En Estella-Lizarra (Navarra) en el Museo del Carlismo, las historiadoras Laura Lara y María Lara, profesoras del Grado en Historia de la Universidad a Distancia de Madrid, UDIMA, protagonizaron la jornada académica sobre ‘Historia y mujeres: un compromiso de visibilización’.

En la historiografía se suele encontrar que fueron tres las guerras carlistas, si bien algunas interpretaciones recientes que se pueden ver en el Museo del Carlismo las reducen a dos, la de inicio en 1833 y la de desenlace, que finalizó en 1876, reinando Alfonso XII.

El detonante había sido la muerte de Fernando VII el día de San Miguel de 1833 teniendo 2 hijas: Isabel y Luisa Fernanda, legitimidad dinástica femenina que el soberano había preparado con la Pragmática Sanción, pero el tío de las niñas, Carlos María Isidro (aparece en el cuadro de Goya «La familia de Carlos IV), no aceptó, alegando que entre los Borbones no había más derecho sucesorio que la Ley Sálica, esto es, la prohibición de reinar a cualquier persona que no fuera varón.

La reina consorte y luego regente María Cristina de Borbón-Dos Sicilias, sobrina y esposa de Fernando VII, contrajo matrimonio 3 meses después de enviudar con el guardia de corps Fernando Muñoz, natural de Tarancón (Cuenca). Por el día de los Santos Inocentes. Liberales o isabelinos, también llamados cristinos, frente a los carlistas que enarbolaban el estandarte de la Dolorosa y el lema: Dios, Patria y Rey.

Carlismo que, durante un siglo, se disgrega en diferentes grupos, facciones y familias hasta recaer los derechos dinásticos en el duque de San Jaime, Alfonso Carlos de Borbón y de Austria-Este, quien con 82 años hereda la causa legitimista al fallecer el 2 de octubre de 1931 su sobrino, Jaime, hijo de su hermano mayor, Carlos Luis.

Su esposa, María de las Nieves de Braganza, hija del último rey de Portugal, Miguel I, ya nacida en el exilio, se convertiría así en la última reina consorte carlista en el sentido más purista del término. Con ellos acababa la línea dinástica del carlismo. Fue conocida como Doña Blanca y el 15 de julio de 1874 lideró, junto con su esposo, la conquista de Cuenca en un episodio conocido como «el día más triste».

Su único hijo falleció a las pocas horas de nacer ese mismo año, de modo que a la muerte de Alfonso Carlos I el 29 de septiembre de 1936 (al ser atropellado en Viena por un camión militar), la corona carlista debería haber vuelto a Alfonso XIII por ser el familiar varón más próximo por consanguinidad a Carlos María Isidro.

Sin embargo, para evitar la fusión con la tradición borbónica liberal buscaron otros parientes. Eligió a Francisco Javier de Borbón-Parma como regente para designar un príncipe que aceptara las consignas carlistas, candidato confirmado por la Comunión Tradicionalista en 1952. Sin embargo, otras facciones apostarían por Carlos Pío de Habsburgo-Borbón o, incluso, por Don Juan de Borbón.

El carlismo, por otro lado, se había visto obligado a unificarse políticamente con Falange Española y con las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista en plena Guerra Civil, surgiendo Falange Española Tradicionalista y de las JONS.  Los encuentros en Montejurra quedarían como recuerdo nostálgico en el franquismo, así como la boina roja del uniforme de FET-JONS y la vanidad de aquellas mujeres que fueron margaritas.