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Atlas Concursal 2021

Atlas Concursal 2021: agilizar la salida de insolvencia de autónomos y micropymes

El Consejo General de Economistas de España (CGE), a través del Registro de Economistas Forenses (REFOR), presentó este martes el estudio Atlas Concursal 2021. El documento recoge los últimos datos sobre las principales variables relacionadas con la insolvencia en nuestro país. Al calor de sus resultados, los economistas ven necesario «potenciar mecanismos que agilicen la salida de la insolvencia para autónomos y microempresas». No en vano, son las que ostentan «el mayor peso concursal» en nuestro país, advierten.

El documento, elaborado por este órgano especializado en materia de insolvencias, analiza su evolución en España en los últimos años, y hace una comparativa por comunidades autónomas y con otros países. Los primeros datos no son buenos: se estima que España sea el primer país del mundo en materia de insolvencias para 2021, con un 24% más frente a 2019. Para 2022 estaríamos entre los diez primeros (con un aumento del 26%).

El acto ha contado con la participación del presidente del CGE, Valentín Pich, el presidente del REFOR, Juan Carlos Robles, el profesor de Economía y analista macro-financiero, Javier Santacruz, y el secretario técnico del REFOR, Alberto Velasco. Juntos han abordado también posibles ineficiencias y propuestas de mejora del Anteproyecto de Ley de Reforma Concursal. Todo ello haciendo hincapié en la especial coyuntura que atravesamos por la pandemia, el incremento de la inflación y los problemas de autoabastecimiento energético.

Atlas Concursal: dinámica «decepcionante»

Pich ha subrayado la importancia de este insólito contexto en el que estamos. Es innegable que la Covid-19 condicionará los datos concursales de 2020, 2021 y 2022, así como lo harán las medidas excepcionales aplicadas para rebajar sus efectos económicos. No obstante, se esperaba que al levantar las restricciones podríamos volver a niveles prepandemia, salvando «miles de empresas y empleos ‘congelados’ durante varios trimestres».

Sin embargo, señalan, esta dinámica está resultando «decepcionante» en economías como la española. Todavía estamos un 5% por debajo del nivel de marzo de 2020. Según el presidente del CGE, los ERTE, los avales ICO y algunas medidas fiscales «han roto la correlación histórica entre ciclo económico y concursos de acreedores». Para que las empresas sigan funcionando con normalidad se requiere un crecimiento «robusto» de la economía cuando se retiren dichas medidas extraordinarias, ha valorado Pich.

En 2020, el Atlas Concursal indica cómo las principales economías de Europa muestran un descenso generalizado de insolvencias respecto a 2019: Alemania (-9%), Francia (-36%), Reino Unido (-28%), Italia (-33%) y Portugal (-12%). Aunque, al igual que en España (-3,3%), estas bajadas pueden deberse a moratorias concursales y ayudas concedidas para paliar los efectos económicos de la Covid. 

Durante el año pasado los concursos de personas físicas han crecido un 35% respecto de 2019 (de 2.983 a 4.032). En cinco años –de 2015 a 2020– se han multiplicado por seis los concursos de personas físicas en nuestro país (de 649 a 4.032). En 2020 representaban ya el 47% del total de concursos de acreedores. Además, el mayor incremento en este periodo en España se produce en los concursos de autónomos (1.446 en 2021). Esto es más del triple que en 2020 (con 398) y más de cuatro veces que los contabilizados en 2019 (326).

DAFO de la Reforma Concursal

Respecto a la tramitación del Anteproyecto de Ley de Reforma Concursal, los expertos repasaron el texto legislativo para definir los avances respecto a la legislación anterior y las deficiencias que se mantienen. En el análisis DAFO planteado, Robles valoró positivamente el adelanto en la detección de la probable insolvencia o el fomento de las reestructuraciones. También destacó el mayor peso del contenido económico en la gestión de las insolvencias o que las competencias en concursos de personas físicas hayan vuelto a los juzgados de lo mercantil.

No obstante, para el docente todavía hay aspectos en la norma «que habría que mejorar». Por ejemplo, el excesivo peso del papel del deudor en los procedimientos para microempresas. Algo importante cuando este tipo de empresas han representado el 53% de los concursos españoles en 2020. Critica también el «paso atrás» en los mecanismos de segunda oportunidad; la «desregulación» de los profesionales de la insolvencia; o la falta de un testeo eficaz que «garantice el pleno funcionamiento del nuevo procedimiento electrónico».

