CASH FLOW VERSUS BENEFICIOS

 

Autor: José Ignacio Llorente Olier

 

Madrid 24 de marzo de 2014

 

Si Vd. le pregunta a un contable cuánto vale una silla, le dirá que vale lo que le costó menos su amortización. Si Vd. le pregunta lo mismo a un financiero le contestará que “depende”. ¿De qué? De los flujos de caja que vaya a obtener por la misma el resto de su vida útil. Eso sí, deberá considerar la silla dentro de una unidad generadora de efectivo. Por sí sola, la silla no vale mucho.

 

El presente documento tiene como objetivo exponer las diferencias entre los conceptos de «cash flow» y «beneficio» como indicadores de creación de valor.

 

Los profesores Claude Viallet y Gabriel Hawawini afirman que el cash flow está ampliamente aceptado en la comunidad financiera como el indicador principal de salud económica y financiera de una compañía.

 

A este respecto, expondremos las opiniones sustentadas por los profesores de Finanzas Corporativas y Valoración de Empresas, Pablo Fernández y Aswath Damodaran.

 

El profesor Fernández afirma que «el beneficio es una opinión pero el cash flow es un hecho. El beneficio reportado es uno entre los diversos que pueden darse, mientras que el cash flow es un hecho: una cifra única»; y señala, a continuación, entre los métodos más habituales para alterar los beneficios de una compañía, los siguientes:

 

  • «Reconocimiento de ingresos y gastos. Es el método más utilizado y consiste en registrar en el presente año ventas del año que viene (para aumentar el beneficio) o en registrar el año próximo ventas de este año (para disminuir el beneficio).
  • Provisiones excesivas. Se exageran las provisiones (para deudores, contingencias de todo tipo…) en los años buenos (en los que se sobrepasan holgadamente los objetivos) para revertirlas en años malos.
  • Cargos enormes en años malos. Se supone que el mercado de valores no tiene muy en cuenta los cargos que no son recurrentes. Así, en un año malo se afloran exageradamente todos los problemas y todas las contingencias que puede tener la empresa y se reporta una enorme pérdida. La exageración permite revertir algunas provisiones y «mejorar» el beneficio de años sucesivos no muy buenos.
  • Cargar directamente a reservas (sin pasar por cuenta de resultados) algunos costes. Así no se disminuye el beneficio.
  • Compra – ventas a precios irreales con alguna filial que no se consolida.
  • No consolidar algunas filiales argumentando que es información estratégica o excusas similares.
  • Ventas ficticias.
  • Alterar tipos de cambio de filiales que tienen contabilidades expresadas en otras monedas. De este modo, las cifras que entran en la consolidación en euros están alteradas.
  • Reclasificaciones entre gastos ordinarios y extraordinarios para mejorar los resultados ordinarios, más apreciados por los analistas.
  • Capitalizaciones de gastos en proyectos de dudosa viabilidad. Un caso particular de esta capitalización, en las empresas industriales, es “hinchar” la valoración de las existencias para aumentar el beneficio del ejercicio.
  • No eliminar algunas transacciones entre empresas del grupo, por ejemplo, compra – venta de inmovilizados con plusvalía.
  • Elevar (disminuir) el valor de las existencias para reducir (aumentar) el coste de ventas y mejorar (disminuir) el beneficio.»

 

Por su parte el profesor Damodaran, se muestra muy crítico con los sistemas de contabilidad a la hora de medir el valor de los activos, los beneficios y el riesgo de una compañía. Señala que la contabilidad muestra una creencia elevada en el valor libros como mejor método para medir el valor -al menos de activos materiales e intangibles-, una desconfianza en el valor de mercado como criterio de valoración frente al coste histórico, y una preferencia de los métodos que tienden a infravalorar los activos, frente a aquéllos que los sobrevaloran.

 

Al analizar los sistemas contables empleados en los Estados Unidos, afirma que, si bien las reglas fiscales son estrictas, desde el punto de vista contable, las compañías gozan de mucha libertad a la hora de decidir sobre la vida útil de los activos y los métodos de amortización, lo que tiene una influencia elevada en el resultado.

 

Por otra parte, indica que el sistema de contabilización de inventarios FIFO (firs in, first out – primera entrada, primera salida), frente al de coste medio ponderado, implica -si el escenario es de subida de precios- menores costes de ventas y una valoración más alta de las existencias. Ello hará que la empresa, realizando exactamente las mismas operaciones y los mismos consumos de existencias, arroje resultados diferentes.

