que respecta a las estufas por biomasa requieren un contenedor que permita acumular combustible cerca de la caldera. Como vemos se trata de un tipo de instalación respetuosa con el medio ambiente que no sólo produce energía a través de diferentes elementos orgánicos: pellet, residuos forestales o cáscaras de frutos entre otros, sino que poco a poco está ganando protagonismo dentro del sector de la energía.