Esta semana me sorprendían varios diarios con la noticia de una nueva multa municipal. Nada nuevo, teniendo en cuenta la lista de municipios que están aumentando la cantidad de ordenanzas con afán ¿recaudatorio? (lo que hay entre interrogantes es cosa mía). En fin, nada nuevo, e incluso algunas de estas ordenanzas están promovidas y fuertemente demandas por la ciudadanía, con lo cual, el único reproche es por qué se ha tardado tanto en tomar medidas que no eran llevadas a cabo, simplemente porque muchos de los ediles ni siquiera conocían el nombre de las calles dónde ocurrían, pero eso es otra historia. Lo curioso del caso y lo que me ha llevado a redactar unas palabras es a quién iba destinado esta nueva medida, los mendigos. Efectivamente, tal y como les cuento, pues resulta que ahora algunos ayuntamientos han decidido hacer un guiño a la dictadura y poner de moda aquella ley de 1954 que su vez modificaba aquella propuesta en 1933 «sobre vagos y maleantes», resuelta por el «al parecer» postmodernista general Franco que se adelantó a pleno siglo XXI, aunque ahora la ley bien podría llamarse de vagos, maleantes y gente semidesnuda, por todo eso del principio de irretroactividad. Pues sí, con todo, parece que los ayuntamientos han ganado la partida al Derecho penal, que aprovechándose de nuestra débil, corruptible y condicionada Constitución, pueden hacer y deshacer a su antojo, siempre por el bien de la ciudadanía que representan. Y me pregunto yo, de forma inocente, claro está, cuándo materias locales de políticas de prevención, ¡uy! es que ahí hay que invertir en vez de recaudar. Cuándo una ordenanza para prohibir formar parte de una junta de gobierno a gente que ha dejado en la ruina un ayuntamiento. Cuándo una ordenanza que exponga el curriculum de la capacidad intelectual y experiencia que ese político tiene. Cuándo una ordenanza que limite el afán recaudatorio. Y me detengo ya, porque cuántos ¿cuándo? se necesitarían para que los políticos volvieran ser personas dignas de confianza y honradas, ahí les dejo esa reflexión.

En definitiva, si te has quedado en la ruina y has perdido la dignidad, puede que el honor y la sociedad te ha dado la espalda, recuerda que tu ayuntamiento te puede multar con hasta 1.500 euros.

Fuentes consultadas: ABC, El País, Qué.com