Hoy mismo se publica en el periódico El País la sentencia para el asesino del triple crimen de la Sagrada Familia, al cual le han condenado a 59 años de cárcel por matar a los padres y la sobrina de la mujer con la que mantuvo una relación sentimental.
A través del juicio se ha sabido que después de finalizar la relación, Alejandro Cuartero y Mónica siguieron manteniendo contacto. Parece ser que Alejandro, una vez ella decidiera poner punto y final a la relación, siguió insistiendo en quedar con ella y ésta lejos de mantener ese punto y final, derivó la relación a tres puntos suspensivos y siguió viéndole.
Lejos de entrar en por qué Mónica quiso seguir manteniendo contacto con este tipo, desde la psicología nos interesa qué lleva a una persona a no aceptar la decisión de otra, qué tipo de sentimiento nos hace revelarnos contra algo que está fuera de nuestro control y por qué. En este sentido, la cuestión se halla entre los celos, la envidia, la frustración y el desprecio que son sentimientos que activan emociones tales como el miedo, la ira y el asco. Estas emociones producen energía de alta intensidad que si, además, son enfocadas hacia el exterior y hacia un objetivo determinado es muy probable que tenga como resultado una acción violenta (una acción para producir un daño).
Por tanto, es muy importante saber qué papel juegan cada emoción en la expresión final de una conducta. Siguiendo con este caso que nos ocupa, si tenemos en cuenta que Alejandro ya manifestaba estos sentimientos mientras mantenía la relación, que el argumento de Mónica para romper la relación era que sus padres necesitan mucha de su atención, pues desde luego muchas semillas se estaban plantando. No pensé que fuera peligroso, ha comentado Mónica. Yo no me lo creo pero hay demasiadas variables que desconozco y por las que no puedo emitir una opinión más profunda.
El caso es que no hay nada peor que hacerle creer a alguien que puede ejercer un mínimo de poder y control sobre cualquier decisión que únicamente me atañe a mí como persona libre entre lo que es de mi incumbencia a quién y no quiero amar. Así, cualquier persona que ya exprese celos, envidia, frustración y desprecio nunca será una adecuada pareja (ni siquiera persona), pero esto que he contado ya se sabe, entonces ¿quién es la víctima?, y ¿quién comete antes el crimen?, mi yo racional que sabe lo que no funciona pero no hago nada o la otra persona que con su yo anormal actúa como es de esperar en mayor o menor grado.
Doctor en Psicología. Profesor de Psicología Diferencial, Psicología Jurídica, Psicología Criminal e Introducción a la Criminología en UDIMA.