Que muchas personas exteriorizan sentimientos cuando ven o hablan de fútbol es algo obvio. Es habitual que un grupo de seguidores entone cánticos o anime al equipo de forma ruidosa en el estadio.

Pero no vale todo.

Está claro que no vale lanzar al campo desde la grada objetos que puedan herir físicamente a los jugadores. Pero tampoco, más sordos, los comportamientos de ciertas personas que, dentro de un grupo, entienden que todo está justificado. Uno no puede emitir sonidos o lanzar plátanos al campo con clara intención racista. Quizá piense que está amparado en esos momentos por no sé qué causa que excluye su responsabilidad. Pero no.

No vale todo.

Más allá de sanciones penales, creo que la sanción social acabaría con gran parte de esos comportamientos. Yo no quiero tener a mi lado a quien lanza objetos al campo que puedan herir físicamente. Pero tampoco a quien actúa con intención racista o, en todo caso, con intolerable falta de educación.

No. No vale todo. Tampoco en el fútbol.