Archivos de Autor: Jesús

¿Hasta cuando las tonterías prehistóricas?

Estoy un poco cansado de leer en la prensa noticias de temática prehistórica intrascendentes o, en el peor de los casos, falsas y tendenciosas.

Esto se debe, a veces, a que los equipos de investigación recurren a la noticia «inflada» y triunfalista para conseguir una financiación de la que cada vez están más necesitados. En otras ocasiones, como es el caso que quiero comentar ahora, es por la pura ignorancia de personas que «padecen» de una visión distorsionada de lo que realmente ocurría durante la Prehistoria.

El caso es que cada dos por tres hay que leer, atónitas o atónitos, noticias como la que ha aparecido recientemente en la prensa y cuyo link os pongo aquí para que os solacéis.

¡Que no, señor Nance!, ¡que no! que el señor ese que le dijo lo de la dieta paleolítica le estaba tomando el pelo. En aquellos tiempos las personas comían lo que podían: carne más bien poca, porque no era tan fácil cazarla; carroña de animales muertos que encontraban, un poco más; y sobre todo, señor Nance, VEGETALES!!!

Y no es que lo diga yo. Es que la Prehistoria (que es una ciencia cada vez más exacta gracias a la participación de las ciencias de la naturaleza y físico-químicas), y dentro de ella la paleoantropología física, lo demuestran de forma inequívoca: los patrones de desgaste dental son claros y contundentes al mostrar el consumo habitual de vegetales de muchos tipos.

Así que señor Nance, déjeme que le diga que usted no está siguiendo una dieta paleolítica. Documéntese primero, y luego coloque su dieta en el lugar que le corresponda. Pero en el Paleolítico no, porque aquellas gentes eran, sobre todo omnívoras; de no ser así, no estaríamos donde estamos…

Atentamente,

Dr. Jesús Alberto Arenas

Profesor de Prehistoria de la Universidad a Distancia de Madrid

Udima visita a los «Príncipes Celtas»

El pasado mes de mayo, varios profesores  de la Udima (guiados por el profesor de Prehistoria Jesús Arenas) hicieron un viaje a Alemania. El objetivo era visitar algunos yacimientos arqueológicos para recopilar información de primera mano sobre la cultura céltica centroeuropea; información y material audiovisual con el que mejorar la oferta docente de Prehistoria de nuestra universidad.

El enclave más importante fue la tumba principesca de Glauberg, en las inmediaciones de Frankfurt am Main. Se trata de un gran túmulo de tierra en cuto interior se halló una cámara funeraria que, además del cadáver del «príncipe», se hallaron multitud de objetos suntuarios que componían su ajuar funerario.

Túmulo principesco de Glauberg, del siglo V a.C. Los postes de madera visibles en primer término son modernos, pero han sido repuestos en los agujeros de los que originalmente hubo allí; un conjunto que, posiblemente, cumpliese la función de observatorio astronómico.

Además de Glauberg, el «Equipo Udima» hizo una incursión (pacífica, por supuesto) en el Museo Arqueológico de Colonia, que contiene una de las mejores colecciones de arqueología romana del mundo. En ese espacio, el profe Arenas tuvo la oportunidad de fotografiar una gran cantidad de material arqueológico que, por su puesto, se implementará de inmediato no sólo en las aulas de Prehistoria, sino también en otras áreas de conocimiento como es la Epigrafía y la Historia de Roma.

El profe Arenas desarrollando una intensa labor de «espionaje industrial» en el Museo de Colonia.

Como ejemplo de lo conseguido, baste citar un dato: la colección prehistórica de Colonia incluye todos los tipos de hachas metálicas de la Edad del Bronce centroeuropea; un material que los alumnos de Prehistoria del próximo semestre van a poder aprovechar, de primera mano y sin problemas de copyright…

Poco a poco llegaremos muy lejos.

Conferencia sobre Poblamiento y Sociedad en Prehistoria

El pasado día 26 de enero se pronunció en el Museo de Guadalajara la conferencia «Poblamiento y Sociedades Prehistóricas en el Alto Tajo«, a cargo del profesor de Prehistoria de la Udima Dr. Jesús A. Arenas Esteban.

