En la teoría económica convencional que solemos estudiar en cursos de grado suponemos que los agentes económicos cuentan con racionalidad perfecta y llevan a cabo sus acciones para maximizar su utilidad, sus beneficios o el bienestar ya se trate de individuos, empresas o el sector público. Sin embargo, es posible encontrar un sinfín de situaciones en las que los agentes económicos se comportan de un modo que no corresponde con los criterios de racionalidad perfecta. Por ello se han desarrollado teorías y modelos que recogen distintos tipos de racionalidad, como la racionalidad limitada y la racionalidad difusa (fuzzy rationality). Aunque estos otros tipos de racionalidad contribuyen a explicar buena parte de los fenómenos económicos que estudiamos, no consiguen aportar luz a algunas situaciones que observamos en los mercados y que parecen responder a un comportamiento irracional.

Como afirma el experto Juan Carlos Aguado, organizador de las Primeras Jornadas de Economía Irracional que se celebrarán en Madrid el 17 mayo de 2017,  «se ha constatado empíricamente que ni somos capaces de calcular las probabilidades de los sucesos que pueden acontecer, y que van a afectar a nuestros resultados, ni tomamos en la mayoría de los casos las decisiones de manera meditada y reflexiva». La situación más paradigmática de entre los comportamientos irracionales corresponde a las burbujas económicas.

Siguiendo la definición de Milagros Gutiérrez, «Una burbuja especulativa (también llamada burbuja económica, burbuja financiera, burbuja de mercado o manía especulativa) es un fenómeno económico consistente en el incremento desproporcionado del precio corriente de algún activo o producto, de forma que dicho precio se aleja sustancialmente del valor teórico del mismo.» La principal características de las burbujas es la especulación, que se mantiene durante el desarrollo de las burbujas hasta que acaba la euforia y los inversores cambian sus expectativas. La euforia es sucedida por un periodo en el que predomina el pánico financiero y se producen ventas masivas para intentar reducir las pérdidas lo máximo posible. Las burbujas se crean cuando los inversores confían en un crecimiento sin límites, y se dejan llevar por el pensamiento irracional y la histeria colectiva, de forma que no actúan valorando correctamente el riesgo.

Fases de una burbuja especulativa

fases de una burbuja especulativa

En la figura observamos como se desarrolla una burbuja especulativa de acuerdo al precio o valor percibido del bien en el eje Y y el tiempo medido en el eje X. En primer lugar contamos con una fase invisible, que solo podrá ser estudiada con posterioridad al desarrollo de la burbuja. En esta fase el dinero inteligente se posiciona en el producto financiero que comienza a incrementar su precio de forma moderada, despegando la burbuja de manera desapercibida. Tiempo después comienza la toma de conciencia del alto beneficio y potencial que tiene ese activo. Los inversores institucionales toman posiciones y se produce la primera liquidación. El precio cae y hay una trampa para bajistas. Los inversores menos optimistas abandonan el activo en este momento porque creen que seguirá cayendo hasta retornar al punto inicial. Sin embargo esta caída es moderada y pronto comienza la fase de manía. Los medios de comunicación comienzan a hablar de ese activo, los precios suben a ritmos cada vez mayores, los pequeños inversores compran, se comienza a hablar de los rendimientos tan altos que se están produciendo, hay entusiasmo. Los pequeños inversores que tienen beneficios no ejecutados porque no han ejecutado las posiciones en su inversión comienzan a invertir más en ese activo, tomando riesgos que no perciben y cayendo en la avaricia. Finalmente se producen situaciones de autoengaño, con frases como las que se oían en 2006 en España en boca de parroquianos con el codo apoyado en la barra del bar y ataviados con palillo entre los dientes afirmando que «los pisos nunca bajan»,  mientras discutían sobre el Euribor y si comprar dos o tres viviendas sobre plano en la siguiente promoción a veinte kilómetros del centro de la ciudad.

Los precios dejan de subir a una velocidad absurda y en poco tiempo se paran en seco. Se habla del nuevo paradigma, en el caso de la burbuja inmobiliaria los pisos serían demandados por los turistas y los millones de inmigrantes que vendrían a nuestro país en los próximos años. El país estaba en la Champions League de la economía gracias al ladrillo. Con las primeras caídas de precios empieza la fase de liquidación. En esta etapa abunda la negación y se alude al carácter temporal de la bajada que se ve solo un paso atrás para coger impulso. Los precios se estabilizan y vuelven a subir. Es en este momento cuando los alcistas que no invirtieron tanto como quisieran haberlo hecho se lanzan a comprar y los precios continúan aumentando. Se habla de vuelta a la normalidad, los precios altos están aquí para quedarse, el señor con siete pisos y seis hipotecas y un palillo entre los dientes vuelve a pontificar en la barra del bar «si es que ya lo decía yo, los pisos nunca bajan«.  De nuevo los precios caen y esta vez el miedo se apodera de los inversores. Pasado el tiempo comienza la capitulación y se reconoce que el precio aumento de forma exagerada. Todos afirman que hubo comportamientos irracionales y los pisos de cincuenta metros cuadrados a medio construir en las afueras de Villalejos del Páramo no encontrarán nunca comprador. Los inversores que no salieron a tiempo caen en la desesperación. Ahora el activo vale la mitad, la tercera parte o incluso menos de lo que ellos pagaron por él. En el bar el tono es más sombrío y el señor comenta con rabia que no piensa aceptar ninguna de las ofertas que recibe por sus piso en venta «antes de malvenderlo lo quemo«. El tiempo pasa, la burbuja termina y se retorna a la media del precio de ese activo financiero. La racionalidad vuelve a ese mercado tras la euforia y el pánico.

