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María José González

Doctora en Psicología. Profesora en la Universidad a Distancia de Madrid, UDIMA. Ver perfil

María José González

Factores de riesgo, una llave para conocer y prevenir la violencia contra la mujer

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«Conocer los factores de vulnerabilidad de las víctimas de la violencia contra la pareja permitiría prevenir e intervenir precozmente en este tipo de casos».

Texto: María José González Calderón (profesora) y Raúl Aguilar Ruiz (doctorando).

La violencia contra la mujer en las relaciones de pareja (en inglés, Intimate Partner Violence) es considerada por la Organización Mundial de la Salud (OMS; 2013) un problema de salud pública de proporciones epidémicas que, por lo tanto, requiere adoptar medidas urgentes para prevenirla. En España, según la Macroencuesta de Violencia Contra la Mujer (DGVG, 2015), el 10,7% de las mujeres de más de 16 años que han tenido alguna pareja han sufrido violencia física, el 8,4% violencia sexual, el 26,4% violencia psíquica de control y el 22,8% violencia psicológica emocional.

Asimismo, se encontró que las agresiones físicas más severas, como golpear con los puños, dar patadas, arrastrar, intentar asfixiar, prender fuego o usar armas, se produjeron en el 6,7% de los casos. En la misma línea, el Observatorio Contra la Violencia Doméstica y de Género del Consejo General del Poder Judicial, encontró que entre el 2010 y el 2017, el 0,06% de los delitos registrados correspondieron a feminicidios íntimos (consumados o intentados) y el 3,8% a lesiones graves contra la pareja.

Por tanto, las cifras presentadas demuestran que este tipo de violencia genera consecuencias en las víctimas que la sufren, tanto a nivel físico como psicológico (Hernández, Raguz, Morales y Burga, 2018). Y, sin embargo, apenas existen estudios específicos acerca de los factores vinculados a las víctimas que hacen que estas sean más vulnerables a ese tipo de violencia. Así lo apuntaron Echeburúa, Fernández-Montalvo y de Corral (2008). Conocer las características de las víctimas que las hacen más vulnerables permitiría establecer medidas de intervención y de protección más eficaces, como sugiere Women Against Violence Europe (2011). E incluso, de prevención de este tipo de violencia en cualquiera de sus grados.

La revisión de la literatura destaca como principales factores de riesgo de feminicidio o violencia severa contra la pareja vinculados a la víctima los siguientes: la ruptura de la relación afectiva (Spencer y Stith, 2018), la intención de no continuar con el proceso judicial tras poner una denuncia (Echeburúa et al., 2008), el aislamiento social (Kelly y Johnson, 2008), el abuso de sustancias o la presencia de psicopatología (Davies et al., 2015; Spencer y Stith, 2018), la presencia de discapacidad (DGVG, 2015), el embarazo o parto reciente (Yakubovich et al., 2018), el maltrato previo por parejas anteriores (Davies et al., 2015) y la justificación de la violencia (Hernández y Morales (2019).

No obstante, hay estudios que no han obtenido estos resultados, y en algunos se han encontrado conclusiones contradictorias. De ahí la necesidad de seguir analizando las variables vinculadas a la víctima que permitan prevenir o intervenir precozmente en casos de violencia contra la pareja, especialmente en la de tipo severo.

En la Universidad a Distancia de Madrid (UDIMA), dentro del Programa de Doctorado Derecho y Sociedad, se está analizando la violencia contra la pareja. Se trata del eje central de una tesis doctoral, no solo desde la perspectiva de los maltratadores (examinando aquellas variables vinculadas a estos). Sino también aquellas relacionadas con la víctima, que la colocan en una situación vulnerable, así como aspectos de la relación de pareja.

En breve se publicarán varios artículos con los resultados obtenidos en una investigación que cuenta con datos de más de 20.000 denuncias proporcionadas por los Mossos d’Esquadra. Como adelanto, parte de los resultados obtenidos en esta investigación se presentarán en el XII Congreso Internacional de Psicología Clínica, que tendrá lugar en Santander los días 13-16 de noviembre. Y en el I Congreso Iberoamericano de Política Criminal y Violencias, que se celebrará en San José de Costa Rica los días 18-20 de noviembre (2019).

¿Es necesario educar en e-health ?

 

La e-health es un campo de confluencia entre las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) y la salud que está experimentando un importante auge en los últimos años debido a la progresiva incorporación de la sociedad al mundo de las TIC.

