El pasado mes de diciembre murió el sociólogo y criminólogo británico Jock Young (1942-2013).
Fue una de las figuras intelectuales clave de la Criminología Crítica que, desde los años 60, ha venido poniendo en cuestión los modos convencionales de comprender el delito y el control del mismo. Escéptico hacia el poder organizado y las instituciones de control social fue, además, uno de los principales críticos de las políticas policiales de «corte duro» que comenzaron a emerger en los años ochenta.
Se formó en Sociología en la prestigiosa London School of Economics, donde desarrolló su célebre trabajo etnográfico sobre los consumidores de cannabis en Notting Hill, The drugtakers (1971). En la intersección teórica entre la norteamericana teoría del labelling y la británica teoría de las subculturas, puso las bases de las primeras teorizaciones del «pánico moral», concepto que más tarde desarrollaría junto con Stanley Cohen (Folkś Devils, 1972).
Inició junto con Ian taylor y Paul Walton la National Deviancy Conference (1968) y juntos publicaron en 1973 La Nueva Criminología, una obra de referencia en el paradigma del conflicto. En los años ochenta desarrolló, junto con su colega John Lea, el llamado Nuevo Realismo de Izquierdas en un intento de reconsiderar los límites metodológicos de la criminología marxista. Así, en su obra «Qué hacer con la ley y el orden» (1984), revisan su mirada sobre el delito y abogan por una valoración seria de su relevancia en la sociedad, más seria quizá de lo que se presumía en el idealismo de izquierdas. A partir de ella, defienden una política policial y criminal alternativa a la creciente imposición de los lobbies de «ley y orden»; una política que tenga en cuenta el efecto mediador del sistema capitalista sobre el delincuente, sobre la víctima, sobre las causas del delito o sobre la respuesta al mismo. Una política, en todo caso, vigilante con los excesos del poder.
Nunca abandonó la postura crítica que estaba en la base de su concepción de la desviación, ni su imaginación sociológica para comprender el delito donde convergen la biografía y la historia:
» en nuestra época, ha aumentado la privación relativa, y por lo tanto, el descontento. Esto, combinado con el desempleo, la quiebra de la comunidad, no ha permitido que el descontento sea canalizado hacia formas políticas; en cambio, la solución más obvia es el delito. Mientras tanto, la desintegración de la sociedad facilita la comisión de delitos al socavar drásticamente el proceso informal del control social. Las mismas fuerzas que hacen que aumente el delito, avivan el pánico moral respecto de él. Es decir, el miedo real al delito está íntimamente relacionado con la histeria moral que existe sobre él; el miedo no sólo da una base racional a la alarma sino que sus raíces se encuentran en sus propias fuentes; y los medios masivos de comunicación sirven y exageran esos miedos en la sociedad». (2001:262)
En este marco, son bien conocidos sus trabajos sobre victimización, prácticas policiales como «paradas y registros» (Stop and Search) y sobre revueltas urbanas. Autor muy prolífico, no dejó de escribir hasta el final de sus días. Entre sus últimas obras se encuentra la trilogía compuesta por The Exclusive Society (1999), The Vertigo of Late Modernity (2007) y  The Criminological Imagination (2011).
Ni el labelling, ni la teoría crítica, ni los estudios etnográficos de la desviación están hoy muy en boga y, sin embargo, los aprendizajes teóricos que podemos extraer de su perspectiva, son, como su compromiso con la política pública para la gestión del delito, de gran valor.
Aquí os dejo al profesor en una de sus conferencias universitarias en la Universidad CUNY de Nueva York («Moral panics and sociological imagination») ofreciendo su visión del concepto «pánico moral» y la importancia de trabajar con la imaginación sociológica.
REF: Young, J y J. Lea. (2001). ¿Qué hacer con la ley y el orden?. Buenos Aires, Ediciones del Puerto.