Un buen líder es clave para que las empresas puedan mejorar y desarrollarse adecuadamente. Pero un buen líder no solo debe dar ejemplo, sino que también tiene que adaptarse a las circunstancias particulares de cada situación. El líder debe ser flexible para así poder gestionar de una manera más eficaz a las empresas independientemente de la situación en la que se encuentra. Eso es lo que se define como el liderazgo situacional, una teoría desarrollada por Paul Hersey y Ken Blanchard en la década de 1970, que ha emergido como un enfoque eficaz para gestionar equipos en entornos laborales dinámicos y cambiantes.
En concreto, Hersey y Blanchard identificaron cuatro estilos de liderazgo. El directivo es un estilo adecuado para seguidores con poca madurez y una tarea compleja o ambigua. El líder proporciona mucha dirección y apoyo, definiendo las tareas, los objetivos y los plazos. También está el asistente, que es más adecuado para seguidores con poca madurez y una tarea relativamente sencilla. El líder proporciona apoyo y orientación, pero los seguidores tienen cierta autonomía para tomar decisiones. No hay que olvidar el participativo, que comparte la toma de decisiones con los seguidores, pero aún mantiene el control final. Y es también importante saber delegar la responsabilidad de la tarea a los seguidores, proporcionando apoyo y orientación cuando sea necesario.
Un buen líder situacional se caracteriza por su capacidad para evaluar y entender las variables clave de una situación, como la complejidad de la tarea, la madurez y habilidades del equipo, así como otros factores externos que puedan afectar el rendimiento. La adaptabilidad es esencial, ya que este enfoque implica cambiar de un estilo de liderazgo a otro según lo exija la situación específica.
En términos generales, un líder efectivo debe poseer ciertas características fundamentales. La empatía, la comunicación clara, la toma de decisiones sólida y la habilidad para inspirar a otros son aspectos esenciales. La capacidad para construir relaciones sólidas y fomentar un ambiente de trabajo colaborativo también se considera crucial.
En la actualidad, el perfil del líder más exitoso ha evolucionado hacia un enfoque más inclusivo y participativo. Se valora la capacidad de delegar responsabilidades, empoderar a los miembros del equipo y fomentar un ambiente en el que la diversidad de opiniones y habilidades sea apreciada. La mentalidad de liderazgo situacional encaja bien con este cambio cultural, ya que permite a los líderes ajustar sus estrategias según las necesidades y capacidades específicas de su equipo.
Los mejores líderes situacionales no se limitan a un sector o industria específicos, sino que se encuentran en diversas esferas laborales. Sin embargo, algunos sectores, como la tecnología y la innovación, tienden a atraer y cultivar líderes que adoptan este enfoque. Ejemplos notables incluyen a Tim Cook, CEO de Apple, conocido por su capacidad para adaptarse a las cambiantes dinámicas del mercado tecnológico y liderar un equipo altamente creativo.
Un líder empresarial que ha dejado una marca indeleble en la historia económica es Steve Jobs, cofundador de Apple. Su enfoque visionario, combinado con una habilidad innata para inspirar a su equipo, llevó a la empresa a revolucionar industrias enteras. Jobs personificó el liderazgo situacional al reconocer cuándo liderar con autoridad y cuándo fomentar la creatividad y la innovación dentro de su equipo.
Estos líderes fueron capaces de inspirar y motivar a sus seguidores para alcanzar grandes metas y son ejemplos a seguir por su capacidad de hacer que su empresa tuviera el éxito deseado.