A continuación mencionamos dos burbujas recientes y algo menos conocidas

  • La burbuja de la plata

La plata es un elemento con tres usos principales: joyería, reserva de valor y usos industriales. Normalmente su precio se estudia en dólares estadounidenses. En 1990 su precio era 5$/onza. En 1991 seguía en los alrededores de 5$/onza. En 1992 el precio permaneció casi estable, y así año tras año hasta que en 2003 empezó a aumentar el precio y pasó a 8$/onza. La fase invisible de la burbuja estaba teniendo lugar. El despegue del precio había comenzado.

Durante los siguientes cuatro años continuaron los aumentos del precio y en verano de 2008 se superaron los 16$/onza. Estábamos en la fase de toma de conciencia, y llegó la trampa para bajistas en otoño de ese año. El precio se desplomó hasta 9$/onza. Los inversores más temerosos vendieron. Enseguida comenzó a aumentar el precio otra vez y para otoño de 2010 ya se habían alcanzado los 19$/onza.

A partir de ahí llegó primero el entusiasmo, seguido de la avaricia y el autoengaño. La plata pasó a costar casi 50$/onza en mayo de 2011. Los inversores hablaban de su escasez, de su importancia en la industria fotovoltaica e incluso de sus aplicaciones gracias a sus propiedades antibióticas. El nuevo precio, a todas luces fruto de una euforia irracional, parecía haber llegado para quedarse. Incluso se planteaban motivos para que la plata siguiera subiendo duplicándose, triplicándose o incluso multiplicándose por veinte. Se llegó a un punto en el que inversores ávidos acudían a mercadillos numismáticos como el de la Plaza Mayor de Madrid y compraban todas los monedas acuñadas con este elemento independientemente de su estado de conservación. Daba igual si se trataba de una pieza bonita o gastada, si estaba manchada o tenía golpes. Si estaba hecha de plata haría rico a su propietario en unos años.

Llegó el verano de 2011 y comenzó la fase de liquidación. Un año después el precio cayó a 27 $/onza y la caída se detuvo. Había llegado la trampa para alcistas. De nuevo comenzó a aumentar el precio hasta 35$/onza en octubre de 2012. Algunos inversores pensaron que de nuevo comenzaba una etapa de altos precios y compraron en esos meses. Desde entonces el precio continúa cayendo alcanzando un mínimo de 13,5 $/onza en diciembre de 2015.

  • Las burbujas del bitcoin

El bitcoin es, como la plata, un activo que puede utilizarse como reserva de valor. Sin embargo no tiene otros usos y mientras que la plata se ha utilizado como reserva de valor desde hace milenios el bitcoin es reciente y solo el tiempo dirá si en unos años o décadas continúa existiendo. Desde su creación el precio se ha movido a base de burbujas, pero son especialmente llamativas las dos últimas.

En julio de 2013 el bitcoin cotizaba a 75$, pero en octubre de 2013 su precio había subido a 125$. La fase de despegue había tenido lugar. A partir de entonces subió prácticamente sin dar lugar a la trampa para bajistas hasta que alcanzó los 1147$ en diciembre de 2013. A partir de ese momento cayó hasta 700$ para volver a subir hasta en entorno de los 1000$ por cada bitcoin. Los inversores hablaron de la «vuelta a la normalidad» pero a continuación el precio se redujo progresivamente hasta los 250$. La primera gran burbuja del bitcoin había terminado.

Durante los siguientes años el precio comenzó a oscilar y a incrementarse poco a poco, de nuevo nos encontrábamos con otra fase de despegue de la nueva burbuja que comenzaba.  A mediados de diciembre de 2016 el precio superaba los 750$ y desde ese momento comenzaba la fase de manía. A principios de enero de 2017 se alcanzaba de nuevo la cifra de 1000$. En aquel momento era fácil argumentar que se trataba de una burbuja, pero lo que siempre es complicado en la Economía es acertar en qué fase nos encontrábamos. El autor de este texto anunció la inminente caída del bitcoin y menos de una semana después el precio cayó más de un 20%, pasando a estar por debajo de 800$. Sin embargo, lo que podría haber parecido el final de la fase de euforia se ha visto que era una trampa para bajistas y en marzo de 2017 el precio se sitúa en máximos históricos, en 1240$. Se habla del nuevo paradigma y de las características únicas que tiene este activo financiero pero es cuestión de tiempo que la euforia dé paso al pánico.

Conclusión

Curiosamente tanto la burbuja de la plata como la del bitcoin han tenido un gran eco en foros de economía como burbuja.info que precisamente nació para dar visibilidad a la burbuja inmobiliaria en España y evitar que familias con pocos recursos se hipotecasen por más dinero del que tuvieran capacidad de devolver. Esto nos señala la predisposición a la irracionalidad que tenemos los agentes económicos, que en fases de euforia nos olvidamos de calcular correctamente los riesgos y nos interesamos por aquellos activos financieros que más han subido recientemente.

Si conocemos el funcionamiento de las burbujas podremos evitar comprar activos sobrevalorados y perder dinero en vez de ganarlo. Siempre hay que preguntarse si los inversores están comprando con euforia porque ese será el momento para prepararse a vender antes de que llegue el pánico.