La teoría de la anomia (Merton, 1938) sostiene que la sociedad somete a sus ciudadanos a una presión por conseguir unos determinados fines, con los que el colectivo de esa sociedad se identifica en su mayoría, pues estos valores se instauran a través de la educación que tanto, familia como estamentos sociales transmiten a las nuevas generaciones. Hasta ahí todo parece sensato, sociedad y familia caminando juntos hacia un mismo fin. El problema surge cuando la estructura política de un país no permite o dificulta la consecución de los fines (tales como poder, dinero, amor o trabajo). En tales casos, el efecto «anómico» que esa estructura política ejerce sobre el comportamiento de sus ciudadanos, según Merton puede ser clasificado en las siguientes tipologías: 1) conformistas, 2) innovadores, 3) ritualistas, 4) apáticos, y 5) rebeldes.

En esta ocasión me referiré a los sujetos rebeldes, aquellos caracterizados por poner en cuestión los valores que sustentan una estructura social y que utilizarán comportamientos violentos como medio de conseguir las transformaciones sociales que permitan conseguir los fines, que paradójicamente los políticos (contra los que se rebelan) habían estimado convenientes conseguir para la prosperidad y armonía de la sociedad a la que, se supone, representan. Las diversas razones por las que los políticos generan esta tensión entre los ciudadanos pueden ser variadas, incompetencia, cohecho, prevaricación, tráfico de influencias, desfalco, les suena verdad.

Por desgracia, hoy estamos viviendo las revueltas en Egipto para darnos cuenta del poder que tienen estos sujetos rebeldes y que tanto han influido en la historia de la humanidad (e.g., Revolución francesa), pero lo que me pregunto es, cuándo todos nos convertiremos en rebeldes. Una pista, no del cuándo sino de cuál es el camino, nos la ofrece Ana Camiño en los escalofriantes datos que conforman su noticia publicada hoy en el Xornal de Galicia.com (pinchar aquí para acceder a la noticia) .

Ya nos los advirtió Merton, cuanto más desequilibrio haya entre los fines y los medios, es decir, cuánto más nos parezcamos a una sociedad anómica y, créanme que España está haciendo todos los méritos, más posibilidades existen de que sus ciudadanos se transformen en rebeldes porque es lo único que les queda.