Al tiempo que se desarrollan las obras de remodelación del Museo Arqueológico Nacional, situado en el número 13 de la calle Serrano de Madrid, desde el 19 de octubre de 2010 está abierta al público la exposición Tesoros del Museo Arqueológico Nacional, que permite contemplar más de 300 piezas conservadas en dicha institución.
La muestra es una ocasión única para realizar un recorrido por hallazgos arqueológicos de diferentes civilizaciones y períodos de la evolución humana, ya que reúne en una misma planta del edificio piezas de distintas culturas que pueden ser observadas en una visita.
La exposición se inicia con los hallazgos de los tiempos prehistóricos. Por citar sólo algún ejemplo de vestigios de cada período, de la Prehistoria cabe mencionar el bifaz paleolítico hallado en el cerro de San Isidro, con una antigüedad de 200.000 años, y de la Protohistoria la estela de Solana de Cabañas (1000-800 a.C.), típica del Suroeste de la Península Ibérica en el Bronce Final, en la que podemos contemplar de forma esquemática al guerrero, con sus armas y con elementos simbólicos como un espejo.
Las antiguas civilizaciones del Próximo Oriente y de Egipto están representadas por piezas de indudable valor, como la escultura sumeria del orante de Gudea (2550-2520 a.C.) y la caja de ushebtis de la XIX dinastía (1295-1186 a.C.), procedente de Deir El-Medina.
Entre las piezas que nos permiten acercarnos a la Hispania romana, sobresale una pequeña figura de bronce fundido de Venus, datada en el siglo I d.C., realizada en un taller sirio-alejandrino.
El sarcófago paleocristiano de San Justo de la Vega, de principios del siglo IV d.C., nos da cuenta de los primeros tiempos del cristianismo en la Península Ibérica. El sepulcro estuvo instalado en la catedral de Astorga, donde sirvió de enterramiento temporal al rey Alfonso III, fallecido en el año 910. En la cara frontal del sarcófago, la única que presenta decoración, se pueden contemplar escenas del Antiguo y del Nuevo Testamento, como Adán y Eva, el sacrificio de Abraham, la multiplicación de los panes y los peces, la resurrección de Lázaro y el arresto de San Pedro.
Uno de los pocos conjuntos monetarios visigodos que ha llegado hasta el presente es el tesoro de Recópolis, integrado por noventa tremises de oro que fueron depositados bajo el pavimento del baptisterio de la basílica durante su construcción en los años 578-579 d.C. La ciudad, que actualmente da origen a un parque arqueológico situado en Zorita de los Canes (Guadalajara), fue mandada edificar por Leovigildo para conmemorar sus victorias y en honor de su hijo, el futuro rey Recaredo.
La Reconquista está representada con variedad de piezas arqueológicas de las dos vertientes del proceso: Al-Andalus y los reinos cristianos.
En los talleres palatinos omeyas de Córdoba se realizó uno de los objetos más lujosos de la época: el bote de Zamora. Se trata de una pieza arquitectónica en miniatura tallada en dos trozos de marfil blanco obtenidos de un colmillo de elefante, en la que apreciamos motivos vegetales que se identifican con los árboles de la vida, entre los que aparecen representados animales. La inscripción que recorre el bote nos revela que se trata de un regalo mandado elaborar por el segundo califa cordobés, Al-Hakam II (915-976), para Subh, la madre del futuro heredero.
El crucifijo de don Fernando I y doña Sancha nos acerca a la iconografía del arte Románico del siglo XI. Cristo aparece en actitud serena sobre una cruz de marfil, en cuyo reverso se colocaría una reliquia de la Vera Cruz.
El sepulcro de Constanza de Castilla, nieta del rey Pedro I, es un magnífico ejemplo del arte funerario hispano-flamenco del siglo XV. Está realizado en alabastro labrado, dorado y policromado y, en él, aparece yacente el cuerpo de Constanza, priora del convento de Santo Domingo el Real de Madrid, que porta un devocionario del que fue autora.
Las edades moderna y contemporánea también son objeto de estudio de la arqueología. La silla de mano rococó, los cartones neoclásicos para tapiz, los recipientes de vidrio, cristal y oro, las piezas decorativas de marfil y porcelana y la colección numismática completan la visita por el Museo que es, realmente, un recorrido por la Historia de la humanidad.
En definitiva, la exposición Tesoros del Museo Arqueológico Nacional permite a conocer las principales obras conservadas en dicha institución, así como ayuda a transmitir la idea de que la arqueología no está reservada únicamente al estudio de la Prehistoria o de la Antigüedad, sino que los objetos materiales de todas las épocas son materia de análisis arqueológico, en tanto que como dijera Michel de Montaigne «el hombre es una invención cuya fecha reciente muestra con toda facilidad la arqueología de nuestro pensamiento».
Imágenes procedentes de la página web del Museo Arqueológico Nacional: http://man.mcu.es/coleccion/CatalogoTesoros.html