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Resumen

La asociación entre ética con el medio ambiente y competitividad organizativa a día de hoy ya no se configura como una excepción, sino como un factor común en los países desarrollados. Así, las empresas han entendido la importancia de superar las perspectivas puramente desarrollistas para pasar a tener un compromiso noble con el medio ambiente y con el entorno en el que se producen sus actividades. Las empresas hoteleras no son una excepción en este sentido, y realizan prácticas sostenibles con el medio, erigiéndose como ejemplos paradigmáticos a seguir.

1.- Introducción

Desde un pasado no muy reciente, la empresa, como organización con ánimo de lucro, tuvo un desarrollo muy importante y por tanto, también las empresas hoteleras. También cabe señalar que hasta hace unos años reinaba en el mundo empresarial un paradigma marcadamente desarrollista, protagonizado por un afán de conseguir el mayor montante posible (esto es, la consecución de beneficios exponenciales). Así, la búsqueda de beneficios continuos era el reto de las empresas. Este paradigma desarrollista ha sido claramente superado por un modelo de actuación respetuoso con el entorno y con el medio ambiente. De hecho, cabe señalar que las empresas hoteleras son de un modo muy claro las protagonistas de este giro, de este marcado cambio de tendencia en el mundo empresarial.

Este nuevo modelo reinante en la actualidad puede ser denominado como “paradigma de racionalidad ambiental”, en el que las prácticas empresariales, el entorno y la organización van claramente de la mano. Existen al respecto normas con unas enormes implicaciones prácticas (muchas de ellas plasmadas en documentos tan relevantes como las normas ISO, por ejemplo), en las que, por razones de espacio, no nos centraremos en esta contribución, pero que queremos hacer constar, por la relevancia de las mismas.

Este nuevo paradigma gira en torno a dos ejes: los seres humanos y los cambios y transformaciones ambientales que se producen en el medio. En este escenario, las empresas hoteleras son pioneras de la buena praxis empresarial. Parece lógico que sean los hoteles los que han iniciado este camino de tangibilizar prácticas respetuosas con el entorno, puesto que por la dinámica de su actividad, muchas veces se desarrollan en la naturaleza –pensemos en el caso de casas rurales o algunos balnearios-.

Hemos dividido nuestra contribución en varias partes bien diferenciadas. En un primer término y tras esta introducción, explicaremos algunos de los hitos más importantes en el desarrollo del turismo sostenible. A continuación, analizaremos las “tres sostenibilidades” aplicadas al turismo (enfoque económico, social y cultural) y por último, plantearemos la parte más práctica de nuestro estudio, es decir, la sosteniblidad de las empresas hoteleras, explicando con un epígrafe introductorio la sostenibilidad en nuestro país. Cerramos el artículo con un epígrafe dedicado a la explicación de las posibles tendencias de futuro que cabe vislumbrar. Por último, se añaden las conclusiones y el apartado de bibliografía.

2.- Turismo y sostenibilidad: algunos hitos en el desarrollo del turismo sostenible

Es bien sabido que el turismo puede definirse siguiendo varios criterios, pero desde una perspectiva puramente economicista, puede tipificarse como actividad económica. Partiendo de ello, podemos decir sin temor a equivocarnos que se configura como un fenómeno que ha ido adquiriendo progresivamente una presencia cada vez más importante en la economía internacional, siendo este sector para muchas naciones la partida económica con más peso. Partiendo de esta realidad, queda claro que se trata de un subsector que genera desarrollo y empleo, teniendo además mucha influencia en otros subsectores económicos (el denominado “efecto arrastre”).

De hecho,  el turismo no puede deslindarse de la economía global por lo que a día de hoy viene claramente tintado de un fenómeno planetario denominado globalización (puesto que las sociedades del momento han difuminado sus fronteras y barreras arancelarias cuestiones que vienen claramente asociadas a esta actividad económica y social de tan hondo calado).

Cuando hablamos de los insumos económicos que se derivan de la actividad turística en las regiones, es preciso traer a colación la importancia del entorno, de la capacidad de carga y de los límites del crecimiento. Pensemos que, en un pasado reciente, concretamente en el año 1972, se desarrolló la Primera Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente. Era la consecuencia lógica de una serie de fenómenos de gran calado internacional, entre otros: el inicio de la crisis energética, la firma del Convenio de París sobre el Patrimonio Mundial, Cultural y Natural, bajo la dirección de la UNESCO y la celebración en Estocolmo de la Primera Conferencia sobre el Medio Humano, entre otros hitos importantes.

