La historia y el cine siempre han estado muy vinculados. Muchas vidas de personajes relevantes de la historia se han llevado a la gran pantalla, con mayor o menor éxito, y es una buena manera de dar a conocer a estas personalidades. Pues bien, el último en saltar al mundo del cine ha sido J. Robert Oppenheimer, destacado físico teórico estadounidense que ha permanecido en la historia por su papel en el desarrollo de la bomba atómica durante la Segunda Guerra Mundial.
Ahora, su vida y esas contradicciones que tuvo a la hora de desarrollar el arma más letal de todos los tiempos, está en la gran pantalla, de la mano del prestigioso director Christopher Nolan que ha firmado otras películas de la talla de Memento, Origen o las últimas películas de la saga Batman. En este caso, Nolan se ha centrado en la vida y obra de Oppenheimer, interpretado por Cillian Murphy, que se ha ganado las alabanzas de buena parte de la crítica.
Pero ¿quién era Oppenheimer? Este científico nació el 22 de abril de 1904 en Nueva York. Graduado en Harvard y doctorado en la Universidad de Gotinga, Oppenheimer se destacó en la física teórica, consolidando su reputación como intelectual brillante. Su carrera académica alcanzó su punto culminante cuando asumió la dirección del Proyecto Manhattan en 1942, un esfuerzo científico masivo destinado a desarrollar la primera arma nuclear.
La gestión de Oppenheimer durante el Proyecto Manhattan se caracterizó por su habilidad para coordinar a un equipo de científicos de élite, incluyendo figuras prominentes como Enrico Fermi y Niels Bohr. A pesar de los desafíos científicos y logísticos, logró mantener un ambiente de colaboración y secreto que permitió el rápido progreso del proyecto.
Sin embargo, la contribución más controvertida de Oppenheimer a la historia fue su papel en la creación de la bomba atómica, que culminó en los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki en agosto de 1945. Este evento histórico marcó un punto de inflexión en la guerra y dejó una huella indeleble en la conciencia mundial.
La bomba atómica generó un intenso debate ético y moral en la vida de Oppenheimer. Después de la guerra, su posición en el desarrollo nuclear evolucionó hacia una postura crítica. Expresó públicamente su preocupación sobre el uso indiscriminado de esta arma y abogó por el control internacional de la energía atómica. En concreto, en una carta a su amigo, el físico Leo Szilard, escribió: “Siento que estamos participando en un acto que puede destruir la civilización”. Asimismo, este científico quedó profundamente afectado por el uso de la bomba atómica y, en una entrevista posterior a la guerra, dijo: “La bomba es una cosa terrible. No puedo imaginarme cómo alguien podría usarla”.
Sin embargo, su vida dio un giro dramático durante la era de la Guerra Fría. En 1954, Oppenheimer fue sometido a una audiencia de seguridad, acusado de simpatías comunistas y falta de lealtad. A pesar de su contribución crucial al esfuerzo de guerra, fue privado de su autorización de seguridad y excluido de futuros proyectos nucleares.
La caída de Oppenheimer desencadenó un intenso debate sobre la libertad académica y la caza de brujas durante la era McCarthy. Aunque su reputación sufrió un golpe significativo, la historia ha reconocido la complejidad de su papel y las tensiones morales inherentes a la era nuclear.
El legado de J. Robert Oppenheimer perdura como un recordatorio de las complejidades éticas y morales asociadas con los avances científicos y tecnológicos. Su contribución a la física teórica y su gestión del Proyecto Manhattan han dejado una marca indeleble en la historia del siglo XX, al mismo tiempo que su ambivalencia y cuestionamientos éticos continúan inspirando reflexiones sobre el papel de la ciencia en la sociedad.