La Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó el 30 de noviembre por abrumadora mayoría el reconocimiento del Estado Palestino como no miembro de la organización. Desde 1974 Palestina gozaba de estatuto de observador en la ONU, como “entidad”, pero sin que se hubiese logrado un reconocimiento expreso como Estado. El reconocimiento como Estado es, por un lado, un éxito más a nivel diplomático en la lucha Palestina por consolidarse como Estado y conseguir su completa independencia y autogestión; y por otro lado, es una puerta abierta a cuestiones más prácticas, como el logro de nuevos reconocimientos de otros Estados, o el acceso a determinadas agencias y organismos de las Naciones Unidas.

Para que el reconocimiento de un nuevo Estado sea lícito a nivel internacional el Estado naciente tiene que contar con los elementos básicos que el derecho internacional le exige a toda entidad que considera “Estado”, esto es, ha de tener un territorio, una población y una organización política estable. A partir de este momento, el reconocimiento o no del nuevo ente es una cuestión meramente política. En el caso de Palestina, hasta la fecha había logrado el reconocimiento bilateral de 132 Estados, con los que podía mantener no sólo relaciones comerciales (para las que no hace falta el reconocimiento político), sino también relaciones políticas de igual a igual. Con el reconocimiento en la Asamblea General de las Naciones Unidas, Palestina gana nuevos reconocimientos políticos (seis Estados más, al votar a favor, reconocen el estatuto de Estado de este territorio, entre ellos España), así como la posibilidad de acceder a algunas organismos del sistema de la ONU, entre ellos la Corte Penal Internacional, que es el organismo encargado de investigar los delitos de genocidio o de lesa humanidad.

Desde el punto de vista político, el éxito viene acompañado de múltiples presiones para el gobierno palestino a corto plazo, así la política más agresiva que ha adoptado Israel sobre los territorios ocupados, o las amenazas de Estados Unidos a seguir apoyando económicamente a las agencias de Naciones Unidas que admitan a Palestina, incluso la labor diplomática de Inglaterra, Holanda, o Francia para evitar que el nuevo Estado demande a Israel ante la Corte Penal Internacional.