La única mujer que reinaba en Europa, tras el fallecimiento de Isabel II del Reino Unido, la monarca danesa Margarita II, acaba de anunciar su abdicación en su hijo Federico, de modo que las monarquías europeas vuelven a estar en manos solo de varones. Las historiadoras y profesoras del Grado en Historia de la Universidad a Distancia de Madrid, UDIMA, las doctoras María Lara y Laura Lara, escriben sobre Margarita en su libro ‘Princesas en jeans’ (EDAF), del que extraemos el siguiente texto:
“La Unión Europea tiene en la actualidad 28 países miembros, de los cuales solo siete mantienen la forma de monarquía. De ellos, uno está encabezado por mujer: Dinamarca (Margarita II).
Nacida en la familia Glücksburg, una casa real con orígenes en el norte de Alemania, Margarita II es la mayor de las hijas de Federico IX de Dinamarca e Ingrid de Suecia. Sucedió a su padre después de su muerte el 14 de enero de 1972 pero, previamente, en 1953, había sido convertida en su heredera legal, ya que una enmienda constitucional permitió a las mujeres el acceso al trono. Fue la primera reina titular de Dinamarca desde Margarita I, gobernante de los países escandinavos de 1375 a 1412, durante la Unión de Kalmar.
Carlos III preside la Iglesia anglicana, surgida tras la ruptura de Enrique VIII con Roma en 1534, y Margarita II encabeza la Iglesia de Dinamarca. En Noruega el rey Harald fue líder de la Iglesia evangélica luterana nórdica hasta 2016. Los más de 1.700 pastores y otros trabajadores de los servicios de culto dejaron de ser empleados públicos para dar paso a un Estado laico, en el que los asuntos de fe dependen de un consejo integrado por sus propios miembros.
Se acostumbra a comentar que Margarita II es la primera reina elegida democráticamente pues, como explicaremos, cuando tenía 13 años, el pueblo se decantó por ella en un referéndum en vez de por su tío.
El teatro de Margarita
Mientras el danés Soren Kierkegaard (1813-1885) formulaba el existencialismo, también Dinamarca tuvo su pequeño imperio colonial, con posesiones en la India, Ghana o las Islas Vírgenes. ¿Quién no ha visto la película Memorias de África? Dirigida por Sydney Pollack en 1985, y protagonizada por Meryl Streep y Robert Redford, está basada en la vida y diario de Karen Blixen (1885-1962). Esta señora fue más conocida por su seudónimo literario, Isak Dinesen, y en primera línea sufrió el estar bajo las órdenes de un marido que le era infiel y que, en el primer año de vida en común, le contagió la sífilis.
Dinamarca se declaró neutral en la Gran Guerra. También apostó por la neutralidad en la Segunda Guerra Mundial, pero el 9 de abril de 1940, los nazis invadieron el país por la única frontera terrestre que tiene con el Viejo Continente. Durante ambas conflagraciones fue monarca Crístian X. Con su estatura de 2,03 metros, en 1898 se había casado con la duquesa Alejandrina de Mecklemburgo-Schwerin, de origen alemán. Con ella tuvo dos hijos: el futuro Federico IX y el príncipe Canuto. Crístian X no fue capturado durante la ocupación alemana ni vio limitados sus movimientos, aunque tampoco se marchó al exilio. La prácticamente nula resistencia de la monarquía danesa ante la invasión fue interpretada como debilidad y cobardía, pero a partir de 1942 comenzaron los sabotajes daneses, alentados por la influencia del pensamiento aliado. Al fallecer, en 1947 lo sucedería el mayor de sus hijos, Federico IX, casado con Ingrid de Suecia. Estuvo en el trono hasta 1972.
