Ambas protestas tienen puntos en común, son movimientos contestatarios ante el orden establecido, emplean la agitación social o el bloqueo para forzar cambios en las leyes y se extienden en efecto dominó por otras naciones mediante la llave de la distribución de suministros. Las redes sociales son fundamentales en la convocatoria y en la difusión de las proclamas de los participantes.
El movimiento de los chalecos amarillos surgió en Francia en noviembre de 2018 como reacción frente a la subida del precio del combustible. La queja surgió a partir de este tema puntual, pero incorporó pronto otras reclamaciones, como la mejora del poder adquisitivo de las clases medias, la petición de la renuncia del presidente Emmanuel Macron o la organización de un Referendo de Iniciativa Ciudadana (RIC).
Los chalecos amarillos son un movimiento transversal y sin portavoz oficial, que surgió de manera espontánea y que encontró adhesión en prácticamente todas las regiones del país, con bloqueos de carreteras y difusión en las redes sociales. La oleada se extendió por los Países Bajos, Bélgica, Alemania, Italia y España.
En Ottawa, el Convoy por la libertad en este mes de febrero de 2022 ha logrado bloquear el aeropuerto y un cruce clave en el tránsito comercial entre Estados Unidos y Canadá, el Ambassador Bridge, por el que cada jornada circulan mercancías valoradas en 400 millones de dólares. ¿Cómo surgió? El 15 de enero el Gobierno canadiense estableció como obligatoria la vacunación contra el coronavirus, prohibiendo la entrada a los camioneros extranjeros que no tuvieran el certificado y obligando a pasar cuarentena de 14 días si eran nacionales.
Desde el 29 de enero, en que se trasladaron desde multitud de puntos del país a Ottawa, los camioneros exigen el fin de la vacunación obligatoria para viajes transfronterizos. Sus protestas han sido secundadas por camioneros en París, Bruselas y Viena. El rechazo a las restricciones obligatorias ante la Covid-19 también ha desencadenado manifestaciones en Nueva Zelanda, donde los manifestantes llegados de diferentes puntos se han concentrado ante el Parlamento, en Wellington. Las autocaravanas y los camiones ocuparon las calles próximas. La primera ministra Jacinda Ardern, aplaudida internacionalmente al inicio de la pandemia en 2020 por su gestión de la crisis, afirmó que se trataba de un movimiento minoritario. En Nueva Zelanda se ha puesto en marcha una fórmula insólita de disuasión: el presidente del Parlamento, Trevor Mallard, empezó el sábado 12 de febrero a reproducir por megafonía canciones, como La Macarena de Los del Río, como banda sonora entre los mensajes sobre la vacunación.
La siguiente pregunta que nos hacemos es cuál es su poder desestabilizador a pocas semanas de las elecciones en Francia. En Canadá, el primer ministro Justin Trudeau se ha negado a reunirse con los organizadores de las protestas y ha invocado la Ley de Emergencias. Con 4 de cada 5 canadienses vacunados y un 90% de camioneros que también se ha puesto la pauta, Trudeau no piensa dar su brazo a torcer. En Francia se han adherido a los camioneros que protestan los llamados “chalecos amarillos”, descontentos con las políticas de su actual presidente.
En diciembre de 2018 los chalecos amarillos consiguieron que Macron renunciara al incremento del precio del combustible y anticipara medidas sociales. En marzo de 2019, el presidente de la República admitía la incapacidad para contener los disturbios. En los Campos Elíseos de París la policía dispersó el 12 de febrero de 2022 a los manifestantes que participaban en los convoyes de la libertad. La diferencia es que, mientras que en Canadá abundan los camiones en las protestas, en Francia hay más coches y motos pues los camiones suelen pertenecer no al conductor sino a la empresa. A esto se suma la próxima celebración, en unas semanas, de elecciones presidenciales en Francia, por lo que las decisiones políticas están más medidas.
El primer ministro, Jean Castex, ha dicho que existe libertad a manifestarse pero no a bloquear. En estas semanas de preparación de la primera vuelta de los comicios, Macron sigue de cerca este movimiento de protesta. Aunque no se ha declarado candidato oficial, encabeza las encuestas. Y ha mostrado en una entrevista un talante más conciliador, señalando que entiende la fatiga de los ciudadanos ante las restricciones provocadas por la pandemia.
Una última cuestión es conocer si existe relación entre grupos de extrema derecha con estas movilizaciones ciudadanas. Los truckers canadienses afirman tener un comportamiento pacífico. En Canadá existen reglamentos y leyes sobre el bloqueo del tráfico y contra el ruido excesivo, saben a lo que se arriesgan con las bocinas y concentraciones. Sin embargo, el movimiento que se originó como protesta ante la decisión individual de vacunarse o no, ha degenerado en una corriente más amplia en la que se mezclan el populismo y la desinformación. Se han visto esvásticas y banderas confederadas y en las pancartas se pueden leer consignas de grupos ultraconservadores, misóginos y conspiranoicos que nada tienen que ver ni con el Derecho Laboral ni con la Sanidad.
Doctora Europea en Filosofía. Profesora de la Universidad a Distancia de Madrid, UDIMA.
Escritora, Premio Algaba