Por otro lado, el estudio analiza la evolución de los acuerdos de refinanciación. Según recoge el Atlas Concursal, los acuerdos no homologados han descendido un 16,53% en 2020 respecto a 2019. En frente estarían los acuerdos homologados, que crecieron un 14,06 % el año pasado. Las correcciones incluidas en el TRLC y la gran apuesta del anteproyecto de ley por la reestructuración (antes acuerdos de refinanciación) la sitúan como una herramienta fundamental alternativa al concurso de acreedores.

El Índice DESI de Economía y Sociedad Digitales en España

Desde el año 2014, la Comisión Europea supervisa los avances digitales de los Estados miembros a través de los informes del Índice de la Economía y la Sociedad Digitales (DESI). Los informes DESI incluyen tanto los perfiles por país como capítulos temáticos.

El DESI es un índice compuesto que resume los indicadores relevantes sobre el desempeño digital de Europa y rastrea la evolución de los Estados miembros de la Unión Europea en competitividad digital. Las áreas de análisis de los informes DESI comprenden: Conectividad y evolución del mercado de banda ancha, capital humano y habilidades digitales, uso de servicios de Internet por parte de los ciudadanos, integración de la tecnología digital por parte de las empresas, servicios públicos digitales e investigación y desarrollo de TIC.

Una de las principales conclusiones del informe DESI 2020 es que, en el año 2019, todos los países de la UE mejoraron su rendimiento digital. Finlandia, Suecia, Dinamarca y los Países Bajos obtuvieron las calificaciones más altas y se encuentran entre los líderes mundiales en digitalización. A estos países les siguen Malta, Irlanda y Estonia. Sin embargo, otros países aún tienen un largo camino por recorrer y la UE en su conjunto necesita mejoras para poder competir en el escenario mundial.

El informe destaca que España ocupa el puesto número 11 entre los 28 Estados miembros, pero está en la segunda posición en la UE en materia de servicios públicos digitales gracias a la oportuna aplicación de una estrategia digital por defecto en toda su administración central. Por otro lado, está por debajo de la media de la UE en los indicadores de capital humano, y aunque está mejorando su puntuación, casi la mitad de la población española carece todavía de competencias digitales básicas y un 8 % nunca ha utilizado Internet.

En este sentido, en España los niveles de competencias digitales básicas siguen siendo ligeramente inferiores a la media europea. Además, un 43% de las personas entre 16 y 74 años carecen de competencias digitales básicas (frente a la media del 42%). El porcentaje de especialistas en TIC en el empleo total aumentó y ahora se aproxima a la media de la UE (un 3,2% frente al 3,9%). También el porcentaje de titulados en TIC de España, que actualmente representa el 4% del total. El porcentaje de mujeres especialistas en TIC sigue estancado en un mero 1,1% del empleo femenino.

Para avanzar en el desarrollo de las competencias digitales, el Gobierno de España, a través del Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital trabaja en una nueva estrategia de capacitación digital con una estructura basada en seis pilares: 1) competencias digitales para la ciudadanía e inclusión; 2) competencias digitales para la educación; 3) competencias digitales para una empleabilidad sostenible; 4) competencias digitales y pymes; 5) especialistas digitales (empleo y productividad); y 6) competencias digitales y género.

En cuanto a este capítulo de las competencias digitales, el informe concluye que España necesita técnicos de cualificación media o alta para aumentar su capacidad de innovación y garantizar una transición fluida a un entorno económico cada vez más digitalizado. Esto se logra a través de la mejora de la capacitación y el reciclaje profesional, y la reducción de la importante brecha de género.

Solo así  España podrá tener protagonismo en el dinámico entorno digital y aprovechar los beneficios de la economía digital. Porque, como señala el propio informe, la pandemia de COVID-19 “ha puesto de manifiesto la importancia de los activos digitales para nuestras economías y el modo en que las redes y la conectividad, los datos, la inteligencia artificial y la supercomputación, así como las competencias digitales básicas y avanzadas, sustentan nuestras economías y nuestras sociedades”.