El Dr. Arenas en faena

Con este evento, al que asistió una gran cantidad de público, se abría el ciclo de conferencias «El Alto Tajo Antes de Roma«, inserto en el programa de actividades planteadas en torno a la exposición arqueológica con el mismo título, que ha sido comisariada por el mismo Dr. Arenas y que permanecerá abierta hasta el mes de marzo en el Palacio del Infantado de Guadalajara.

Programa Conferencias

Esta exposición ha despertado un enorme interés no sólo entre los investigadores dedicados al tema, sino también entre el público en general, ya que el montaje ha sido concebido desde una perspectiva eminentemente antropológica. Esto quiere decir que tanto los paneles temáticos como los materiales arqueológicos originales que los acompañan se presentan junto a objetos pertenecientes a la cultura campesina tradicional de la zona del Alto Tajo, lo que facilita la comprensión de los contextos prehistóricos comentados en la muestra.

Vista general de una de las salas de la exposición

Una opinión bastante generalizada es que es una exposición «divertida», así que os animo a que os pasesis por allí y disfruteis un rato de la nueva visión sobre la Prehistoria reciente que se ofrece en la exposición.

CARPE DIEM

El paso del tiempo es una constante de nuestra cultura. Y no me refiero ahora al tiempo físico-matemático, sino al vital; a ese breve lapso por el que discurren nuestras vidas. Es un leitmotiv que está presente a lo largo de toda nuestra historia, condicionando nuestras formas de pensamiento desde la Antigüedad. Los historiadores somos conscientes de ello y, por lo tanto, reconocemos las referencias a ese tiempo en múltiples manifestaciones culturales (pictóricas, escultóricas, literarias, etc.) producidas, como digo, desde la Antigüedad hasta nuestros días.

Pero por si alguna vez nos olvidamos de esa contingencia, “los elementos” se conjuran a veces para recordárnoslo.

Hace poco tiempo, tuve la oportunidad de visitar el Museo Arqueológico Nacional de Atenas; un lugar en el que se exhiben las primicias de lo que, por lo que a los europeos nos toca, fue una de las más importantes civilizaciones de la Historia: la griega. La colección que contiene es apabullante pero, como todas las colecciones custodiadas en los museos arqueológicos, transmisora de una inquietante sensación de inmovilismo e inutilidad.

Pero la Historia campa por sus respetos incluso en esos depósitos de civilización. Y fue en ese museo donde pude contemplar con estupefacción uno de los mejores ejemplos del paso del tiempo vital, que se impone implacable a la belleza estática de la piedra.

Es en uno de los patios de ese museo donde se muestra una colección de esculturas griegas rescatadas del mar. Eran transportadas a algún lugar en un barco que se hundió junto a la isla de Antikythera en el siglo II a.C. Y es ahí, en el fondo del mar, donde permanecieron hasta ser halladas a principios del siglo XX. La acción erosiva del salitre y otros agentes biológicos han degradado el prístino mármol de todas esas figuras hasta borrar su forma original casi por completo. La forma de todas menos una, que debió quedar semienterrada en el fondo marino, de forma que la mitad de su volumen quedó a salvo del deterioro.

El resultado de ese fenómeno es el que podéis contemplar en la imagen: una inmensa aunque casual apología a los efectos que el paso del tiempo produce en las personas a lo largo de su vida.

En el 65 a.C., unos pocos años después del naufragio del barco cargado de estatuas, venía al mundo un hombre llamado Horacio; el poeta latino que, sin saber lo que estaba ocurriendo en las profundidades del mar Egeo, escribió en su madurez una oda que refleja a la perfección lo que nos pasa a las personas a lo largo de la vida; lo que le pasaba a él y lo que le estaba pasando al joven de mármol sepultado bajo las aguas:

No preguntes, Leucónoe ‒pues saberlo es sacrilegio‒,
qué final nos han marcado a mí y a ti los dioses; ni consultes
los horóscopos de los babilonios. ¡Cuánto mejor es aceptar lo
que haya de venir! Ya Júpiter te haya concedido unos cuantos
inviernos más, ya vaya a ser el último el que ahora amansa
el mar Tirreno con los peñascos que le pone al paso, procura
ser sabia: filtra tus vinos, y a un plazo breve reduce tus
esperanzas. En tanto que hablamos, el tiempo envidioso habrá

escapado; disfruta del momento, sin fiarte para nada del mañana.

