El espectacular aumento de los daños asegurados vivido en las últimas décadas es consecuencia de los cambios climáticos y geológicos, que han producido una mayor severidad y frecuencia de catástrofes naturales, así como de la concentración y el crecimiento de la población, y por tanto de valores materiales asegurados, en zonas urbanas propensas, o potencialmente propensas, a este tipo de desastres.
Como consecuencia de ello, el mercado asegurador mundial se encuentra sometido a una mayor exposición a pérdidas por catástrofes que puede comprometer la solvencia y la estabilidad de las compañías que operan en él, si no son capaces de obtener la financiación y diversificación necesarias para asegurar su viabilidad futura y la protección de sus asegurados. Reducir la concentración de las pólizas aseguradas en aquellos ramos más susceptibles de verse afectados por este tipo de sucesos y aumentar la contratación de reaseguro para cubrir una mayor proporción de las pérdidas potenciales, han sido las soluciones tradicionalmente utilizadas para cubrir este incremento en la siniestralidad catastrófica. Pero los momentos de grave crisis vividos después del huracán Andrew en 1992, los atentados terroristas del 11-S de 2001 o los huracanes Katrina, Rita y Wilma de 2005, han provocado la desaparición de muchas entidades de seguros y el incremento espectacular de las primas de seguros en los ramos más afectados por este tipo de sucesos, poniendo en entredicho la viabilidad de tales soluciones.
Ante esta situación, ningún asegurador ha podido ofrecer una respuesta de cobertura adecuada utilizando los mecanismos tradicionales, lo que ha provocado que nuevos grupos de gestores de riesgos, como bancos, grandes empresas e inversores institucionales, se centren en el desarrollo y perfeccionamiento de instrumentos alternativos de transferencia y financiación de este tipo de riesgos basados en los mercados de capital, así como en la elaboración de métodos fiables de cuantificación para evaluarlos, considerando además su constante evolución. Conocidos con el nombre de titulización (securitization), el objetivo último de estos productos es incrementar las posibilidades en el mercado asegurador y, por tanto, la capacidad de suscripción, ofertando mayores coberturas en aquellos casos en los que las coberturas existentes hasta el momento han sido insuficientes o nulas, mediante la creación y emisión de derivados financieros basados en seguros (Insurance-Linked Securities), como bonos, opciones y swaps. De esta forma, las aseguradoras pueden trasladar parte de su riesgo a los inversores quienes toman posiciones en la ocurrencia y el coste de las catástrofes. La emisión de Bonos sobre Catástrofes (o Cat bonds) es una de las formas de titulización que más ha desarrollado y utilizado el mercado asegurador en los últimos años. Estos bonos son productos financieros cuyos flujos, cupones y principal, están condicionados a la ocurrencia de un determinado suceso de naturaleza catastrófica establecido en la emisión. En compensación por esta incertidumbre que se produce en los flujos de caja, los inversores en bonos catastróficos reciben unas rentabilidades muy superiores a las ofrecidas por otro tipo de bonos con un rating de crédito similar, además de reducir el riesgo de sus carteras a través de la diversificación. El rendimiento de un Cat bond no depende de las condiciones de los mercados de capital sino de la ocurrencia de una catástrofe cuyas características se ajusten a unos valores establecidos en la emisión. Esto supone que el riesgo de pérdida en los bonos catastróficos no está correlacionado con el riesgo de pérdida en otros bonos y activos financieros tradicionales, convirtiéndolos en títulos “beta cero”.
Desde sus inicios, en el año 1992, hasta la fecha, el mercado de Cat bonds ha ido evolucionando hasta convertirse en un mercado financiero consolidado en el que las emisiones y los límites de riesgos record cubiertos durante los últimos años, apuntan a que estos instrumentos son herramientas viables de transferencia del riesgo e inversión. El resultado ha sido un incremento generalizado en la liquidez que, probablemente, lleve a un crecimiento continuado del mercado en el futuro.
Los bonos sobre catástrofes son, por tanto, productos de transferencia alternativa de riesgos que incrementan la capacidad y la flexibilidad del sector asegurador. Estos productos están hechos para satisfacer las necesidades concretas de transferencia y cobertura de riesgos de quienes los demandan y por tanto son productos hechos a medida de cada patrocinador. A pesar de ello, los volúmenes asociados al mercado de Cat bonds y la sofisticación cada vez mayor de las últimas emisiones llevan a asegurar que está proliferando su uso. Además, la existencia cada vez mayor de ofertas de emisiones estandarizadas para rebajar el coste de capital y facilitar acceso continuado a los mercados de capital muestra un compromiso creciente de la industria aseguradora no sólo con la utilización de los mercados de capital sino también con la diversidad de herramientas disponible.
La emisión de Cat bonds no se ha limitado a los patrocinadores, los inversores ha ido demostrado año tras año un creciente interés en estos instrumentos. Inicialmente, los principales inversores eran las compañías de seguros y de reaseguros. Los Cat bonds eran considerados exóticos, y muy pocos participantes en el mercado de capital los comprendieron o supieron como evaluar sus riesgos asociados. Pero a medida que los inversores no aseguradores fueron familiarizándose con los riesgos que entrañaban los Cat bonds, la base de inversores se expandió y actualmente, son percibidos como una alternativa atractiva a otras inversiones de renta fija porque son una fuente de rentabilidad incorrelacionada con los mercados de deuda y valores líquidos. Además, dado que los costes de transacción siguen disminuyendo, empiezan a ser más factibles operaciones menores patrocinadas por aseguradoras regionales. De hecho este mercado ha seguido creciendo, especialmente ante la crisis de las hipotecas basura, lo muestra que estos instrumentos pueden crecer con fuerza incluso cuando las condiciones de mercado no son favorables.