La gravísima crisis de 2008 que hizo temblar los cimientos del modelo económico actual y puso de relieve las carencias del mismo, si trajo una lección importante es que los economistas son capaces de predecir la realidad a posteriori, y que los complejos modelos economicistas que habían regido los procesos de valoración de productos estructurados e instrumentos financieros complejos, habían fracasado estrepitosamente. Entonces se empezó a hablar de la teoría del hecho único como obstáculo para la validez de modelos historicistas que prevén el futuro conforme a la proyección de lo que ocurrió en el pasado.

Semánticamente, un modelo es la representación ideal de un objeto concreto. En economía un modelo es una abstracción ideal producto de la observación repetida de fenómenos individuales de los que se extrae un patrón o regla que los rige. Dicho patrón se intenta reproducir hacia el futuro para prever lo que ocurrirá en función de lo que haya ocurrido.

Tradicionalmente los métodos de modelización han pasado por la proyección de hechos pasados en tendencias previsibles hacia el futuro, con las correcciones debidas producto de la observación del mercado por parte del analista que lo interpreta, como si de una pieza musical se tratase.

La metodología de previsión en seguros también se ha cimentado en la estadística como principal fuente de conocimiento para el cálculo de los riesgos en las coberturas. Las así llamadas ciencias actuariales dan buena prueba de este principio, ya que su nombre se refiere a la actualización presente de flujos de efectivo (o tendencias en riesgos si hablamos de seguros) presentes y pasados con la tasa de descuento que aplique en cada caso y la referencia obligada al endeudamiento necesario (WACC).

Los riesgos de crédito y solvencia aparejados a los requerimientos básicos de capital de la banca y el sector financiero también se rigen por modelos econométricos que arrojan futuribles de un comportamiento actual e histórico de cada sujeto. De hecho, es bien sabido que los modelos avanzados de riesgos para Basilea han tenido que esperar 10 años a que se acumulasen datos bastantes sobre los que formular la previsión.

Sin embargo, recientemente ha surgido una tendencia cimentada en el estudio de los procesos internos de toma de decisiones en el ser humano, para demostrar que dichas decisiones están sujetas a pulsiones instintivas impredecibles en función de un comportamiento estereotipado por lo que se venía a llamar en la vieja escuela economicista el Homo Aeconomicus, definido como el individuo que adopta siempre la mejor decisión en términos de rentabilidad real. Muy al contrario, los mercados funcionan en una especie de caos regido por la impredecibilidad de las decisiones que en cada momento toma cada uno de sus agentes.

Es por ello que se hace necesario introducir correcciones de tipo cualitativo en la modelización clásica. Ello incluye adoptar enfoques integrales, sistémicos, en los que se englobe la parte en el todo al que pertenece y se estudie la tendencia a modelizar desde la perspectiva no solo de la cuestión que se valore o modelice, sino también de la lógica económica del sector y mercado en que operan, pero también de la propia naturaleza humana de los agentes que intervienen.

La evolución de la neurociencia ha coadyuvado en la evolución del patrón de modelaje a seguir. El hecho que se demostrase que la mayoría de decisiones se toman en función de estímulos que nada tienen que ver con la lógica de la rentabilidad, hace pensar la oportunidad de migrar hacia conceptos más cualitativos que cuantitativos, y en cualquier caso mixtos.

Con el propósito de proporcionar formación de calidad en materia de finanzas corporativas, el CEF.- lleva formando profesionales de valoración de instrumentos financieros, así como en modelos de proyección de flujos, buen ejemplo de la misma es el Curso de Modelización Financiera.