El 16 de abril de 1940, nació en el palacio de Amalienborg, Copenhage, su primogénita, Margarita. Desafiando a las autoridades de la ocupación, Federico salía con su hija por las calles de la capital, donde recibió el saludo de los ciudadanos. En esas épocas oscuras, el nacimiento de la princesa supuso un rayo de luz para miles de daneses que ejercían la resistencia al nazismo. Dinamarca fue uno de los miembros fundadores de la OTAN en 1949. Y, en 1953, cuando Margarita tenía 13 años, se convirtió en heredera. De este modo, en 1972, a la muerte de Federico IX, pasó a ser la segunda reina de Dinamarca en una lista de 50
También, ese año supuso un punto de inflexión para las antiguas colonias danesas, de las que se conservaban Groenlandia y las islas Feroe —las mismas que se mantienen en la actualidad—. Se les otorgó un estado de autonomía interna que no las exime de que su jefa del Estado sea la reina de Dinamarca, y ellos viven así contentos. De hecho, en 1973 Dinamarca entró en la Comunidad Económica Europea, y llevaba consigo a Groenlandia, pero, en 1979, la gran isla decidió salir de la CEE. Su marcha se materializó en 1985; fue el primer territorio europeo en desmarcarse. En lo concerniente a la vida personal, en 1967 la princesa Margarita se casó con Enrique de Laborde de Monpezat, un diplomático galo al que había conocido en Gran Bretaña. Era hijo del conde de Monpezat y poseía viñedos al sur de Francia. Con él tuvo sus dos hijos: Federico y Joaquín. Pero durante décadas se habló de los «plantones» que Enrique daba a la reina. Parecía manifestar el complejo de inferioridad de sentirse un «hombre florero», recurriendo a sus propias palabras. En la boda de Máxima y Guillermo Alejandro de los Países Bajos la dejó sola y se fue a su castillo de Francia. Sorprendió esa misma mañana con unas declaraciones publicadas por un periódico danés en las que afirmaba que se sentía despreciado porque a toda mujer que se casa con un rey, automáticamente se la llama reina, mientras que, cuando es el caso contrario, el hombre se convierte en príncipe consorte. Y en el fondo es que es así. Eludió asistir a la celebración del 75 cumpleaños de Margarita II con el resto de casas reales, alegando una gripe, si bien algunos periodistas comentaron que había sido visto de vacaciones en Venecia.
Declaraciones como que había comido carne de perro o que había pagado con dinero de su padre los servicios de una prostituta convirtieron a Enrique de Dinamarca en un cónyuge poco convencional. A principios de 2016, con 81 años de edad, se jubiló, e hizo público que ya no estaba obligado a asistir a actos oficiales. En el 76 aniversario de la soberana, se anunció que Enrique dejaba de ser príncipe consorte para pasar a ser llamado príncipe Enrique.
Dinamarca, ¿el país de la felicidad?
En el verano de 2017 anunció que no quería ser enterrado en la catedral de Roskilde, la cual está previsto que sea la última morada de la reina Margarita. Sin embargo, más allá de los disgustos de la convivencia, la pareja tuvo buenos momentos. Margarita estaba sinceramente enamorada del francés que la llamaba Daisy, y quedó muy triste cuando Enrique falleció el 13 de febrero de 2018, a los 83 años, en el palacio de Fredensborg. Fue incinerado para cumplir su deseo, con la intención de que la mitad de sus cenizas reposaran en el jardín de su lugar de residencia, y la otra mitad fueran arrojadas al mar.
La reina decretó un mes de luto oficial. Ese San Valentín negro las banderas empezaron a ondear a media asta y toda la familia real vistió de oscuro hasta el 14 de marzo, día en que la soberana, el príncipe heredero Federico, y su mujer Mary, volvieron a retomar sus agendas habituales. Margarita ha celebrado ya las bodas de rubíes (40 años en el trono) y su hijo Federico, las de cobre (12 años y medio, según la costumbre danesa) de su matrimonio con la abogada australiana Mary Donaldson.
