En las últimas semanas estamos escuchando constantes noticias sobre espionaje a partir de las revelaciones del periodista Glenn Greenwald, reveladas a su vez por el antiguo técnico de la NSA Edward Snowden. Ayer mismo el secretario de Estado para la Unión Europea, Íñigo Mendez de Vigo, se reunió con el embajador estadounidense en España, James Costos, para pedirle explicaciones por los posibles pinchazos a políticos y ciudadanos españoles.
Es posible que las acciones de Greenwald y Snowden se conviertan en un futuro en el guion de una película de éxito, de igual modo que la historia de Julian Assange y Wikileaks ha servido de argumento de El quinto poder, filme que se puede ver en estos días en las salas de cine. Dirigida por Bill Condon, la película se basa en dos libros: WikiLeaks: Inside Julian Assange’s War On Secrecy, escrito por los periodistas ingleses David Leigh y Luke Harding, e Inside Wikileaks: My Time with Julian Assange at the World’s Most Dangerous Website, escrito por el antiguo socio de Assange, Daniel Domscheit-Berg.
Se presentía que el filme no iba a ser del gusto de todos y, en efecto, desde un principio no fue del gusto del propio Assange, quien trató de convencer al actor Benedict Cumberbatch de que no aceptara el papel protagonista (esto es, encarnar a su persona). Afortunadamente no le hizo caso y Cumberbatch nos ha regalado una interpretación magnífica; otra cosa es que se acerque más o menos a la realidad, pues la cinta presenta a Assange como a un tipo extraño y egocéntrico, mientras que Domscheit-Berg – interpretado por Daniel Brühl- se muestra como el chico bueno del par.
Sea como fuera, la película analiza el inicio de todo -cómo se engendró Wikileaks-, al tiempo que reflexiona sobre la comunicación en nuestros días y sumerge al espectador en dos horas de puro entretenimiento. Solo por esto, merece la pena ser vista.
Doctora en Filología Hispánica. Decana de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanidades y Profesora en la Universidad a Distancia de Madrid, UDIMA.