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El Índice DESI de Economía y Sociedad Digitales en España

Desde el año 2014, la Comisión Europea supervisa los avances digitales de los Estados miembros a través de los informes del Índice de la Economía y la Sociedad Digitales (DESI). Los informes DESI incluyen tanto los perfiles por país como capítulos temáticos.

El DESI es un índice compuesto que resume los indicadores relevantes sobre el desempeño digital de Europa y rastrea la evolución de los Estados miembros de la Unión Europea en competitividad digital. Las áreas de análisis de los informes DESI comprenden: Conectividad y evolución del mercado de banda ancha, capital humano y habilidades digitales, uso de servicios de Internet por parte de los ciudadanos, integración de la tecnología digital por parte de las empresas, servicios públicos digitales e investigación y desarrollo de TIC.

Una de las principales conclusiones del informe DESI 2020 es que, en el año 2019, todos los países de la UE mejoraron su rendimiento digital. Finlandia, Suecia, Dinamarca y los Países Bajos obtuvieron las calificaciones más altas y se encuentran entre los líderes mundiales en digitalización. A estos países les siguen Malta, Irlanda y Estonia. Sin embargo, otros países aún tienen un largo camino por recorrer y la UE en su conjunto necesita mejoras para poder competir en el escenario mundial.

El informe destaca que España ocupa el puesto número 11 entre los 28 Estados miembros, pero está en la segunda posición en la UE en materia de servicios públicos digitales gracias a la oportuna aplicación de una estrategia digital por defecto en toda su administración central. Por otro lado, está por debajo de la media de la UE en los indicadores de capital humano, y aunque está mejorando su puntuación, casi la mitad de la población española carece todavía de competencias digitales básicas y un 8 % nunca ha utilizado Internet.

En este sentido, en España los niveles de competencias digitales básicas siguen siendo ligeramente inferiores a la media europea. Además, un 43% de las personas entre 16 y 74 años carecen de competencias digitales básicas (frente a la media del 42%). El porcentaje de especialistas en TIC en el empleo total aumentó y ahora se aproxima a la media de la UE (un 3,2% frente al 3,9%). También el porcentaje de titulados en TIC de España, que actualmente representa el 4% del total. El porcentaje de mujeres especialistas en TIC sigue estancado en un mero 1,1% del empleo femenino.

Para avanzar en el desarrollo de las competencias digitales, el Gobierno de España, a través del Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital trabaja en una nueva estrategia de capacitación digital con una estructura basada en seis pilares: 1) competencias digitales para la ciudadanía e inclusión; 2) competencias digitales para la educación; 3) competencias digitales para una empleabilidad sostenible; 4) competencias digitales y pymes; 5) especialistas digitales (empleo y productividad); y 6) competencias digitales y género.

En cuanto a este capítulo de las competencias digitales, el informe concluye que España necesita técnicos de cualificación media o alta para aumentar su capacidad de innovación y garantizar una transición fluida a un entorno económico cada vez más digitalizado. Esto se logra a través de la mejora de la capacitación y el reciclaje profesional, y la reducción de la importante brecha de género.

Solo así  España podrá tener protagonismo en el dinámico entorno digital y aprovechar los beneficios de la economía digital. Porque, como señala el propio informe, la pandemia de COVID-19 “ha puesto de manifiesto la importancia de los activos digitales para nuestras economías y el modo en que las redes y la conectividad, los datos, la inteligencia artificial y la supercomputación, así como las competencias digitales básicas y avanzadas, sustentan nuestras economías y nuestras sociedades”.

 

Toda la información la tenéis aquí. Y todos los datos aquí.

Formación digital en la empresa: adaptación, estrategia y éxito

Transformación digital, formación y Responsabilidad Social Corporativa

 

 – Javier Santos

(alumno de UDIMA que finaliza el Grado en Administración y Dirección de Empresas).

Tras más de 10 años de experiencia laboral en un campo decido muy específico decido cambiar radicalmente de profesión y lanzarme al mundo del desarrollo informático, en concreto utilizando la tecnología RPA (robotic process automation), lo cual encuentro muy fascinante y con mucho futuro por delante.

Desde dentro veo mucho más claro el potencial, las fuertes inversiones de las grandes empresas que reflejan la apuesta por esta nueva era de la digitalización… Y surge la gran duda: ¿Cuántos puestos de trabajo resultarán afectados incluso amenazados con desaparecer en el corto-medio plazo? ¿Sabremos afrontar los nuevos tiempos y adaptarnos a ellos? ¿Nuestra organización y nuestra gente están preparados? ¿Qué está haciendo la competencia?

Es por ello que decido centrar mi trabajo de fin de grado en un aspecto muy importante para esta nueva etapa de digitalización. Algo muy estrechamente relacionado con la Responsabilidad Social Corporativa (RSC) y con la adaptación de la empresa al entorno dinámico, cambiante y cada vez más complejo, como es la elaboración de un plan de formación para la adaptación a la nueva era de la transformación digital.

Como todo proceso, toda técnica y estrategia en la empresa, un plan de formación contará con las etapas de: detección de necesidades, planificación y priorización, organización, puesta en marcha, y por último control y evaluación de los resultados. Por muy buenos resultados que se esperen de un plan de formación, los recursos son siempre limitados, y en primer lugar se debe tener muy claro qué competencias son las que se desean obtener o mejorar, así como la población a la cual vamos a priorizar.

En este proceso la empresa debe conocerse muy bien, saber qué puestos tiene, con qué trabajadores cuenta. El éxito de una empresa, y de forma particular de las políticas de recursos humanos, pasa por el alineamiento de los objetivos de los trabajadores con los objetivos de la empresa. Por lo tanto, el plan de formación que establezco pasa por las mencionadas fases buscando precisamente este objetivo: que la empresa se conozca a sí misma y a sus trabajadores, sus puestos… Que detecte las necesidades, priorice, valore las mejores opciones de formación y defina a qué trabajadores impartirá qué formación concreta. Y posteriormente que evalúe si se ha tenido el éxito esperado, las desviaciones que existan y establezca conclusiones.

La formación es de los aspectos más importantes en el mundo empresarial asociándose con la adaptación al entorno. Por mi experiencia laboral, en muchas ocasiones está tristemente ausente o se limita a un número muy reducido de personas. La formación es de las mejores inversiones que una empresa puede hacer. De hecho, así lo demostramos los alumnos de UDIMA dedicando un gran esfuerzo y tiempo para adquirir los conocimientos, las competencias y el título que tanto deseamos. Y en el fondo, sabemos que va a merecer la pena y que invertir en nosotros mismos en este aspecto será una buena inversión.

Si para una persona es importante, cómo no lo será para una empresa formada por miles de profesionales, y más cuando sabemos que los puestos de trabajo están en constante evolución. Muchos de los puestos que ocupamos hoy hace 20 o 30 años no existían. Lo mismo ocurrirá dentro de un tiempo, muchos de nuestras ocupaciones actuales dejarán de existir y serán sustituidas por otras.

Formación es adaptación, conocimiento, alineamiento, entendimiento, estrategia y éxito.