El concepto de logística ha evolucionado desde mediados de los años cincuenta, donde se ha caracterizado, en una primera etapa de conceptualización, por el énfasis del análisis de costes de las operaciones y la comprensión del grado de interrelación con otras tareas que suponía su despliegue. Ya en los años sesenta el foco se situó en los mecanismos de medición que buscaban el perfeccionamiento de los sistemas y, por tanto, su optimización. En los setenta la irrupción de las crisis impulso decididamente esta labor logística dada la consideración de los modelos de la gestión de riesgos de aprovisionamiento y distribución, todo ello aderezado por el respaldo de los sistemas de computación. En los ochenta impacta de lleno el desarrollo tecnológico, incrementando los perfiles de la distribución tradicional, con la gestión telemática, el control de lotes (códigos de barras), etc.; impulsando un avance sin precedentes en esta área. En los años noventa el enfoque vira de dentro hacia afuera, considerando importantes esquemas de segmentación, expectativas de los clientes, canales virtuales con mayores funcionalidades, etc.

En todo este argumento general, es evidente pensar que la importancia de la logística viene dada por la necesidad de mejorar el servicio a un cliente, su atención y satisfacción, profundizando en el desarrollo de las fases de análisis del mercado y distribución, bajo un perfil de dimensionamiento de los costes. Así, entre otras actividades, la dirección logística en una empresa se puede caracterizar por las siguientes líneas de trabajo o de responsabilidad, a saber:

  • El desarrollo de capacidad en líneas de producción.
  • La alta eficiencia en la producción.
  • La política de reducción de stocks o inventarios.
  • El desarrollo de sistemas de información que permita una gestión exhaustiva.

Todo ello en aras de obtener beneficios tales como:

  • La mejora o incremento de la competitividad y rentabilidad.
  • La optimización de la labor directiva y técnica en el contexto global.
  • La adecuada integración y coordinación óptima de todos los factores que influyen en la decisión de compra, a saber, calidad, precio, empaquetado, mantenimiento, etc.

De esta forma, se centra su actividad en la coordinación de las actividades para asegurar un flujo que garantice un alto nivel de servicio al cliente y de optimización de recursos. Las principales áreas implicadas en esta temática son:

  • Almacén.
  • Recepción de suministros.
  • Aprovisionamiento y compras.
  • Transporte externo.
  • Transporte interno.
  • Transporte interempresa.
  • Distribución.
  • Tratamiento y atención de los pedidos.
  • Reciclaje de residuos y de los productos desechados por el cliente.
  • Planificación de la producción.
  • Control de producción.
  • Información y comunicaciones.
  • Control de calidad.
  • Mantenimiento.
  • Ventas.

El sistema logístico de la empresa suele contar con las opciones de un marco de oferta externo, pudiendo utilizar el servicio de determinados agentes del entorno a través de alianzas y subcontratación (outsourcing), siempre buscando mejores niveles de especialización que retornen en la consecución de economías. En este sentido, el citado sistema logístico trata de equilibrar dinámicamente un esquema de coordinación permanente con todos los elementos de la arquitectura de funcionamiento.

El entorno competitivo y su perfil globalizado ponen de manifiesto la relevancia del oportuno manejo de la logística de distribución. La facilidad de acceso a nuevos mercados obliga a rediseñar las redes de distribución y, cada vez con mayor frecuencia, a relocalizar las capacidades productivas y a definir un modelo global de gestión de compras. Todo ello confluye en un aumento de la presión competitiva, derivando en una base de clientes cada vez más exigentes respecto a la propuesta de valor que les ofrece la empresa.

Por tanto, el plano de la distribución se convierte en protagonista dentro del claro requerimiento de orientación al cliente. No obstante, las estrategias y operaciones de las empresas suelen estar más orientadas a cuestiones de tipo tecnológico y poco hacia estos nuevos enfoques. Este planteamiento se encuentra en plena concordancia con la visión externa de mercado en logística, es decir, mejora de las variables competitivas de innovación, flexibilidad, calidad, servicio y coste.

El esquema de actuación desde el plano logístico lleva a la consideración del vector correspondiente a los factores coste, servicio y plazo, donde se posicionan tres perspectivas de trabajo diversas, a saber:

  • La perspectiva logística en virtud del ciclo de vida del producto.
  • La perspectiva logística asociada a la cadena de suministro.
  • La perspectiva logística de operación ajustada versus ágil.