Llevo varios días sin escribir. Se había convertido en una rutina hacerlo a primeras horas de la mañana. No ha sido por falta de inspiración. Cada noticia que leo o escucho me sugiere una idea que exponer. Sin embargo, como casi todo lo que leemos está relacionado con el bicho, o con otros bichos casi tan tóxicos como el “coronabicho”, que es como mi nieta llama al consabido virus, he preferido dedicar mis líneas de hoy a otros asuntos menos recurrentes.
Pero no he dejado de escribir solo por el anterior motivo, además ha habido otro mucho más importante. Le he dedicado las horas de escritura a trabajar en un vídeo. ¿Seguimos en la industria del ocio? No. En realidad, he estado trabajando en un vídeo profesional, muy profesional incluso, visto el resultado final. Es realmente sorprendente lo que se puede hacer con la tecnología actual y sin salir de casa. El actor principal, gran profesional y mejor persona, era, hasta hace tres o cuatro días, lo que podríamos llamar un analfabeto tecnológico. Le costaba encontrar el símbolo @ en el teclado del ordenador. Minimizar o maximizar una pantalla eran casi misión imposible, hacer una slide, una tarea ciclópea, y os garantizo que no estoy exagerando lo más mínimo.
Si tenéis un poco de tiempo libre, algo que no escasea estos días para la mayoría, os animo a que veáis el resultado de este trabajo y juzguéis vosotros mismos.
Nuestro actor principal nos ha agradecido no menos de cincuenta veces, tantas como las sombras de Grey, la ayuda que le hemos prestado para llegar a conseguir el objetivo buscado. En mi opinión se ha conseguido un resultado rayano en la excelencia, pero no soy, ni quiero serlo, objetivo en este caso. Hasta aquí he hablado de trabajo, pero ha sido mucho más que eso, ha sido un entretenimiento que nos ha permitido enseñar algo a quien nada sabía de informática, reírnos mucho, compartir unos ratos divertidos y pasar de una forma diferente unas horas de este confinamiento del que cada día que pasa nos queda uno menos. Actitud positiva siempre.
Hemos quedado los tres implicados, el actor, que además ha sido guionista, y sus dos asesores en realización y montaje, en que, una vez superada la crisis, lo celebraremos en un buen restaurante. Ha dicho que invita él, que lo que ha hecho le parece casi imposible y que nuestra ayuda y nuestro ánimo ha sido imprescindible para llegar a la meta. Es posible que así sea, pero el favor ha sido mutuo. Así que ya discutiremos quien paga. O, mejor todavía: para evitar discusiones innecesarias, podemos hacer tres comidas y de paso contribuiremos a recuperar el consumo y ayudaremos a los hosteleros, uno de los muchos sectores afectados por la crisis del bicho.
Es verdaderamente admirable todo lo que se puede conseguir con la voluntad de hacerlo. El lema debe ser “Si quiero, puedo”. No sabemos de lo que somos capaces hasta que nos ponemos a hacerlo. Nuestro actor se ha iniciado en algo a lo que se negaba a entrar, el laberinto de la informática, pero a partir de aquí, vencido el pánico, ya no hay límites. El límite lo pondrás tú.
Esto me ha llevado a recordar una gran película, sin duda una de las mejores del género carcelario, La leyenda del indomable, con esa secuencia de los huevos duros que es todo un clásico. El intérprete principal, Paul Newman, hace un papelón difícil de olvidar. Os recomiendo que volváis a verla aprovechado estos días, ya que será difícil encontrar a alguien a estas alturas que no haya visto una o varias veces este peliculón. Y además, con Paul de “prota”, uno de los actores favoritos de mi agente literaria, de la que no me separo desde hace veinte días y, por supuesto, de los más guapos de la historia de Hollywood.
Si os ha dado por el cine carcelario podéis continuar con Brubaker, otro de los clásicos de este género, protagonizado por el no menos guapo Robert Redford. Son muchas las películas ambientadas en cárceles. A la memoria de cualquiera vienen inmediatamente Fuga de Alcatraz, La gran evasión, la española Celda 211, y un largo etcétera, hasta mis favoritas, Shawshank Redemption, traducida como Cadena perpetua, si bien en este caso la versión original es, como casi siempre, mucho más recomendable que la doblada.
Y por otra, Sleepers, protagonizada por Robert de Niro, un jovencísimo Brad Pitt y Kevin Bacon. A este último lo podéis ver también en la serie City on a Hill, disponible en estos momentos en alguna de las plataformas de televisión digital. Dura serie, ambientada en Boston con la corrupción policial y los gánsteres como trasfondo, más que en las cárceles, pero también muy recomendable para quien guste de este género de cine.
Entretenimientos varios para estos días, pero si os habéis quedado con la curiosidad por conocer al actor que más ha progresado en los últimos tiempos en el campo de la tecnología, aquí os lo dejo el vídeo y su enlace para verlo.
El tema no es carcelario, al menos en principio. Las modificaciones de normas mercantiles surgidas como consecuencia de la situación actual son su argumento. Pero el incumplimiento de las normas puede llevar a la comisión de delitos por parte de los administradores, e incluso llevar aparejadas penas de cárcel. Nunca se sabe.