 

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6 preguntas sobre la presupuestación en la pyme

1. Acerca del grado de cultura de gestión empresarial en las pymes españolas ¿puede afirmarse que un número nada desdeñable de pymes, sobre todo del pequeño comercio, operan de forma empírica e intuitiva, sin un presupuesto bien elaborado y apoyadas en gestorías que se encargan de la liquidación de impuestos y de los trámites administrativo-contables?

Con carácter general, la pyme española se ha centrado tradicionalmente en la gestión del negocio, subcontratando a gestorías las actividades contables, fiscales y administrativas con el fin de cumplir con los requerimientos exigidos al respecto sin distraerse de sus funciones centrales. Ello se ha debido, sobre todo, a la falta de recursos y, en muchos casos, de tiempo para la formación financiera. El pequeño empresario dedica un altísimo porcentaje de su jornada laboral a actividades comerciales y operativas. No obstante, es necesario diferenciar entre la pyme que desarrolla su actividad en el ámbito local y la pyme exportadora, la cual presenta un mayor grado de sofisticación en la gestión administrativa y financiera.

2. Por qué es fundamental que una empresa, aunque pequeña, cuente con un presupuesto anual bien diseñado para su buen funcionamiento?

El presupuesto es un ejercicio de planificación. Para su elaboración, se requiere una reflexión estratégica, ya que se trata de una representación anticipada de cómo ve el empresario su futuro cercano (los próximos 365 días). Dicha planificación exige plantearse unos objetivos de negocio y evaluar con qué recursos se cuenta para alcanzarlos. El diseño de dichos objetivos y el análisis de los recursos disponibles son pasos indispensables para ordenar las actividades a llevar a cabo en la gestión de la empresa. Por supuesto, es posible realizar las actividades empresariales sin esa reflexión anterior, pero parece aconsejable realizarlas con un cierto grado de formalización, el cual viene facilitado por la elaboración previa del presupuesto.

3.- Elaborar un presupuesto es adelantarse al futuro para evitar contratiempos. En una crisis como la actual y con serias restricciones en las ventas, ¿qué ventajas competitivas supone para una empresa contar con un presupuesto bien diseñado frente a otra que no lo tiene?

El presupuesto es esencial para poder ejecutar una estrategia. Desde hace algunos años, como consecuencia, entre otras causas, de la revolución tecnológica en curso que conlleva la obsolescencia acelerada y el acortamiento del ciclo de vida de muchos productos, en el ámbito de la Dirección Estratégica hay autores que enuncian el “fin de la ventaja competitiva”,  tal y como esta fue definida en los años 70 y 80, y la necesidad de desarrollar estrategias adaptativas en las empresas. La adaptación es esencial para la supervivencia empresarial. En el caso de las pymes, tal capacidad se vuelve imprescindible, fundamentalmente por el bajo poder de negociación de las mismas con clientes y proveedores. Así, por ejemplo, la planificación de los cobros y los pagos plasmada en un presupuesto de tesorería, puede servir para que el empresario se anticipe a posibles problemas de liquidez contratando instrumentos financieros adecuados, en vez de tener que actuar de forma reactiva y precipitada.

4.- Existen varios tipos de presupuestos: ¿En qué consiste cada uno de ellos?

Desde el punto de vista de la Dirección Financiera, la empresa desarrolla tres grandes procesos: la explotación o actividad principal de sus operaciones, la inversión y la financiación. Por ello, los presupuestos de una empresa serán el operativo, el de inversión y el de financiación.

El presupuesto operativo recoge las actividades de ventas, de producción, de gastos comerciales y de gastos generales, esto es, la previsión de ingresos y gastos de cada una de aquellas.

El proceso presupuestario debe partir del presupuesto de las ventas, que obligará al empresario a definir objetivos del negocio, referidos a cuota de mercado, unidades a vender o servicios a prestar y al precio. Su consecución, dependerá de que la empresa cuente con los recursos suficientes al respecto. Por ello, tras el presupuesto de ventas, habrá que elaborar el presupuesto de producción (o de prestación del servicio principal de la empresa), en el que habrá que evaluar cuál es la capacidad operativa de la empresa para desarrollar su actividad en función de sus recursos disponibles. Aquí se incluirá el consumo de mercaderías, si la empresa es comercial o de materias primas, tanto su aprovisionamiento como su transformación posterior en el caso de que la empresa sea industrial, así como de los recursos humanos involucrados en esa actividad, y de otros recursos consumidos.

