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La Dirección Comercial y la definición de objetivos de venta

En ocasiones, los Directores comerciales y de Marketing nos encontramos con la duda de cómo tratar y gestionar a nuestros equipos de ventas para conseguir con ellos el equilibrio perfecto, ese equilibrio entre “tratarles suficientemente bien” y a la vez “conseguir buenos resultados”. Tras más de 20 años de experiencia en áreas comerciales y de Marketing, tengo ya la certeza de que ningún directivo quiere directamente “tratar mal a su equipo”, pero siempre solemos tener el miedo y la duda, acerca de los resultados que vamos a conseguir si no somos lo suficientemente exigentes con nuestros vendedores y también nos preocupa, al mismo tiempo, el clima que vamos a generar en el medio plazo si introducimos un grado de tensión excesiva a la red que la haga luchar por sobrevivir (económica o laboralmente) en lugar de aplicar su esfuerzo en sacar adelante el negocio con dedicación y sentimiento de pertenencia…nadie dijo que la labor directiva fuera fácil.

Después de años entre vendedores, voy observando diferencias entre unos y otros, entre aquellos más motivados y aquellos que se sienten permanentemente presionados para alcanzar sus cuotas de ventas, una vez más se cumple que cada persona es un mundo, pero lo que suele coincidir en la mayoría de los casos, es que, en gran medida, el sentimiento y el grado de motivación suele estar muy relacionado con el conocimiento del papel que cada uno juega en su organización.

No cabe duda de que hay personas excepcionales por naturaleza, vendedores profesionales y abnegados, con una fuerza de voluntad increíble, que son capaces de desafiar a todas las leyes del management, conseguir alta motivación pese a una dirección deficiente o lograr ventas muy por encima de lo razonable pese a las adversidades del mercado, pero teniendo claro que los directivos somos los principales culpables del grado medio de motivación del equipo, es importante conocer algunas claves que pueden ayudarnos a dirigir equipos de alto rendimiento.

Si hubiera que elegir un elemento diferencial, personalmente me quedaría con el grado de implicación de los comerciales en la definición de objetivos. También pienso que nadie puede motivar a una red de ventas desde un despacho, sin ayudar en el día a día, sin estar en la calle, sin mantener contacto real con el cliente y sin conocer de primera mano la realidad de nuestros procesos diarios de venta. Pienso que ahí puede estar la clave, para motivar hay que conocer a las personas de nuestro equipo y la mejor manera creo que es vivir junto a ellos y “sufrir” en primera persona, la realidad diaria de las ventas. Debemos ser ayuda para vender más y mejor, no llevar a cabo una dirección comercial basada en el puro control distante de ventas y resultados. Debemos trabajar unidos y alineados entre las funciones de Marketing y Ventas para conseguir diseñar campañas que ayuden al crecimiento de la compañía, en volumen y rentabilidad, campañas que contribuyan al robustecimiento de la marca y a la vez sirvan realmente para generar ventas en cantidad, de calidad y generadoras de clientes fieles . Hace falta tiempo, dedicación al equipo, comprensión ante cada situación (el cliente no lo pone fácil), flexibilidad, humildad y mucho trabajo diario con los vendedores, sólo así sabremos su realidad y la mejor forma de motivarles, ya que conoceremos sus inquietudes, sus necesidades y los elementos clave que influyen en su trabajo diario y que les puede impulsar a ser más eficaces y a la vez más eficientes.

Tengo la suerte de dirigir desde hace 9 años, una red de comerciales de las 19 sucursales de una pequeña Entidad bancaria. Mis comerciales son todos grandes profesionales, hacen muy bien su trabajo y se les dan especialmente bien las relaciones con los clientes…pero su motivación aumenta de una manera clara cuando conocen qué es lo que realmente están aportando en la evolución de su compañía. Un comercial debe conocer lo que contribuye cada cliente en la rentabilidad del negocio, lo que aporta cada venta y lo que gastamos en cada acción de marketing, aunque los intangibles dificulten la cuantificación exacta de alguna de estas variables. El vendedor no es una máquina, es un engranaje en la maquinaria de nuestro negocio y se trata, ciertamente, de un engranaje clave, que funciona mejor si conoce su papel y aportación dentro de la maquinaria de la compañía, sólo así además, tendremos profesionales capaces de aportar creatividad y mejoras.

