Al intentar delimitar el concepto de empresa multinacional, la primera dificultad que se encuentra es la terminología. La empresa multinacional recibe también, según diversos tratadistas, las denominaciones de: empresa internacional, empresa plurinacional y empresa transnacional. Realmente la distinción que subyace en esta discusión es la nacionalidad de la empresa: si se trata de una empresa con una nacionalidad que opera en un conjunto de países, o bien se hace referencia a una empresa cuyos intereses están divorciados de los de su país de residencia, es decir, una empresa «anacional» no vinculada expresamente a ningún país. Por ello, a continuación se procede a precisar el concepto de multinacionalidad.
La empresa es multinacional en el sentido de que opera en un amplio número de países con la finalidad de maximizar sus beneficios, bajo una perspectiva global de grupo y no en cada una de sus unidades nacionales independientes. De otra parte, la empresa multinacional presenta otras características propias respecto de las unidades productivas nacionales, principalmente el hecho de que la propiedad y el control están concentrados en un solo país, el país de origen, y no dispersos entre las distintas plantas que posee. Se pueden citar algunos ejemplos que se oponen a esta última característica, como el de la «Royal Dutch Shell», de «Unilever», de «Dunlop-Pirelli», etc. Pero los casos mencionados responden a esquemas de difícil equilibrio binacional que sería complicado extender a nivel plurinacional.
Los defensores de la multinacionalidad prevén un futuro de empresas internacionales en las que el capital y la dirección sean aportados por muchos países. En apoyo de estas teorías se pueden citar dos fenómenos:
- El progresivo incremento de las inversiones europeas y japonesas en Estados Unidos.
- La creciente participación de personal no proveniente del país de origen en las empresas multinacionales.
Sin embargo, los fenómenos anteriormente citados no son totalmente válidos. En primer lugar, porque aunque en el caso de algunas empresas multinacionales una parte no crítica del capital-acciones esté en manos extranjeras, no solamente no afectará el proceso de decisión, sino que de ninguna manera cuestionaría la existencia de la empresa multinacional, tal y como se entiende hoy, para fomentar generalizadamente una verdadera empresa global, en el sentido más amplio de la palabra. Asimismo y en esta misma línea, es conveniente reflexionar sobre las implicaciones políticas y económicas que se tendrían que salvar para llegar a empresas en que el capital y la dirección puedan ser de cualquier nacionalidad sin trabas legales y «políticas» de ninguna clase.
En segundo lugar, si bien es cierto que existe un mayor empleo de extranjeros en puestos ejecutivos en las multinacionales, estos difícilmente acceden a puestos de la más alta responsabilidad en la dirección de la empresa. En este sentido, el crecimiento de la empresa multinacional se basa en el empleo del factor trabajo local en los distintos países donde se ubica, aprovechando las ventajas de su coste normalmente inferior. Pero a nivel de dirección es donde los intereses del grupo de control priman sobras las situaciones particulares de producción. En general, es el directivo del país de la matriz quien toma la decisión, actuación que es coherente con la finalidad que persigue la empresa multinacional: la maximización del beneficio obtenido por el conjunto de unidades productivas que componen la empresa multinacional y que puede ser distribuido en el país de la matriz, es decir, entre los accionistas de la empresa central.
Por ello, será conveniente, desde un punto de vista organizativo, armonizar los intereses de la empresa con la posible escala de valores o intereses de los directivos a fin de lograr una mayor eficacia; el medio de eliminar conflictos en las relaciones matriz-filial es encargar la resolución de los problemas a personas vinculadas al máximo a la matriz, lo que explica la preferencia por los directivos del país inversor.
Dentro de este intento de conceptualización de la empresa multinacional, y como conclusión, se puede afirmar que «es necesario comprender la naturaleza precisa y los límites de la multinacionalidad de las empresas multinacional. Estas lo son en el sentido de que operan en varias naciones con el propósito de maximizar sus beneficios, no el de las unidades nacionales sobre una base nacional, sino los del grupo en su conjunto…, siendo esta la única razón válida para emplear el término multinacional, porque en los demás aspectos decisivos estamos ante empresas internacionales. En particular, propiedad y control están localizados en una nación y no dispersados a través del sistema que representa la empresa» (Sweezy y Magdof, 1972).
Una vez precisado el término multinacional, se puede definir la empresa multinacional. Existen múltiples definiciones de la misma, pero considerando como características diferenciadoras la constitución de filiales en los distintos países, la realización de actividades productivas y de distribución en sus unidades y la unidad de decisión, se puede considerar multinacional toda empresa cuyo centro de decisión se encuentre en un país y posea filiales en algún otro país. Evidentemente, los grados de multinacionalidad de la empresa pueden ser muy diferentes: desde operar en solo dos países o en muchos; pero al existir centros en diversos países y un centro de decisión único en los asuntos fundamentales, se dan ya las características propias que definen una actividad multinacional.