Parece que las obligaciones de los padres en relación con sus hijos están perfectamente delimitadas en el art. 154 del Código Civil: velar por ellos, educarles y procurarles una formación integral y siempre en interés de los hijos y si para protegerlos tienen que violar su derecho a la intimidad, tendrán que hacerlo porque si violan la intimidad de otros menores en las redes sociales, serán ellos los que tendrán que asumir la responsabilidad civil y pagar.

Y partiendo de que el concepto de edad es algo relativo, no nos olvidemos que al haber cumplido 14 años son responsables penalmente y pueden ser juzgados y condenados, por lo que tal vez tengamos que tratarlo en otro sentido y que sean los mismos menores los que asuman las consecuencias de un uso irresponsable de las redes o de sus propios teléfonos.

Tenemos asumido que cuando “el que la hace” es un menor, lo normal es que sean los padres o en su caso, los tutores, los que abonen las indemnizaciones. No obstante, si la obligación comprende deuda y responsabilidad y el menor es sujeto de derechos y obligaciones, a lo que se añade que el art. 1902 del Código Civil no exige capacidad de obrar para que el que cause un daño este obligado a repararlo, conlleva que el menor en la esfera extracontractual es imputable y puede responder civilmente junto a sus padres. Mas cuando la propia Ley de Protección Jurídica del Menor establece que los menores de acuerdo a su edad y madurez deberán asumir y cumplir los deberes, obligaciones y responsabilidades.

Por ello, si incumplen sus deberes deben ser responsables de sus actos dañosos y en vez de sobreprotegerles, enseñarles a asumir responsabilidades.

Planteemosnos que el menor de hoy en día discierne mucho del que tenia en mente el legislador cuando se promulgo el Código Civil y tal vez los padres no tengan todos los medios para evitar que sus hijos cometan daños en determinados ámbitos como pueda ser el ciberespacio. Y es que no existe seguro de responsabilidad civil que cubra los posibles hechos dañosos de los hijos, y claro está, que lo más cómodo es condenar a los padres.