Esta Conferencia marca un antes y un después en la forma de percibir el desarrollo económico, que adquiere unas connotaciones de mayor responsabilidad con la naturaleza y con el patrimonio inmaterial de los pueblos (el patrimonio intangible). Puede decirse que se trata de un punto de inflexión, puesto que a partir de esta Conferencia (y otras que se circunscribieron en la misma línea en forma de Cumbres Internacionales sobre medio ambiente y desarrollo humano) se implantó una tendencia de respeto hacia el entorno natural, entrando de lleno en el nuevo marco de desarrollo sostenible. El punto de mira crítico había estado en cierto modo posicionado en el turismo, puesto que esta actividad no siempre se había desarrollado de modo respetuoso con medio natural y había venido de la mano en muchas ocasiones de la expansión inmobiliaria y urbanística. Pero, tras estas cumbres, conferencias y reuniones internacionales, como decimos, se plantea que el único paradigma sostenible en el tiempo es el del desarrollo respetuoso con el medio, que puede ser tipificado como aquel crecimiento que no compromete el entorno ni el desarrollo social y que permite que el patrimonio ambiental y natural de los pueblos y regiones permanezca inalterado y pueda ser disfrutado por parte de las nuevas generaciones.

Las últimas publicaciones constatan y ponen de relieve que el desarrollo sostenible tiene tres pilares fundamentales en lo que se refiere a la sostenibilidad: la económica, la ambiental y la social.  Este aspecto lo trataremos con más detenimiento en el siguiente epígrafe.

Es bien sabido que el concepto de “sostenible” aparece por vez primera en el Informe Bruntland (1987), bajo el título “Nuestro futuro común” y que fue dirigido a la Asamblea General de las Naciones Unidas por la Comisión Mundial sobre Medio Ambiente y Desarrollo. Fue definido como: <<el proceso que satisface las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones para satisfacer sus necesidades>>. Otra definición interesante podría ser la que nos ofrece Troncoso (1992:2), para quien la sostenibilidad, y más específicamente el desarrollo sostenible podría definirse como: <<un estilo que busca en cada región soluciones específicas a problemas concretos tomando en consideración el entorno natural y cultural, atendiendo a las necesidades inmediatas y a las de largo plazo>>. Por su parte, la Unión Mundial para la naturaleza en el año 1991 también ha elaborado una definición muy operativa de este término: <<el proceso que permite que se produzca el desarrollo sin deteriorar o agotar los recursos que lo hacen posible. Este objetivo se logra, generalmente, gestionado los recursos de forma que se puedan ir renovando al mismo ritmo que van siendo empleados, o pasando del uso de un recurso que se genera lentamente a otro que lo hace a un ritmo más rápido. De esta forma los recursos podrían seguir manteniendo a las generaciones presentes y futuras>>.

Definiciones centradas específicamente en el proceso turístico son las que establecen Crosby y Moreda (1996) y Wall (1996).  Estos primeros autores, Crosby y Moreda (1996) señalan muy acertadamente que <<el producto turístico es una promesa de prestación de servicios básicos y complementarios en un tiempo concreto y en un entorno determinado. Es una promesa de uso del espacio natural y antrópico…>> (Citados por Abellán). Siguiendo ahora a Wall (1996) puede afirmarse que el turismo sostenible se erige como una suerte de ideología, una filosofía y que este turismo concebido desde la sostenibilidad y el desarrollo humano tiene mucho que ver con el contexto, es decir, con las circunstancias medioambientales y sociales, pero siempre tiene como factor común el desarrollo y el respeto al entorno.

Un hito que no podemos dejar de señalar en este epígrafe tiene lugar en el año  1995, cuando se elaboró la Carta de Turismo Sostenible en la Conferencia Mundial de Turismo Sostenible. Fueron formulados varios principios bien diferenciados, entre los que cabría destacar por su importancia cuatro:

  • El desarrollo turístico debe ser ecológicamente responsable
  • Es importante respetar las tradiciones de los pueblos
  • Es preciso apostar por la calidad
  • El turismo debe contribuir al incremento de la calidad de vida de la población

Concluiremos este epígrafe aportando una definición de la Organización Mundial del Turismo (OMT) de turismo sostenible. Concretamente, lo define del siguiente modo: <<aquel que atiende a las necesidades de los turistas y de las regiones anfitrionas presentes, al mismo tiempo que protege  y mejora las oportunidades para el futuro. Está enfocado hacia la gestión de todos los recursos de manera que satisfagan todas las necesidades económicas, sociales y estéticas, y a la vez que respeten la integridad cultural, los procesos ecológicos esenciales, la diversidad biológica y los sistemas de soporte de la vida>>. Por ello, la OMT distingue de una manera muy clara los impactos positivos y negativos de la actividad turística, tal y como queda de manifiesto en la siguiente tabla:

Resumen de los impactos socioculturales del turismo según la OMT

Tabla n º 1 / Resumen de los impactos socioculturales del turismo según la OMT

3.- Las “tres sostenibilidades” aplicadas al turismo

Tal y como avanzábamos en líneas anteriores y siguiendo ahora a autores especialistas como Mclntyre podemos considerar que el desarrollo sostenible (y dentro de él, lógicamente, el turismo sostenible) se basa en tres pilares bien diferenciados:

  • SOSTENIBILIDAD ECONÓMICA: Garantía de desarrollo económico perdurable
  • SOSTENIBILIDAD AMBIENTAL: Respeto al medio
  • SOSTENIBILIDAD CULTURAL: Preservación del patrimonio inmaterial de los pueblos

La expresión gráfica de esta triple categorización aparece reflejada en el siguiente gráfico:

Desarrollo sostenible

Figura nº1 / Desarrollo sostenible. Fuente: http://www.ideamerica.org/detail_art.php?id_detalle=212

 

En resumen, la idea más importante de lo dicho hasta ahora es que el turismo debe ser planificado y gestionado desde la perspectiva de la sostenibilidad, para conservar los recursos naturales y para que, en última instancia, se pueda conservar el capital humano.

El gráfico que acaba de exponerse está inspirado en el triángulo de Peter Nijkamp, un econometrista considerado uno de los autores con más proyección dentro del campo del desarrollo sostenible. Su famoso triángulo ha sido utilizado y reelaborado por muchos estudiosos del turismo para explicar las implicaciones ambientales, sociales y económicas de la actividad turística. A continuación se expone dicha ilustración:

El triángulo de Peter Nijkamp

Figura n º. 2 / El triángulo de Peter Nijkamp. Fuente: Nijkamp, 1990

 

4.- La sostenibilidad en nuestro país

Una vez establecido el marco general de la sostenibilidad en el mundo, cabe explicitar las peculiaridades o matices que tiene en nuestro país. En España en el año 1993 se produce un hito muy importante con relación a la sostenibilidad, puesto que tiene lugar la creación de EUROPARC-España,  como institución encargada de velar por la planificación y por la gestión integrada y eficiente de nuestros espacios protegidos, entendidos bajo la filosofía de compromiso con la sociedad y con el entorno.

Por su parte, en la Feria de FITUR tuvo lugar el inicio de la iniciativa “Travelife”, encargada de gestionar la sostenibilidad de operadores turísticos y agencias de viaje en general. Esta iniciativa estaba encargada, en concreto, de apostar por la calidad turística en destino teniendo siempre como piedra angular de la actividad turística el incremento de la calidad de vida de la comunidad anfitriona y del respeto por la naturaleza del destino turístico.

Tal y como señalábamos en líneas anteriores, el turismo es una actividad que, bajo determinadas tipologías, está estrechamente vinculada a la naturaleza, es el caso del turismo rural. En la tabla que se expone a continuación y siguiendo a Tous y Ciruela (2007) se exponen las normativas elaboradas desde algunas Comunidades Autónomas españolas para preservar el medio natural.

 

Normativa establecida por algunas Comunidades Autónomas para preservar el medio natural. Fuente: Tous y Ciruela (2007).

Tabla n º 2 / Normativa establecida por algunas Comunidades Autónomas para preservar el medio natural. Fuente: Tous y Ciruela (2007).

 

No cabe ninguna duda de que España se configura como un país modélico en lo que al turismo sostenible se refiere. Puede citarse como dato relevante que avala esta realidad el hecho de que cuenta con 38 espacios protegidos dotados de acreditaciones CETS en el ránking del total de países Europeos. Se trata, concretamente, de un ránking que incluye a aquellas empresas turísticas en función de su compromiso con la naturaleza, es decir, en el espacio protegido en el que desarrollan o tiene lugar su actividad. También puede decirse que nuestro país se ha posicionado como el lugar con un número más elevado de destinos turísticos de carácter ecológico de todo el continente europeo. Solamente la Comunidad Autónoma andaluza tiene en su seno veinte espacios naturales perfectamente certificados por la Unión Europea. Dado que España es un país de contrastes, podemos citar como ejemplo de turismo sostenible una Comunidad Autónoma situada en el Norte, Asturias, que tiene dos espacios naturales certificados igualmente por la Unión Europea, entre los que cabe destacar por su peculiaridad el Parque Natural de Redes (contando también con una gran importancia el Parque Natural de Somiedo).