Con todo ello, si realmente conseguimos que la información fluya y que cada comercial conozca lo que está aportando al grupo en términos de negocio, tendremos vendedores capaces de aportar creatividad, capaces de influir en la definición de campañas de marketing eficaces y de dar su opinión (exigente, os lo aseguro, muy exigente) sobre la definición cuantitativa y cualitativa de sus propios objetivos de ventas. Una cosa más, si un comercial ayuda y participa en la definición de los objetivos de ventas, sabiendo realmente el impacto de su trabajo en los resultados, no lo dudemos, tendremos en nuestra Compañía a la red más motivada y orientada a resultados que se puede tener, ya que habremos conseguido que esos objetivos de ventas sean realmente SUS objetivos, con lo que el grado de compromiso aumenta de manera realmente importante. A partir de aquí y sólo a partir de aquí, conociendo la realidad comercial, podremos definir un modelo retributivo que logre la motivación permanente de nuestros equipos de ventas. Modelos retributivos tan consistentes, como sujetos a adaptación en función de los resultados y de la evolución del grado de motivación de nuestros equipos de ventas, modelos estables para garantizar cierta estabilidad en la estrategia y orientación de esfuerzos, pero a la vez sometidos a revisión con periodicidad razonable como para ir adaptando nuestra dirección comercial en función de la evolución de resultados.

REDES COMERCIALES O MERCENARIOS AL SERVICIO DE LAS VENTAS

 

Los directivos responsables de redes comerciales, escuchamos con frecuencia y bastante arbitrariedad, comentarios relativos a los mecanismos de incentivación de nuestros vendedores.

Dentro del libro de los tópicos del Management hay mucho escrito, y por ello, cualquier profesional con poca experiencia puede llegar a pronunciarse, sin pudor al respecto, afirmando en ocasiones que “los comerciales sólo se mueven por dinero”. La afirmación es preocupante cuando los dueños de esa frase tienen algo más de experiencia, y personalmente me parece letal para una compañía, si se trata de ejecutivos con cierta influencia en la dirección de una empresa o en la definición de la estrategia y los valores de un negocio.

Personalmente pienso que esta afirmación sólo debería significar la rendición total ante el intento, tan necesario, de llevar a cabo una política de incentivación y motivación lo suficientemente profesional, planificada y organizada, como para que se trabaje en el área comercial, exprimiendo al máximo, lo primero, las capacidades de sus directivos, que deberíamos siempre trabajar permanentemente y con toda la intensidad posible para que nuestros vendedores se esfuercen y se orienten en el cumplimiento de sus objetivos, más con ilusión o con cierta tensión motivacional, que con una agobiante presión comercial que les impida trabajar verdaderamente motivados.

La ilusión comercial y la motivación sacan lo mejor de nuestros vendedores, lo vemos a diario, cierta tensión es sana. Sin embargo, la duda nos puede surgir cuando vemos que el exceso de presión comercial sin medida no suele conseguir malos resultados (eso es verdad, no nos engañemos) al menos en el corto plazo, pero luego podremos comprobar cómo va convirtiendo a los comerciales en auténticos supervivientes que dedican sus esfuerzos y su trabajo en tratar sobre todo de sobrevivir y de paso hacerlo para sacar el máximo partido personal a sus ventas, más que en aportar resultados a la compañía para la que trabajan y de la que forman parte.

Pienso que, el que un directivo no sea capaz de motivar, ilusionar, comprometer y gestionar a sus vendedores sin otra herramienta que no sea la económica, no quita para que no sea una realidad que, los vendedores, pueden y deben ser gestionados a través de un sistema de incentivos, económicos y emocionales, que saque lo mejor de ellos a base de un correcto y esforzado empeño por parte de sus responsables.

¿El dinero entonces no motiva?…¡¡¡falso!!!, claro que motiva, mucho, de hecho puede que sea de lo poco indispensable en áreas comerciales,…aunque la experiencia demuestra que no es suficiente, ya que como todo, este gran elemento motivacional que es el económico, pienso que debe ser utilizado con cabeza, no aplicando la cabeza para ser “poco generosos” sino orientando los premios e incentivos a la verdadera consecución de logros en tiempo y también en forma. En este sentido y por optimizar esfuerzos, curiosamente suele ser más productivo emplear recursos en facilitar la venta y dotar a los comerciales de capacidad y herramientas (incluso reduciendo premios económicos ligeramente), que emplear todos los recursos en premiar los resultados. Si es lo único que les damos, es hacia lo que se orientarán, no lo olvidemos.

