Durante la carrera empresarial, los emprendedores tienen que enfrentarse a multitud de decisiones que tienen que tomar. Aunque algunas parezcan simples, como la localización de la oficina, los ordenadores que se van a utilizar, o las impresoras que se van a comprar, otras son más complicadas y de ellas dependerá el éxito de la empresa, como puede ser si constituir la compañía como una sociedad limitada o una sociedad anónima. Estas decisiones son las que son más difíciles de tomar, quizás por la falta de información o experiencia al respecto, pero hay algunos pasos que se pueden seguir para que la toma de esas decisiones no sea tan difícil. 

En primer lugar, es esencial definir claramente el objetivo o el problema que se desea resolver. Una comprensión clara de la situación ayuda a enfocar el proceso de toma de decisiones y evita la dispersión de recursos en alternativas irrelevantes. Al identificar los desafíos o las oportunidades que se presentan, los líderes pueden enfocar su atención en las soluciones más apropiadas.

Cuando ya se tiene claro el objetivo a conseguir, es crucial recopilar información relevante. Esto implica buscar datos, estadísticas, opiniones de expertos y cualquier otro recurso que pueda proporcionar información valiosa sobre las opciones disponibles. Y es que la información es poder, ayuda a los empresarios a tomar estas decisiones en base a sus necesidades e incluso puede favorecer que se adapte a los objetivos que se tienen.

Además, es importante considerar diferentes perspectivas y opiniones antes de tomar una decisión final. Esto implica involucrar a personas clave dentro de la empresa, como miembros del equipo, gerentes o asesores externos. Al fomentar la colaboración y la participación, se pueden generar ideas más diversas y se pueden identificar posibles riesgos o beneficios que de otro modo podrían pasarse por alto. Al fin y al cabo, cuatro ojos ven más que dos.

Un aspecto crucial de la toma de decisiones efectiva es evaluar todas las opciones disponibles. Esto implica analizar cuidadosamente los pros y los contras de cada alternativa y considerar cómo se alinean con los objetivos y los valores de la empresa. Es útil establecer criterios de evaluación claros y ponderar cada opción en función de esos criterios. Esto ayuda a evitar decisiones impulsivas o basadas en emociones y fomenta una evaluación más objetiva.

A medida que se evalúan las opciones, es esencial considerar las posibles consecuencias a corto y largo plazo. Esto significa que el empresario debe analizar el impacto financiero, operativo y estratégico de cada alternativa. Además, es importante considerar los posibles riesgos y la probabilidad de éxito o fracaso asociada con cada opción. Tomarse el tiempo para ponderar estas variables puede ayudar a reducir la incertidumbre y mejorar la calidad de la decisión final.

Cuando se han evaluado todas las opciones, ha llegado el momento de tomar una decisión. Es importante recordar que ninguna decisión es perfecta y siempre existe cierto grado de riesgo involucrado. Sin embargo, al seguir un proceso bien estructurado y basado en información sólida, se pueden tomar decisiones más acertadas y se puede aumentar la probabilidad de éxito.

Ahora bien, muchos empresarios creen que al tomar la decisión, el trabajo ha terminado. Y todo lo contrario, empieza otro diferente. Y es que hay que saber implementarla de manera efectiva y realizar un seguimiento constante. De hecho, en muchas ocasiones las decisiones van relacionadas con la asignación de recursos, la comunicación de los cambios a los equipos pertinentes y establecer indicadores clave de rendimiento para evaluar el impacto de la decisión. Si es necesario, realizar ajustes y correcciones a medida que se va obteniendo información sobre los resultados.

Además, es importante aprender de las decisiones pasadas y usar ese conocimiento para mejorar el proceso de toma de decisiones en el futuro. Así, hay que analizar tanto los éxitos como los fracasos y reflexionar sobre los factores que contribuyeron a cada resultado. Al hacerlo, se pueden identificar patrones, tendencias y lecciones aprendidas que pueden aplicarse en futuras decisiones.

Para facilitar el manejo adecuado del proceso de toma de decisiones en una empresa, es beneficioso contar con herramientas y sistemas que apoyen este proceso. El uso de tecnologías como el análisis de datos, los sistemas de gestión de información y las plataformas de colaboración puede facilitar la recopilación y el análisis de información, así como la comunicación y la colaboración entre los miembros del equipo.

Por último, es importante destacar que la toma de decisiones no debe basarse únicamente en datos y análisis. La intuición y la experiencia también juegan un papel importante en el proceso. Los líderes empresariales deben confiar en su juicio y utilizar su conocimiento acumulado para complementar la información objetiva.

Así que hay que enfrentarse a la toma de decisiones de una manera valiente y firme, con confianza en que lo que se va a hacer va a tener éxito y con capacidad de hacer los cambios necesarios si es para un mejor desarrollo de la empresa.

Administración y Dirección de Empresas (ADE) es una disciplina académica que se puede estudiar en la Universidad a Distancia de Madrid, UDIMA.