5.- La racionalidad ambiental desde la perspectiva de los hoteles

Llegados a este punto, cabe preguntarse qué tendencias están mostrando los hoteles, pieza fundamental del sistema turístico. Si desde una perspectiva genérica el turismo está impregnado de la filosofía de la sostenibilidad, desde un enfoque concreto, los hoteles se configuran como paradigma de  buena praxis. Podemos iniciar este epígrafe señalando que Jaén ha sido tipificada como la región española con un turismo rural más sostenible y respetuoso con el entorno. Citamos el ejemplo de Jaén, pero podrían añadirse aquí múltiples ejemplos estandartes de la realidad del turismo sostenible.

Este contexto tiene mucho que ver con las actitudes de los turistas y visitantes, que buscan hoteles, restaurantes e infraestructuras responsables, de acuerdo con la ideología que reina en el ambiente, puesto que la sociedad ha entendido que, tal y como establece la OMT, las prácticas de turismo sostenible garantizan la buena gestión y conservación del entorno, lo que permitirá un uso continuado por parte de las generaciones venideras, a la vez que la producción de rentabilidad económica y creación de puestos de trabajo. En resumen, la buena praxis turística genera la satisfacción del visitante y evita problemas ambientales y socioculturales en el entorno en el que se desarrolla la actividad turística. Por este motivo los hoteles han comprendido que una buena forma de adquirir y posteriormente mantener el prestigio y, por ende, de fidelizar a la clientela, es mantener prácticas sostenibles.

Sin ánimo de extendernos demasiado, explicaremos aquí algunos de los factores que hacen que un hotel sea considerado como sostenible. Un hotel responsable lleva muy a gala la autenticidad, asociada a la calidad, ofreciendo productos turísticos distintos, personales y de los que se dimana un comportamiento responsable, es decir, aquel que tiene en cuenta por encima de la rentabilidad económica o de beneficios, la posible huella ecológica.

Por eso este tipo de hoteles suelen llevar a cabo reducciones innecesarias de coste en las instalaciones, a través de prácticas tales como la ecoeficiencia. Estos hoteles suelen llevar muy a gala la responsabilidad social corporativa, devolviendo a la sociedad beneficios y creando un mundo mejor, puesto que a través de sus prácticas sostenibles, conciencian a la población.

Dado que tenemos un espacio limitado, no queremos extendernos demasiado en la explicación de los criterios globales de turismo sostenible. Por ello, simplemente remitiremos al lector a dos documentos que recogen esta filosofía:

  • Global Sustainable tourism criteria for hotels and tour operators y
  • Global sustainable tourism criteria for destinations

6.- Tendencias de futuro

Explicado hasta el momento el escenario en el que nos estamos moviendo, ya podemos vislumbrar, en cierta manera, cuáles serán las tendencias de futuro. Dado que la actividad turística contribuye grandemente al desarrollo de los pueblos y al favorecimiento de la economía social a través de la creación de puestos de trabajo, todo apunta a que los países seguirán apostando por el turismo como actividad rentable, siempre de acuerdo con los planes de desarrollo sostenible. Además, el turismo, tal y como se ha señalado en esta contribución, genera el “efecto arrastre” respecto a otros sectores y subsectores, por lo que resulta especialmente importante que se configure como actividad reglada y planificada de manera integrada. Por este motivo se han implantado un sinfín de controles administrativos, encaminados todos ellos al mantenimiento de los recursos naturales.

Siguiendo a Santamarta (2000) se hace necesario implicar de lleno a las instituciones a la hora de formular los diversos planes de turismo sostenible -muchas de ellas, como se puede observar, afectan directamente a los hoteles-, que tienen que pivotar, entre otras, en las siguientes condiciones:

– Implicar a la población local

– Reducir al máximo la generación de residuos derivados de la actividad turística

– Utilización efectiva de paneles solares

– Realizar construcciones de carácter ecológico

– Promocionar el turismo local

7.- Conclusiones

Se ha mostrado en este artículo que el sector turístico y específicamente los hoteles (piezas clave del sistema turístico) se configuran como un ejemplo paradgimático de sostenibilidad turística y respeto al medio. Su filosofía de buena praxis pivota entorno a la autenticidad, la calidad y el comportamiento responsable -tamizado en muchos casos por la responsabilidad social corporativa-. Los hoteles españoles siguen una pauta muy precisa, en la que tienen en cuenta en el desarrollo de la actividad turística la huella ecológica, por encima de la consecución de beneficios e insumos económicos, superando de esta manera un modelo desarrollista que solamente es vestigio del pasado.

Los hoteles españoles se ha visto que ejecutan reducciones innecesarias de coste en las instalaciones, a través de prácticas tales como la ecoeficiencia. Por ello, estos hoteles, tal y como hemos manifestado en líneas anteriores, tienen como filosofía de vida la responsabilidad social corporativa, devolviendo a la sociedad beneficios y creando puestos de trabajo y perspectivas de futuro.

Bibliografía

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