Las tareas directivas  referidas al sistema humano de la organización se tienen que completar con una adecuada política de personal que desarrolle la correspondiente estrategia formulada, con el fin de que se adecuen las personas con sus actitudes, aptitudes y habilidades a los objetivos pretendidos por la empresa, de acuerdo al liderazgo y a la cultura que en la misma se pretenda desarrollar.

En este sentido, el papel del diagnóstico de los recursos humanos, de su selección, adaptación, formación y orientación de su plan de carrera profesional en la empresa, y del sistema de retribución, serán piezas clave para lograr una adecuada dirección de las personas, de forma que su motivación y participación permitan la máxima vinculación y compromiso con los objetivos de la organización.

La palabra  motivo, del vocablo latino movere, es definida en el Diccionario de la Real Academia Española como lo que mueve o tiene eficacia o virtud de mover; y motivación, derivada del latín motus, al igual que la palabra «emoción», como el ensayo mental preparatorio de una acción. Podría decirse que la motivación es la fuerza que induce a la persona a actuar con objeto de satisfacer una necesidad. Implicaría un deseo o un incentivo que influye y promueve las acciones del individuo, pudiéndose considerar como el primer elemento cronológico de la conducta.

La necesidad de las organizaciones de delegar atribuciones y responsabilidades para resolver los problemas y el aumento de las exigencias de autonomía, desarrollo personal y autorrealización por parte de los trabajadores confieren a la motivación una relevancia cada vez mayor en las empresas.

En este contexto, la motivación deja de ser un mecanismo psicológico de manipulación y se convierte en un proceso científico de adecuación de las estructuras y procesos empresariales a los deseos y expectativas de los miembros de la empresa.

Tradicionalmente se ha afirmado que el desempeño es el cumplimiento de las obligaciones inherentes a un puesto de trabajo, el cual es una función de las aptitudes y de la motivación de los empleados. Es decir:

Desempeño  =  f (aptitudes  ×  motivación)

Esto no es suficiente; si la fórmula se amplia de esta manera:

Desempeño  =  f (nivel de aptitudes  ×  nivel de destrezas  ×  comprensión de la tarea  ×
×  decisión de esfuerzo  ×  decisión del grado de esfuerzo  ×  decisión de persistir  ×
×  condiciones propiciatorias y dificultadoras)

Según esta relación, cualquier comportamiento dirigido al logro de los objetivos de la empresa estará en función de factores cognitivos (la comprensión de la tarea, las habilidades), motores (las destrezas) y motivadores o factores motivacionales.