El pasado 19 de mayo la Institución Libre de Enseñanza acogió un encuentro de profesionales, con el sugerente título Las revistas culturales en el horizonte digital, bajo la dirección de Manuel Ortuño, el presidente de la ARCE, y el escritor José Antonio Millán. Este último se ocupó de moderar las ponencias de los cinco participantes, cada uno de ellos vinculado con un medio diverso: Bruno Galindo, con El Estado Mental; Rosa Olivares, con EXIT; Ángel Luis Fernández Recuero, con Jot Down; Álvaro Delgado-Gal, con Revista de Libros; y Aloma Rodríguez, con “VidaCuturaIdeas” del semanario Ahora.

Casi sobra decir que el motivo de este encuentro fue reflexionar en voz alta sobre el estado de salud de las revistas culturales. La prensa diaria en papel lleva años en crisis por la irrupción de lo digital, crisis de la que no se han librado otras publicaciones y mucho menos las dedicadas al arte, los libros o la música. Sin embargo, a tenor de lo que pudimos escuchar el jueves, hay margen para la esperanzara porque hay margen para la pluralidad, tal y como allí demostraron los cinco ponentes.

Bruno Galindo explicó que El Estado Mental es una plataforma digital que alberga a diario pensamiento, ideas, ciencia, radio; que salió primero en papel para abandonarlo después, pero que la intención futura es regresar a él. Rosa Olivares, la segunda en intervenir, subrayó desde un principio que ella venía del pasado. Esta editora siempre se ha movido en publicaciones de arte, magnificas en forma y contenido, y dirigidas a un publico especializado; quizá por ello, fue la más negativa en su visión de la cultura, del periodismo, y de la rentabilidad y supervivencia de las revistas artísticas. A modo de antídoto, escuchamos después a Fernández Recuero, quien expuso que Jot Down nació como proyecto de negocio, y que en negocio se ha convertido; además de ofrecer la cultura desde una óptica fresca y cercana a la gente joven -añadió-, su revista da beneficios.

La segunda parte del coloquio acogió a Álvaro Delgado-Gal, director desde hace años de la Revista de Libros. Dejó bien claro que su cabecera siempre ha estado patrocinada, pero dejó también claro que la calidad y el rigor han sido sus guías y que, con la expansión de con las Nuevas Tecnologías, no le quedó otra que actualizarse. RdL nació en 1996, obviamente en papel, aunque con la crisis continuó solamente en digital para, desde no hace demasiado tiempo, combinar ambas versiones. Lo mismo que “VidaCuluraIdeas”, el suplemento de semanario Ahora, que presentó Aloma Rodríguez: formato sábana, estructura clara, esmero y corrección, y originalidad en el enfoque, concretó la editora.

El horizonte de la revista culturales no es alentador pero tampoco caótico, y aunque lo digital arrasa, los editores no se resignan a dejar el papel. Poco a poco, algunos regresan, con distinto formatos, temas o periodicidades; pero regresan (eso es lo que importa), aunque en convivencia con la red, los blogs, las redes y los demás ingredientes del virtual mundo de las comunicaciones.