El siguiente presupuesto del ámbito de las operaciones es el de gastos comerciales, donde el empresario deberá planificar, entre otros, los gastos del equipo de vendedores y las campañas de publicidad para dar a conocer y vender sus productos y servicios.

Finalmente, se debe presupuestar también el resto de actividades de la explotación relacionadas con áreas como las de administración y asesoría jurídica, sobre la base de sus planes y programas de actuación en función de las necesidades de la empresa.

Tras los presupuestos de operaciones, se ha de llevar a cabo el presupuesto de inversión, que exigirá prever cuál es la dimensión necesaria de la empresa para poder desarrollar su actividad y qué activos necesita para ello. El mismo exige cálculos previos de análisis de viabilidad financiera de los mismos, esto es, que su coste inicial sea inferior que las rentas que va a generar en el futuro. Es este el ámbito donde se debe decidir también la tecnología y los sistemas de información a utilizar. Inadecuadas decisiones de inversión pueden hacer fracasar a la empresa aun cuando sus operaciones estén siendo bien gestionadas.

El tercer y último presupuesto a elaborar es el financiero. En la empresa, además de elaborar la cuenta de pérdidas y ganancias en función de los ingresos y gastos, es decir, de las ventas realizadas y los consumos incurridos para conseguirlas, hay que hacer un cálculo sobre los cobros y los pagos que se prevén en el próximo año. Así, la suma de los cobros y pagos que se derivan de los presupuestos de las operaciones y del presupuesto de inversión constituyen el flujo libre de caja previsto. Esa es la variable más importante desde el punto de vista económico-financiero de la empresa. De ella dependerá el presupuesto financiero. Si una empresa tiene un presupuesto de 1,5 millones de euros de caja en sus operaciones, pero tiene un presupuesto de inversión de -2 millones de euros en ese mismo período, necesitará financiar (esto es, pedir prestado a terceros o a sus socios) el medio millón de euros no cubierto.

De este modo, la empresa ha de planificar el volumen de recursos que necesita, qué parte de los mismos va a pedir a terceros, por ejemplo, a entidades financieras, el tipo de interés que estas le exigirán y las condiciones de devolución del principal y de los intereses.

5.- Con toda probabilidad, la caída de ventas obliga a una revisión del presupuesto para este año 2020. En los meses futuros, ganar un euro supondrá un esfuerzo tres o cuatro veces mayor al normal. ¿Qué partidas del presupuesto deberían reformularse para garantizar la viabilidad de una pequeña empresa?

Habrá que reformular todas las partidas. En septiembre de 2019, mes en el que la mayoría de las empresas empezó a elaborar el presupuesto, no existía el Covid-19. Todas las previsiones realizadas entonces para el año 2020 han quedado obsoletas cuando aún no han transcurrido ni cinco meses del año.

Por primera vez en más de un siglo, se ha producido una crisis cuyas causas no tienen nada que ver con las crisis vividas anteriores. En el 29 se produjo una Gran Depresión tras un estallido bursátil. En los años 30 y 40, graves crisis causadas por grandes guerras. En los años 70 y 80, crisis originadas por “shocks” de oferta en materias primas como el petróleo. En los años 90, crisis monetarias derivadas de desequilibrios comerciales. A principios del milenio, burbujas tecnológicas por expectativas irracionales asociadas a Internet, así como graves perturbaciones monetarias en Asia y Latinoamérica por enormes desequilibrios fiscales, comerciales y de tipo de cambio.

En 2007, una Gran Recesión por una inadecuada gestión de riesgos y una desastrosa política de inversiones en activos tóxicos relacionados con el sector hipotecario y, en el caso español, de la construcción. Esta comenzó siendo de liquidez; luego, económica; y luego, de deuda. Sus consecuencias se han dejado sentir hasta muy recientemente.

Todas estas crisis que han jalonado el siglo han sido causadas por el hombre, y han encontrado respuesta, con diferentes grados de acierto, en políticas económicas, tanto fiscales como monetarias… Pero la situación actual es completamente distinta: por primera vez el ser humano, atacado por un virus, ha tenido que dejar de hacer las rutinas que le protegían y le permitían ganarse la vida y encerrarse en casa para poder sobrevivir. Gran parte de la ansiedad generada en estos tiempos de confinamiento se deriva precisamente, de la necesidad perentoria de desarrollar rutinas nuevas pues las antiguas no nos aseguran la supervivencia.

