La Italia más paradójica es lo que semeja que ponen sobre el tapete de la reflexión las doctoras en Historia de la UDIMA Laura y María Lara. Una, María, enfatizando el hoy considerado mártir del pensamiento libre italiano, en tanto que Laura acentuando el fracaso del fascismo que lideró Mussolini en su poco afortunada intervención militar en la Guerra Civil española en favor de Franco.
De todo ello han tratado las doctoras María Lara Martínez y Laura Lara Martínez, profesoras de Historia Moderna y Contemporánea, respectivamente, de la Universidad a Distancia de Madrid, UDIMA, durante estancias celebradas en la segunda quincena de mayo como profesoras Erasmus Plus en Cerdeña.
En la Università degli Studi di Cagliari han impartido clase de Historia Moderna y Contemporánea en el Dipartimento di Lettere, Lingue e Beni Culturale (Departamento de Literatura, Lenguas y Patrimonio Cultural). El docente anfitrión de las estancias de las profesoras de la UDIMA ha sido el doctor Luca Lecis, profesor asociado de Historia Contemporánea. Además han desarrollado sesiones para alumnos de Doctorado en Historia.
En concreto, Laura Lara ha impartido docencia sobre la presencia italiana en la Guerra Civil Española, tema del que ha escrito dos libros: «Guerra en la Alcarria: 1937, El frente de Guadalajara» y «Guadalajara no es Abisinia», este último editado por la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha.
«Italia vivió una guerra civil, de forma previa a la Segunda Guerra Mundial. Fue en marzo de 1937», explica Laura Lara, «cuando, en la Batalla de Guadalajara se enfrentaron los millares de efectivos del CTV de Mussolini contra las Brigadas Internacionales en las que había presencia de garibaldianos».
Se han cumplido este año 85 años de esta fase de la contienda en que se produjo la primera derrota internacional del fascismo. Laura Lara proyectó material audiovisual de su autoría sobre la investigación y el trabajo de campo en la Alcarria, reconstruyendo la impronta italiana en el Frente de Guadalajara. «De hecho esta pesquisa la inicié a partir de las historias narradas por nuestro Abuelo, Ángel Martínez Álamo, ‘combatiente desde la paz en Guadalajara’, como joven movilizado en 1936».
Por su parte, María Lara ha pronunciado lecciones sobre la Europa libertina, temática a la que dedica su último libro, «Historia de las Guerras de Religión. Judíos, cristianos y librepensadores en Europa, desde el Barroco hasta la Ilustración». Ha subrayado el papel de intelectuales italianos como Savonarola y Giordano Bruno en la defensa de la libertad, anticipando consignas de la Reforma, de la revolución científica y de la Ilustración.
Explica María Lara que, «siendo dominico, Savonarola (1452-1498) predicó contra el lujo en Florencia, realizó profecías políticas y sus críticas al papa español Alejandro VI le valieron la excomunión, la prisión y la condena a la horca, quedando sus obras incluidas en el Índice de Libros Prohibidos. Resulta paradójico que su cuerpo fuera luego pasto de las llamas y esparcido por el río Arno para evitar que sus seguidores se llevarán cenizas como reliquia».
«Y es que, en la etapa en que fue confesor del gobernador florentino Lorenzo de Médici, Savonarola organizaba la hoguera de las vanidades, para quemar los objetos suntuarios y licenciosos, entre los que intregaba los tomos de Boccaccio», cuenta Lara.
Respecto a Giordano Bruno (1548-1600), María Lara explicó que, «con sus teorías cosmológicas superó el modelo copernicano de teoría heliocéntrica al afirmar que el universo tenía infinidad de mundos habitados por seres inteligentes y animales, de modo que el sol sólo era una estrella más».
Asimismo puso de manifiesto «la paradoja de que ambos, Savonarola y Bruno, ingresaran en la Orden de Predicadores, destinada a depurar las doctrinas de acuerdo al dogma. No en vano, en el año de la batalla de Lepanto (1571), Giordano había comparecido ante el Papa Pío V (luego santo,) para detallarle su sistema mnemotécnico y le dedicó su obra ‘Sobre el Arca de Noé’.
El final de Bruno fue igualmente terrible, lo excomulgaron, prendieron fuego a sus libros y lo quemaron vivo en Roma. Lo condenaron por hereje a la hoguera, para él, que había escrito ‘La cena de las cenizas’. Bruno tiene un cráter a su nombre en la cara oculta de la luna, el asteroide 5148 se llama Giordano y el asteroide 13223 es denominado ‘Cenaceneri’, como su libro.
En la Facultad de Humanidades, donde han pronunciado las clases las profesoras de la UDIMA, está la estatua de Bruno donde se lo presenta como mártir del pensamiento libre.