El Bitcoin, en general el fenómeno de las criptomonedas, es una de las realidades más interesantes de observar en los últimos meses, y así lo han hecho los medios de comunicación, generalistas o no, atraídos por su impresionante revalorización en 2017.
Aparte de sus particularidades técnicas, especialmente el descubrimiento para el gran público del Blockchain, y del comportamiento alcista de su cotización, resulta interesante ahondar en sus particularidades económicas. Nos fijamos en tres:
1. Supongo que Satoshi Nakamoto, el misterioso creador del Bitcoin, será un hombre de perfil técnico, probablemente informático. Pero es interesante cómo ha limitado la oferta de Bitcoins que los mineros digitales pueden extraer con sus ordenadores, a una cantidad fija. Alguna noción de teoría monetaria debe tener y, muy posiblemente haya leído,o se haya dejado aconsejar por alguien que lo haya hecho, a Milton Friedman.
2. Internet siempre ha tenido algo de tierra de libertad y los desarrollos que se han realizado a su sombra son , en muchas ocasiones, molestos para la legalidad vigente, los gobiernos y los reguladores, que ven cómo el nuevo invento se escapa a su control si se descuidan. Bitcoin es un sistema de creación de moneda que excluye al monopolista del dinero de base, los bancos centrales. Desconozco si Nakamoto conoce la Escuela Austriaca de Economía y los trabajos de Hayek, especialmente “La Desnacionalización del Dinero”, pero a lo mejor algún conocedor le dio ideas.
3. El debate a día de hoy, 19 de enero de 2018, con el Bitcoin habiendo perdido en solo dos días el 50% de su valor, es si el Bitcoin es una moneda o únicamente el activo especulativo más intangible de la historia. A día de hoy, no es una moneda, porque no es un medio de cambio, no tiene la aceptación de los usuarios para serlo. Nadie, o casi nadie, compraba con Bitcoins a finales de diciembre, pues todo el mundo quería quedarse con la moneda que ganaba valor cada semana. Nadie aceptará Bitcoins como pago si la burbuja se desinfla tan rápidamente como ha sucedido estos días. Tampoco es una unidad de cuenta, pues imposible hacer cálculos con algo que hoy vale 20.000 dólares y mañana 10.000. Solo nos queda el depósito de valor. Parece un activo y parece una burbuja.
Únicamente si, una vez deshinchada la burbuja, la economía real se desarrolla en torno al Bitcoin y aparecen empresas dispuestas a una emisión y gestión no especulativa, aunque rentable, usuarios confiados en el medio de cambio por un comportamiento no errático del valor del mismo durante un espacio suficiente de tiempo, y reguladores que esculpan la efigie del César en la cara de la criptodivisa, tendremos una nueva y curiosa moneda, sin ningún tipo de valor de uso anterior y descentralizada. Un hito en la historia del dinero sin duda. Si, por el contrario, el Bitcoin se deshincha y tiende a su valor de uso, cero, tendremos la primera burbuja de nada de la historia de la especulación. Ni siquiera nos quedará un triste tulipán.