La Economía es una Ciencia Social, que estudia un tipo determinado de relaciones sociales: las económicas, las cuales requieren de la confianza entre las partes. Estas relaciones no pueden seguir desarrollándose tal y como se han venido haciendo durante mucho tiempo, pues el hombre es visto ahora por sus semejantes como el anfitrión de un virus vehículo de contagio. Así, la viabilidad de los pequeños negocios dependerá en gran parte de la recuperación de esa confianza. Inequívocamente, esta no será completa hasta que no se disponga de una vacuna. Entre tanto, el soporte público resultará imprescindible para evitar un colapso de proporciones aterradoras, solo comparable a la amenaza existente sobre la salud de la humanidad.

Por todo lo anterior y dado que, además, los escenarios de evolución de la enfermedad cambian a gran velocidad, las empresas deberán revisar con mucha frecuencia sus objetivos de negocio y sus planes de acción; y, por tanto sus presupuestos, durante los próximos meses.

A modo de anécdota, cabe señalar que algunos analistas están proponiendo un nuevo indicador para el análisis económico financiero, denominado EBITDAC, que recoge el beneficio antes de intereses, impuestos, amortizaciones y cargas debidas al coronavirus, para tratar de dibujar cuál sería el resultado de la empresa si no existiese esta pandemia.

6.- ¿Es posible que una de las enseñanzas del cerrojazo de la actividad durante estos meses será que las empresas que han descuidado su gestión en estos aspectos se tomen más en serio su gestión?

En el pasado reciente, la pyme española ha desarrollado su actividad, por un lado, en el ámbito de la distribución y; por otro, teniendo como clientes a empresas del sector de la construcción o a Administraciones Públicas. La crisis iniciada en 2007 hundió el sector de construcción y dejó sin fondos para contratar al Sector Público. Asimismo, la evolución tecnológica  ha posibilitado el contacto directo entre clientes y fabricantes prescindiendo de intermediarios. Además, la aparición de grandes gigantes logísticos y de la distribución, ha implicado procesos imparables de concentración, que han afectado a la supervivencia de muchos pequeños negocios.

En el entorno actual, otra grave amenaza se cierne sobre un sector con una gran contribución al PIB en España: el turismo. Los grandes actores del mismo cuentan entre sus proveedores con un elevado número de empresas de pequeño tamaño relativas a sectores afines y auxiliares que corren un serio peligro de quiebra.

No obstante todo lo anterior, ya desde principio de siglo y especialmente desde la Gran Recesión de 2007, se ha observado  el florecimiento de una nueva generación de empresarios con una conciencia clara de la necesidad de diseñar modelos de negocio viables y de desarrollar funciones como el marketing y la financiera, no con carácter auxiliar sino central. Todo ello, en un marco de inversión en sistemas de información integrales, como los ERP (“Enterprise Resource Planning”), con una perspectiva digital y en un ámbito de competencia global.

Hablamos de una pyme innovadora y basada en el conocimiento, que no se concibe sin la elaboración periódica de planes estratégicos y de presupuestos. Al desarrollo de la misma debe contribuir la transformación del sector financiero, que ha de empujar a sus entidades a realizar el análisis de riesgos no solo desde una perspectiva del cumplimiento de requerimientos formales, sino del examen y discusión con el empresario de su modelo de negocio y su plan financiero.

Por último, la supervivencia de la empresa no se dará si la misma no es respetuosa con el medio ambiente y no desarrolla plenamente su responsabilidad social corporativa, creando valor no solo para los accionistas, sino para todos los agentes que con ella se relacionan: clientes, proveedores, empleados, comunidades y la sociedad en la que se asienta. Esta solo será viable si se forjan relaciones de lealtad entre la empresa y todos ellos.

Enemigos tan temibles como el virus y el cambio climático, van a seguir formando parte de un entorno que amenaza, no solo la actividad económica, sino la supervivencia del hombre como especie. El futuro de la pequeña y mediana empresa dependerá de su adaptación a esta nueva realidad.