La mente es compleja y la de un criminal mucho más. Por eso, en el mundo de la criminología, entender cómo funciona y cómo va a comportarse el individuo es clave para la investigación y resolución de un delito. Pues bien, los criminólogos utilizan una herramienta revolucionaria e innovadora que se ha convertido en el arma secreta para resolver los crímenes más desconcertantes y capturar a los criminales más escurridizos: el perfil criminológico. 

Se trata de un proceso meticuloso y multidisciplinario que desentraña las mentes de los delincuentes, revelando sus oscuros secretos y proporcionando pistas cruciales a los investigadores. Los expertos en criminología utilizan esta técnica para analizar y comprender las características y comportamientos de los criminales, con el objetivo de identificar al responsable de un crimen y llevarlo ante la justicia.

Esta metodología contra el crimen, que se ha visto reflejada en series como Mentes Criminales, de una manera muy hollywoodiense, supone comprender los entresijos de la mente humana, el pasado del sospechoso y sus ambiciones y objetivos al realizar un crimen, lo que puede ayudar a detener a, por ejemplo, un asesino en serie. Así, los perfiles criminales comienzan recopilando toda la información disponible sobre el delito en cuestión. Desde informes forenses hasta testimonios de testigos, antecedentes delictivos y cualquier dato relevante, todo se examina minuciosamente en busca de conexiones y patrones reveladores.

Uno de los aspectos más fascinantes de la elaboración del perfil criminológico es la evaluación de la escena del crimen. Los investigadores especializados en este ámbito estudian cada detalle con minuciosidad, desentrañando el enigma oculto en la disposición de los objetos, los signos de violencia y los posibles rastros dejados por el delincuente. Estas pistas pueden revelar información vital sobre la personalidad y el modus operandi del criminal.

Además de la escena del crimen, los detectives o agentes de la ley también analizan otros factores que pueden ser clave. El perfil de las víctimas y las características del área geográfica donde ocurrió el delito se convierten en piezas cruciales del rompecabezas. Cada elemento estudiado aporta información adicional que puede ayudar a la construcción del perfil y a acotar el rango de sospechosos.

El resultado final es un informe detallado que describe al delincuente probable en base a las características encontradas. Este perfil criminológico proporciona pistas valiosas a los investigadores, desde la edad estimada y el género hasta la ocupación probable, los rasgos de personalidad y las posibles motivaciones del criminal. Aunque no se trata de una identificación definitiva, este perfil se convierte en una herramienta invaluable para guiar la investigación y acelerar el proceso de captura.

Gracias a estos perfiles criminales, los investigadores tienen claro por dónde buscar y qué características reúne el delincuente, al menos teóricamente, pero se tienen que ir adaptando a las nuevas pistas que se van encontrando a lo largo de la investigación. Además, pueden aventurar cuál será su próximo paso y así evitar otro crimen.

Sobre esta materia la Universidad a Distancia de Madrid, UDIMA, imparte el Grado en Criminología.