La idea de usar el sol como una fuente de energía es muy antigua, remontándonos al siglo VII a.C. cuando se utilizaban lupas para poder generar fuego. Pero no ha sido hasta los años 70 cuando la energía solar comenzó a ganar protagonismo tras la crisis del petróleo (1973-1979). Una crisis que llevó a un replanteamiento mundial en el ámbito energético. La energía solar surge, en ese momento, como una seria alternativa de consumo responsable con el medio ambiente, donde tuvo como punto de inflexión el protocolo de Kyoto de 1997. Una convención en el Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático que llevó a un acuerdo internacional con el firme objetivo de reducir las emisiones de gases mundial. Un cambio que devolvía a la energía solar al foco del ámbito energético.

Y es que el desarrollo de la tecnología solar se inicio en la década de 1860, pero a comienzos del siglo XX, con la llegada del carbón y el petróleo como fuentes de combustible no renovables, de fácil acceso y baratas, llevo a la pérdida de protagonismo de la energía solar. Una tendencia que ha cambiado en los últimos años  llevando a la energía solar, y en concreto a la fotovoltaica, a ser la energía que más ha crecido en el último año (32%) , acumulando el 47% de toda la nueva capacidad de generación energética dentro de las energías renovables.

Energía solar por calefacción activa y pasiva

La energía solar es un tipo de energía limpia y renovable que se obtiene de la radiación solar. Aprovechando dicha radiación para generar tres tipos de energía solar: fotovoltaica, térmica y pasiva.

En este sentido si nos enfocamos en la calefacción de las viviendas, podemos hablar de la calefacción activa (fotovoltaica y térmica) y pasiva. Una forma de suministrar calor de manera sostenible y ecológica.

Calefacción pasiva

Para poder hablar de calefacción pasiva tenemos que empezar por explicar que es la energía solar pasiva. Este tipo de energía es una técnica de aprovechamiento de la energía solar que mediante un conjunto de técnicas de construcción puede trasformar el calor y utilizarlo sin necesidad de otros dispositivos, como calentadores de gas o calderas. Consiguiendo que el consumo sea menor de 15W/m2, y permitiendo que el confort en los hogares sea superior al de una vivienda habitual.

Pero no solo eso, sino que una casa pasiva permite optimizar todo el calor posible. ¿Pero cómo?, pues obteniendo el calor que se produce a través de la luz y la radiación solar que entra por las ventanas; del calor que generan los electrodomésticos cuando funcionan; o incluso con el propio calor corporal de los habitantes que estén en la vivienda. Todo esto hace posible que no sólo no sea necesaria la climatización asistida (ya sea calefacción o aire acondicionado), sino que el consumo energético disminuya. Una técnica capaz de consumir sólo un 10% de la energía de un inmueble medio.

Calefacción activa

En el caso de la calefacción activa, al igual que la pasiva, se obtiene de la radiación solar, una energía sostenible y completamente renovable que puede ayudar a mejorar nuestro consumo y eficiencia. Para entenderlo un poco mejor, ¿sabías que el planeta tierra recibe alrededor de 1.336 vatios de radiación solar por metro cuadrado?. La calefacción solar activa, se diferencia de la pasiva principalmente, en que la energía se transforma en calor en las viviendas mediante placas solares o recolectores. Una placa solar permite una reducción de la contaminación en unas 100 toneladas de CO2 durante el tiempo que se utilice, ayudando a mejorar calidad del medio ambiente y a bajar las emisiones de CO2.

Según el informe publicado por la ONU Medio Ambiente «Tendencias globales en la inversión en energías renovables 2018«, la energía solar generó, a nivel mundial, más electricidad que las energías transformadas a través de combustibles fósiles (gas, gasoil). Añadiendo unos 98 GW más que cualquier otra fuente de energía. El futuro está en la energía renovables, donde la solar tiene un papel protagonista.

Calefacción solar pasiva vs activa

Como ya mencionamos anteriormente, al contrario que los sistemas solares activos, los pasivos funcionan sin ningún tipo de dependencia de dispositivos externos. ¿Cómo se consigue? A decir verdad existen diferentes técnicas o dispositivos que se pueden aplicar para poder optar a energía solar pasiva en nuestra casa. Como por ejemplo, utilizar grandes ventanas para recoger la luz y el calor solar; utilizar material absorbente con masa térmica en suelo y techo; o incluso, en un tanque de agua para transferir el calor obtenido al interior de la vivienda. Además de contar con cortinas o persianas aislantes para controlar y evitar que la casa se sobrecaliente; emplear acristalamiento o muros colectores orientados al sur para poder captar mayor energía solar; o incluso mediante iluminación natural usando paneles reflectantes que transfieren la luz al interior de la vivienda. Como podemos ver, el objetivo de la calefacción pasiva no es otro que aprovechar el aporte directo de la radiación solar sin ningún tipo de elemento o dispositivo mecánico, como sería en el caso de los sistemas de calefacción solar activa.

Cuando hablamos de la calefacción activa, nos referimos a un sistema que obtiene también energía de manera natural pero se basa principalmente en capturar, convertir y distribuir dicha energía generada con el calor solar. Llevando a cabo este proceso a través de colectores o placas solares y transformando el calor en energía térmica y/o fotovoltaica. Con el objetivo de producir energía eléctrica o mecánica para el abastecimiento en casa de dispositivos de refrigeración, ventilación o simplemente almacenarla para su uso en el futuro. Este tipo de calefacción cuenta con innumerables ventajas, como ser una fuente inagotable de energía, tener un bajo coste en el consumo, y ser fácil de montar y de reutilizar.

Similitudes de la calefacción solar pasiva y activa 

  1. Energía respetuosa con el medio ambiente: ninguna de las dos necesita ningún proceso de combustión. Por lo que no contamina y ayuda a proteger la capa de ozono, el efecto invernadero y evitar fenómenos producidos por la contaminación.
  2. Consumo responsable: la calefacción pasiva y activa permite controlar de manera responsable el consumo. Ya que nosotros decidimos cuanta energía queremos producir. Para ello es importante saber la cantidad de energía que gastamos en nuestro hogar mensualmente.
  3. Energía 100% renovable: al beneficiarse de la radiación solar siempre puede producir calor. Ahora sí, dependiendo de la época del año y el clima la producción de energía variará.

La preocupación por el calentamiento global, junto con la continua subida de los precios de los combustibles fósiles, la propia inseguridad del petróleo y el ambicioso plan 2020 de Eficiencia energética de la Unión Europea, convierten a la energía solar en particular y al resto de energías renovables en activos muy importantes para el futuro energético mundial.