Es importante, para conseguir un grado de motivación adecuado, que los objetivos sean sencillos, claros, «entendibles»,…y «conseguibles», con esfuerzo pero «conseguibles»…con mucho, muchísimo esfuerzo si se quiere, pero «conseguibles», no hay obligación de actuar con un nivel concreto de exigencia, cada uno tendrá el suyo, pero sí de realismo. En ocasiones, un objetivo conseguible, dentro de un Comité de Dirección tradicional, se puede entender como un elemento propio de una dirección “blanda o permisiva”, pero la realidad es que la motivación de nuestros equipos es el arma más potente, muy superior incluso al precio, para conseguir buenos resultados, mientras que la imposibilidad de alcanzar un resultado (no dificultad sino imposibilidad), es el elemento más desmotivador posible para nuestros vendedores. Lo que está claro es que un equipo motivado es capaz de casi cualquier cosa en materia de ventas y consecución de objetivos comerciales, todos los que trabajamos a diario con redes comerciales lo sabemos.

Para concluir, ¿son los vendedores pues, unos mercenarios que sólo venden y se mueven por dinero?, la respuesta, para cualquiera que tenga experiencia en el mundo de las ventas es que NO,…¿y entonces por qué tanta gente lo piensa?. Lo que ocurre es que, claramente, es mucho más fácil construir un equipo de mercenarios, que esforzarse en mantener una motivación que puede requerir por parte de los directivos y responsables un ejercicio de comprensión, comunicación, animación, entendimiento, relación, sencillez e incluso humildad, que lo hace un camino claramente más difícil y que requiere un mayor esfuerzo constante, por parte de los directivos y responsables de áreas comerciales. Nadie dijo que fuera fácil, pero sinceramente, pienso que se trata de una tarea realmente apasionante y con opciones de ser tremendamente productiva si se tiene la suerte de formar parte activa en el proceso…

Y para el que no esté dispuesto a este esfuerzo, no sepa o no quiera llevarlo a cabo, que no se preocupe, siempre quedará el dinero, aunque es un método mucho más caro…y que además no tiene límites, pero que no espere entonces equipos fieles y comprometidos, sino que el directivo, y no su equipo, será el que habrá construido, a base de utilizar exclusivamente incentivos económicos, un verdadero ejército de mercenarios que sólo se mueven, en el fondo, por lo único que reciben de sus responsables, dinero.

Para todos los directivos, concluiremos que todo esfuerzo y dedicación es poco, si se hace para conseguir un equipo motivado e ilusionado, estamos claramente trabajando para conseguir tener el motor más eficiente en nuestras compañías, esa red comercial ilusionada, comprometida, volcada en la venta, esa red de vendedores con la que todos soñarían…POR ALGO SERÁ.

¿A quién quiere más el marketing, a mamá o papá?

Tradicionalmente, la mujer ha ocupado una posición preponderante a la hora de consumir productos; sobre todo aquellos que tienen que ver con el ambiente hogareño y sus derivados. Las decisiones «fuertes» se dejaban a los hombres. Los roles de consumo, generalmente, deben su sentido a la estructura social imperante en cada momento y en cada lugar. Quizás podemos decir entonces que la sociedad contemporánea sigue siendo machista. O no. Porque parece ser que las posiciones de compra están cambiando y ello puede responder a una modificación sociocultural. Un reciente estudio pone de manifiesto que más de la mitad de estadounidenses varones conforman el grueso de compradores de productos alimenticios y para el hogar. De un modo mayoritario, estos productos se dirigen a las mujeres, como público objetivo, pero son consumidos por hombres. ¿Algo falla en la industria publicitaria? Este cambio brusco en la tendencia del público parece responder al efecto de la llamada «crisis económica», que ha provocado un aumento del paro y, por ende, una mayor presencia del hombre en el hogar. Pero es probable que la explicación la encontremos más allá de la coyuntura económica. El hecho es que la tendencia publicitaria recoge un tipo de comunicación empresarial con un carácter mucho más cercano a lo neutral porque el hombre está ahora mucho más presente en el hogar y en las decisiones «menores» de compra. Sin embargo, no conocemos ciertos datos cualitativos que pueden dar luz a este entramado complejo referido al mundo de los consumidores. ¿Acaso la tendencia de consumo y de la publicidad responde a un cambio de estructura social, o es simplemente un lavado de cara, una modificación aparente puesta de moda para alentar a una industria que se ha visto perjudicada por la crisis? ¿A quién quiere más la red del marketing, a papá o a mamá?

Por Javier García

Fuente: http://www.marketingdirecto.com/actualidad/anunciantes/cuando-las-mujeres-dejaron-de-ser-el-publico-objetivo/