 

Al estudiar los activos financieros, señala que, en EE. UU., la discrecionalidad que tienen las empresas para clasificar aquéllos en distintas categorías, tiene también influencia en la cuenta de pérdidas y ganancias. De este modo:

 

  • Los activos mantenidos hasta su vencimiento, serían valorados por su coste histórico, y los intereses y / o dividendos percibidos, serían mostrados en la cuenta de resultados.
  • Los activos disponibles para la venta se valorarían a valor de mercado, y las ganancias y pérdidas latentes se mostrarían en el patrimonio neto, pero no se incluirían en el resultado del ejercicio.
  • Los activos mantenidos para negociar, se valorarían también a valor de mercado, sin embargo, las ganancias y pérdidas latentes se mostrarían en la cuenta de pérdidas y ganancias.

 

El método de consolidación elegido en EE.UU. puede tener implicaciones sobre el resultado del ejercicio ya que la empresa podría elegir entre:

 

  • Reconocer la diferencia entre el valor de mercado y el valor libros de la participación adquirida en el fondo de comercio, cuyo período de amortización es de cuarenta años, o bien,
  • Acogerse al método denominado pooling accounting, en el cual se agregan los activos y pasivos -valorados a coste histórico- de las dos empresas consolidadas sin que se recoja el valor de compra, por lo que la nueva empresa consolidada no tendría que hacer frente a la amortización del fondo de comercio.

 

Otra diferencia apreciable en EE.UU. se produce al contabilizar los gastos de I+D; ya que, si los mismos son generados internamente, se deben considerar como gastos del ejercicio sin que se puedan contabilizar como activos intangibles que en un futuro supondrán un incremento en la riqueza de la empresa, ya que generarán más cash flows vía nuevos productos y/o servicios. Sin embargo, si una patente fuese adquirida, entonces sí se mostraría en el balance, traspasándose vía amortización al resultado del ejercicio, en función de su vida útil. (Obsérvese que, a diferencia con la contabilidad americana, el Plan General de Contabilidad español sí permite, bajo determinados supuestos, la capitalización de los gastos de I+D).

Al referirse al valor del patrimonio neto, Damodaran afirma que la divergencia entre los valores de mercado y contable de la empresa, conforme pasa el tiempo, se hace cada vez mayor.

 

Respecto del tratamiento contable en EE.UU. de las deudas a largo plazo, este profesor opina que el valor libros de un préstamo a largo plazo o de un bono no se verá afectado -a diferencia de su valor de mercado- por variaciones en los tipos de interés. Dichas variaciones no se mostrarían en el pasivo del balance.

 

Al tratar los arrendamientos, Damodaran dice que la clasificación entre operativos y financieros -que a veces puede ser difusa- implica tratamientos contables muy diferentes entre ambos. En el primer caso, el gasto del alquiler se considera en su totalidad como gasto operativo, sin que se muestre activo o pasivo alguno en el balance. Por el contrario, en el segundo caso en el pasivo del balance se muestra la obligación referida al activo en cuestión -también dado de alta en el balance-, y se consideran como gastos financieros los intereses generados; y como gasto operativo, la amortización del bien en régimen de arrendamiento financiero.

 

Sobre el principio de correlación de ingresos y gastos, Damodaran señala que aquí reside una de las principales diferencias entre el beneficio y el cash flow generado, ya que, la empresa sólo considerará como costes del período, los consumos incurridos en la producción (por ejemplo, materias primas, mano de obra directa o costes generales de fabricación) cuando los bienes producidos se venden. Sin embargo, el tesorero tendrá que pagar las materias primas compradas, los sueldos y salarios de los empleados de producción y los costes generales de fabricación desembolsables, independientemente de si los productos fabricados han sido vendidos o permanecen en los almacenes de la compañía.

 

Por último, según Damodaran, la discrecionalidad sobre el período de devengo de determinados gastos de naturaleza no ordinaria, como son los gastos de reestructuración, puede condicionar igualmente el resultado del ejercicio.

 

Todas estas afirmaciones van en la línea de poner en duda la validez del beneficio como medida principal para conocer la riqueza de la empresa.

 

Fuentes bibliográficas:

 

Fernández, P. «Valoración de Empresas, 3ª edición». Ed. Gestión 2000.

Damodaran, A. «Investment Valuation, Third edition». Ed Wiley.

Damodaran, A. «Corporate Finance, Second Edition». Ed. Wiley.

Llorente, J.I. «Análisis de Estados Económico – Financieros». Ed. CEF.-