A finales del mes de marzo, impartíamos Laura Lara Martínez y yo en la Semana de la Igualdad del Centro de Adultos «Clara Campoamor», de Azuqueca de Henares, la conferencia «Ni dama boba ni perfecta casada». Reflexionábamos sobre los personajes femeninos que, destacando por su contribución a la cultura, se vieron eclipsados en la Edad Moderna precisamente por eso, por ser mujeres.
Sin duda, uno de ellos es Sofonisba Anguissola, pintora renacentista, natural de Cremona, que llegó a los 96 años con su sutil genio y la mente clara para discutir sobre arte, como atestiguó su colega Antonio van Dyck tras su visita de 1624. Lo mismo pintaba escenas costumbristas y divertimentos de niños que estampas oficiales, es ésta una peculiaridad de la pupila de la dama, el transitar de la esfera pública a la intimista sin dejar rastro de velocidad o pausa. No obstante, en el Alcázar de Madrid, en 1686, el retrato que hizo de Felipe II se inventarió a nombre de Juan Pantoja de la Cruz.
Sofonisba Anguissola: Tres niños con perro.
También tuvo que abonar el peaje de ser mujer en un tiempo aprisionado por los señores de media melena y barba Marietta Robusti, alias «La Tintoretta». Resulta portentosa la belleza del encuentro de Cristo, vestido de hortelano, y María Magdalena, aparición que la veneciana recreó con la pluralidad de tonos cálidos, la cual hace partícipe al espectador de la alegría de la Resurrección. Se cuenta que seguía a su progenitor vestida de muchacho, era grande el afecto mutuo pero también resultaba cierto que, con su dedicación de aprendiz, contribuyó a hacer grande el taller paterno.
Marietta Robusti: Noli me tangere.
«Guarda corderos, zagala, zagala, no guardes fe; que quien te hizo pastora no te excusó de mujer» repetía Luis de Góngora en 1621. Todavía resuenan hoy en los collados las palabras que la pastora Marcela lanzó en El Quijote dos siglos antes del nacimiento de la primera sufragista. Cuando los amigos de Grisóstomo, que se había enamorado de ella, la responsabilizaban del suicidio, levantó la voz para defender su inocencia, proclamando el derecho de toda persona a vivir en soltería más allá de los usos sociales: «El que me llama fiera y basilisco, déjeme como cosa perjudicial y mala; el que me llama ingrata, no me sirva; el que desconocida, no me conozca; quien cruel, no me siga; que esta fiera, este basilisco, esta ingrata, esta cruel y esta desconocida ni los buscará, servirá, conocerá ni seguirá en ninguna manera. Que si a Grisóstomo mató su impaciencia y arrojado deseo, ¿por qué se ha de culpar mi honesto proceder y recato?».
Sofonisba Anguissola: Tres hermanas jugando al ajedrez.
Si la mujer hubiera sido el sexo débil, para sobresalir habría tenido que apropiarse a lo largo de estos milenios de los logros de otros, mas basta consultar el listado de escritoras, pintoras, escultoras y músicas hasta el período contemporáneo para evidenciar que se ha registrado el proceso inverso.
Menos mal que hoy, hombres y mujeres pensamos en clave de igualdad de oportunidades y tratamos de construir entre todos una sociedad más justa, donde cada uno pueda cosechar los frutos de su esfuerzo.
María Lara Martínez
Doctora Europea en Filosofía. Profesora de la Universidad a Distancia de Madrid, UDIMA.
Escritora, Premio Algaba