El mar, Horacio, el Joven de Antikythera, la Historia… nosotros.

Egipto, Egiptología y el todopoderoso Zahi Hawass

El pasado día 4 de marzo, en plena debacle del gobierno de Hosni Mubarak, uno de los miembros más mediáticos y mundialmente conocidos del régimen saliente anunciaba en una vehemente rueda de prensa (como casi todas sus intervenciones en público) el abandono de sus responsabilidades al frente del Consejo Superior de Antigüedades Egipcias. Me estoy refiriendo al egiptólogo Zahi Hawass, quien durante los últimos diez años había gestionado el inmenso patrimonio histórico de Egipto.

El principal argumento que el propio Hawass adujo para justificar su renuncia fue la trágica situación de vulnerabilidad a la que habían quedado expuestos los yacimientos arqueológicos tras la revuelta popular del 25 de enero. Se podría deducir de esta postura un interés honesto por lo que el patrimonio arqueológico egipcio supone para el país en particular y para la humanidad en general. Pero como arqueólogo que ha trabajado más de 5 años en Egipto, que ha visto hasta donde le han dejado ver y que sigue manteniendo fluidos y regulares contactos con colegas de aquel país, me veo en el derecho (y la obligación) de reflexionar sobre esa argumentación.

Me explico: es posible que una buena parte de los que lean esto hayan visitado las pirámides de Giza, o el Valle de los Reyes, o cualquier otro de los cientos de monumentos visitables del Egipto faraónico. Y que todos hayan acabado la visita con una sensación incómoda debido al acoso de niños, señores con galabeya (es como allí se llama a la chilaba) e incluso miembros del cuerpo de policía. Sin posibilidad de extenderme en explicaciones, solo consignaré dos detalles:

1º) Que esos niños y esos señores son «privilegiados» a los que se les permite (previo pago de la correspondiente comisión) colarse en los recintos arqueológicos para ver si pueden arañar unas libras.

2º) Que al menos hasta el día 25 de enero de 2011, el sueldo mensual de un policía normal (de esos que están destinados en los yacimientos arqueológicos y se ponen tan pesados) era de 450 libras egipcias. Si tenemos en cuenta que la entrada INDIVIDUAL a la pirámide de Keops es de 150 libras egipcias, es fácil deducir que con tres personas que entrasen al día se habría obtenido el sueldo de un policía. El problema es que a Keops entran más de 500 personas diarias (por más que haya un cartel que diga que el aforo máximo diario es de 150 personas).

Si al señor Hawass le hubiese interesado tanto el patrimonio egipcio, habría dedicado sus esfuerzos a que al menos una parte de los ingresos derivados del turismo se reinvirtiesen en el mantenimiento ya no sólo del patrimonio arqueológico, sino de la sociedad que legítimamente es su propietaria y principal beneficiaria: el pueblo egipcio. Pero las imágenes que acompañan a este texto hablan de una realidad mucho más cruda. Muestran las acumulaciones de basura que se prodigan en muchas de las tumbas de las necrópolis de Sakkara y Giza.

Basura en Giza

Las cámaras basurero de Sakkara

Una parte pequeña de esos ingresos hubiese bastado para contratar a un equipo de mantenimiento que limpiase y cuidase esos monumentos, lo cual a su vez habría redundado en beneficio no solo de la integridad de esos monumentos, sino de la sociedad egipcia en su conjunto.

El día 4 de Marzo Zahi Hawass renunciaba a su cargo declarando que «si el Gobierno me lo pide otra vez, no aceptaré este empleo». 26 días más tarde, el 30 de marzo de 2011, aceptaba otra vez el cargo ante la necesidad de proteger el expoliado patrimonio arqueológico de los egipcios. Cuando vuelva a Egipto, que será dentro de poco, iré a ver si ese regreso ha redundado en beneficio de la población egipcia y los monumentos entre los que nació. Ya os lo contaré…