En la oscarizada película ‘El año que vivimos peligrosamente’ -título con el que se juega en esta entrada-, en la Indonesia de Sukarno, el fotoperiodista Billy (Lydia Hunter) le dice a Guy Hamilton (Mel Gibson), corresponsal estadounidense que cubre la crisis en ese país: “En mi opinión uno no debe pensar en los problemas de manera global. Debe hacer lo que pueda para aliviar las pequeñas miserias que se le presentan cotidianamente”.
Billy contextualiza su observación en la miserable existencia que vive mucha gente en su país, lo que explica las revueltas que se cuentan en la película. Un escenario que le viene a la cabeza al autor de esta entrada nada más escuchar decir al ‘número dos’ del Ministerio de Economía español que nunca antes en la historia una misma generación había vivido dos crisis económicas tan importantes como la de 2008, desencadenada por el fiasco de Lehman Brothers, y la sobrevenida en 2020 por la pandemia del coronavirus.
Gonzalo García Andrés, secretario de Estado de Economía y Apoyo a la empresa, contaba en su intervención este martes en el Club Diálogos para la Democracia que “lo normal es vivir una crisis” a lo largo de la vida de una persona, y rememoraba la del 1973. Pero dos, no es lo frecuente, aunque sí lo sea que, como casi siempre, los sectores de la población que más han padecido y padecen la situación de mayor desempleo, por ejemplo, son los más vulnerables.
Solo una apreciación distingue a las dos crisis más recientes: Mientras que la de 2008 -que en España acusó, principalmente, el sector de la vivienda- fue endógena, la del virus es exógena. La de 2008 “demolió la forma de entender la economía hasta ese momento. La de ahora advierte de otras amenazas, como el cambio climático”. A eso se añade, se lamenta, que la actual crisis ha asumido las tensiones aún no resueltas de la anterior.
Pero la mano derecha de la ministra Nadia Calviño se muestra optimista y asegura que la respuesta de apoyo a los más afectados en esta crisis presente, en forma de ayudas públicas y de ertes, han dado resultados satisfactorios y esperanzadores.
En realidad, García Andrés venía a hablar a su auditorio, reunido en el Hotel Palace de Madrid, de su libro, que no es sino de las ganas que tiene el Gobierno que representa de acertar en el reparto de los fondos millonarios que le han tocado a España en el marco del Plan de Recuperación. Un plan que, ya sea por contener tanto dinero o porque aún hay que resolver a quién más y a quién menos, ha puesto nerviosos hasta los cartelistas, que erraban en el cartel del fondo del ponente al escribir ‘Plan de Resilencia’, y no de Resiliencia.
Y es que llega el momento de poner el punto sobre la ‘i’, y uno de los objetivos del reparto es fomentar la transformación digital de las empresas. Al menos, empezando por ahí, pues, aunque, dijo el secretario de Estado, el nivel no es malo por comparación con otros países, mejor podría ser. Una transformación digital que, aseguró, “acabará reflejándose” más pronto que tarde” en los datos de productividad”.
Y del plan de recuperación, dos apuntes más que gusta al Gobierno ondear desde el mástil: se trata de un plan que apuesta por la igualdad de género y por la cohesión social y territorial (aviso para nacionalistas): “De ahí la importancia de la cogobernanza con las comunidades autónomas, las entidades locales y las empresas privadas”, ámbito que, subrayó, en esto de las ayudas representa la mayor dedicación al sector privado en toda la historia conocida.