La conoció en los Juegos Olímpicos del año 2000 en Sidney y se casó con ella en 2004. Tienen cuatro hijos: Crístian, el mayor, nació en 2005; Isabel, en 2007; y Vicente y Josefina, que son mellizos, en 2011. Se especula que la relación entre los hijos de Margarita II no es todo lo plácida que se podría pensar. El príncipe Joaquín, que se formó en economía agraria y en el ejército, tiene dos hijos de su primer matrimonio con Alexandra Manley, economista y ciudadana de Hong Kong. Después del divorcio, formalizado en 2005, pasó de ser princesa a condesa de Frederiksborg.
Esta separación hizo que la reina obligara a Federico y Mary a reformar sus capitulaciones matrimoniales dos años después de su boda, ya que no estaba dispuesta a correr con los mismos gastos que con su otro hijo en caso de ruptura: poner de su bolsillo un millón de euros y vender varias propiedades para costear la compra de la casa de Alexandra y la asignación mensual.
Joaquín se casó en 2007 en segundas nupcias con la economista francesa Marie Cavallier (que guarda gran parecido con Donaldson), y tiene otros dos hijos con ella. La tradición manda que la reina salga al balcón del palacio real de Amalienborg. No obstante, últimamente posa con sus ocho nietos, con sus dos hijos y con sus respectivas parejas, pero por separado. El primer retrato de familia real danesa en 125 años ha sido realizado por el artista Thomas Kluge por encargo de la soberana y ha suscitado polémica. La pintura, resultado de cuatro años de trabajo, se expuso en el Museo de Amalienborg hasta marzo de 2014, fecha en que fue trasladado al Salón Amarillo del palacio de Fredensborg. El concepto de monarquía siempre implica el de soberanía y, en Dinamarca, resulta más palpable la autoridad inherente a la jefatura del Estado en tanto en cuanto, aunque pertenece a la Unión Europea, conserva la corona danesa como moneda. Por tanto, pueden jugar con el mercado mediante su devaluación.
En otro orden de cosas, a la reina también le compete la declaración de guerra. La mayor parte de los daneses no imaginan su mundo sin su presencia y ella habla de los «jueves mágicos», porque en ese día de la semana se dedica a su auténtica pasión que es la creación cultural. Diseña vestuario, realiza grabados o traduce libros. Actividades que se han visto plasmadas en sus ilustraciones para la edición de El señor de los anillos; en la traducción realizada con su marido del francés al danés de Todos los hombres son mortales, obra de Simone de Beauvoir, y en su participación como extra, haciendo de mendiga, en la película Los cisnes salvajes, basada en libreto de Andersen. La soberana ha confesado que le habría gustado ser artista, un perfil que halla en Dinamarca el ambiente propicio, como revela uno de los habitantes más universales de la península de Jutlandia: Hans Christian Andersen (1805-1875). De vivir en la absoluta pobreza, el autor de La pequeña cerillera pasó a ser consejero de Estado por sus méritos como escritor. Y legó símbolos a la cultura nacional como la famosa sirenita que, desde Copenhague, vislumbra horizontes de tierra mientras en el agua traza caminos.
En la actualidad, hay estudios que afirman que Dinamarca es el país de la felicidad. Los sueldos son muy altos, unos 3700 euros de media, la vida es cara, aunque están orgullosos de pagar elevados impuestos porque eso les permite mantener un Estado del bienestar aún más confortable. Por ejemplo, los estudiantes universitarios que se emancipan de sus familias cobran un subsidio mensual que supera los 700 euros. Dinamarca es uno de los países del mundo con mayor igualdad entre hombres y mujeres, tanto en el aspecto legal como en la vida diaria. La igualdad entre géneros se ha consolidado durante los últimos 40 años. Las mujeres danesas viven y trabajan en prácticamente las mismas condiciones que los hombres, y en la mayoría de las familias los dos padres trabajan fuera de casa y comparten las labores domésticas. En cuanto al servicio militar no hay igualdad de sexos, ya que es obligatorio solamente para los hombres (para un pequeño porcentaje, por sorteo), y voluntario para las mujeres».