El libro Periodismo cultural, editado por el CEF, Centro de Estudios Financieros y coordinado por Margarita Garbisu e Ignacio Blanco, pretende servir como un manual de procedimientos para el estudiante de periodismo sin que, por otro lado, se escatimen reflexiones sobre el actual estado de la profesión.

En él encontramos consideraciones sobre temas de actualidad como la idea de posverdad o el concepto de periodismo ciudadano; preocupaciones sobre el papel de la cultura en nuestra sociedad y, sobre todo, una serie de cuerdas de equilibrio sobre las que parece sostenerse, como buen trapecista, el periodista especialista en temas culturales: el valor de la imagen frente al de la palabra, el de la cotidianeidad que lo rodea frente a la alteridad que lo enriquece, el del rigor informativo frente a la fantasía, o el de su labor incómoda de opinador frente a la seguridad amniótica del útero empresarial.

Periodismo cultural aparece estructurado en dos bloques: “Géneros y canales del periodismo cultural” pretende dar cuenta de las principales características de esa rama del periodismo que es el periodismo cultural. Incluye los capítulos 1 a 4 y se organiza de acuerdo al canal de transmisión: texto escrito, audiovisual o digital, y según los géneros que lo protagonizan, como la entrevista o la crónica, para las que se reserva el capítulo 4. En el segundo bloque, llamado “Áreas informativas del periodismo cultural”, encontramos los otros siete capítulos, organizados en torno a las secciones tradicionales de la cultura: artes plásticas y escénicas, literatura, música y cine. A estos temas se añaden el filosofismo de “Periodismo de viajes” y el empirismo de “Fotoperiodismo y arte”.

El lector que se aproxime a esta obra con el objetivo de convertirse en periodista cultural encontrará la constante, a lo largo de los distintos autores que firman los capítulos, del perfil de un profesional con clara vocación social; sin complejos deontológicos; amante de los albures del mundo y de la diversidad humana; comprometido con el interés público frente a cantos de sirena empresariales. Toda una declaración de principios para el futuro profesional en una disciplina que se codea constantemente con la sospecha.

Pretender capturar la esencia de la siempre cambiante tarea periodística es casi tan utópico como querer abarcar el dilatado y dispar campo al que aplicamos el término cultura, por eso la mirada prudente y lúcida de Periodismo cultural a la disciplina, en estos tiempos y en estas latitudes, se antoja indispensable.