En la selva tropical, rodeados por vegetación exuberante, permanecen los templos y palacios de la civilización maya. Los vestigios más antiguos datan del 3.000 a. C., pero los primeros que dieron noticia de esta civilización fueron los evangelizadores españoles, en el siglo XVI.
Se ha llamado a los mayas los “egipcios” de Centroamérica, porque tienen claras concomitancias con la civilización del Nilo, como la escritura jeroglífica y las pirámides. De hecho la preocupación por los mayas surgió de modo paralelo al momento en que se estaba iniciando como disciplina la egiptología, con investigadores como el diplomático estadounidense John Lloyd Stephens (1805-1852), quien viajó por Oriente Medio, Grecia, Yucatán y Chiapas.
La historia de la creación del mundo según los mayas ha llegado a nosotros a través del Popol Vuh, libro escrito en lengua maya después de la conquista, donde se recogen sus tradiciones orales. Estimaban que el universo fue obra de Quetzalcóatl y del dios Huracán. Al principio no había personas ni animales, tampoco luz ni sonido. Sólo silencio y vacío.
Los dioses moraban en un océano pero un día se reunieron para llenar la inmensidad de la nada. No tenían más que pensar en un concepto para que se hiciera realidad y, así, surgió la Tierra. Contentos, siguieron formando los demás paisajes y, a partir del maíz, crearon al hombre.