Desde el grupo de investigación de Udima «Perspectiva psicológica en Trastornos del Comportamiento Alimentario y Obesidad», dirigido por el Profesor José I. Baile, se decidió llevar a cabo un estudio acerca de este fenómeno, con el objetivo de averiguar cuáles son las actitudes y los comportamientos de un grupo de universitarios respecto a la e-health. Para ello, se realizó una encuesta sobre el uso de diferentes aspectos de la e-health a 360 estudiantes de grado y posgrado de la UDIMA.

Los principales resultados del estudio, que se publicaron en una de las revistas de la universidad, Tecnología, Ciencia y Educación, fueron los siguientes: los datos muestran un uso importante de internet como fuente de información sobre salud, así como de otras funcionalidades de la e-health. No obstante, los participantes también manifestaron cierto desconocimiento y desconfianza en relación a las posibilidades que este nuevo campo ofrece.

En el siguiente enlace se accede a la página web en la que puede obtenerse el PDF con el artículo completo: educar en e-health.

Desde el grupo de investigación esperamos que el artículo sea de vuestro interés. Estamos a vuestra disposición para resolver todas vuestras dudas y recibir consejos para futuras investigaciones al respecto que profundicen en este análisis preliminar.

 

¿Es la cirugía a edades tempranas la solución para la obesidad infantil?

Presente y futuro de la terapia psicológica de la obesidad.

Según la Organización Mundial de la Salud, la obesidad va a convertirse en la gran pandemia del siglo XXI, entre otros motivos, debido a la elevada prevalencia de la obesidad infantil a nivel mundial en la actualidad (Baile, 2007; Karnik y Kanekar, 2012), indicador de futuras generaciones de adultos obesos, como han constatado numerosas investigaciones (Albañil, Rogero, Sánchez, Olivas, Rabanal y Sanz, 2011).

El interés de la salud mental por esta enfermedad no comienza hasta la segunda mitad del siglo XX, pues la obesidad se concebía como una condición física que no representaba un problema de salud, más bien lo contrario, se consideraba una manifestación de salud, bienestar o riqueza.

En un primer momento, los psicólogos que intervenían en casos de obesidad lo hacían tratando las comorbilidades “psicológicas” asociadas a esta enfermedad, como la baja autoestima, los problemas relacionales, la sintomatología depresiva, la ansiedad, etc. Posteriormente, la consolidación de las terapias conductuales, cognitivas y cognitivo-conductuales a lo largo de las décadas de los años 50 y 60 del siglo veinte permitió que los psicólogos de la salud comenzaran a realizar propuestas de intervención meramente psicológicas para tratar la obesidad. Si se reflexiona sobre este aspecto, todos los psicólogos estaremos de acuerdo en un aspecto, cuando se le pide a un paciente con sobrepeso u obesidad que siga una determinada dieta, se le está sugiriendo un cambio en sus hábitos de alimentación, en otras palabras, la modificación de sus conductas; también estaremos de acuerdo en que la disciplina que tiene entre sus objetivos analizar y modificar conductas es la Psicología, la cual dispone de herramientas claramente validadas para conseguir que un paciente inicie conductas nuevas, modifique la intensidad o frecuencia de otras, o elimine aquellas que se consideran inadecuadas o nocivas para un individuo. Por ese motivo, el psicólogo es un elemento clave en el tratamiento de la obesidad, y en muchos casos, debería incluso ser el central, por lo que debe reivindicar su papel junto a profesionales procedentes de otras especialidades en el tratamiento de casos de sobrepeso y obesidad.

En los años sesenta, Stuart (1967) publicó un estudio sobre la eficacia del tratamiento conductual en pacientes obesos, los cuales consiguieron reducir su peso tras un año de tratamiento. Desde este paradigma se consideraba que la obesidad consistía en un desajuste de hábitos aprendidos, los cuales eran promovidos y mantenidos por las características individuales, así como por las consecuencias que conllevaban. Por tanto, la terapia buscaba reeducar en dichos hábitos. Pronto se detectó que el enfoque dirigido fundamentalmente al control de la alimentación era insuficiente, sobre todo a la hora de mantener los logros obtenidos o trabajar con los individuos “resistentes” a los tratamientos. Por este motivo, este enfoque se enriqueció con elementos procedentes del paradigma cognitivo, desde el cual se apuntaba la necesidad del planteamiento multidisciplinar (Foster, Markis y Bailer, 2005).

En la actualidad, sabemos que el tratamiento de la obesidad desde este enfoque cognitivo-conductual es eficaz (Amigo, 2013), observándose pérdidas de peso cada vez mayores con el paso del tiempo (Wadden, Crerand y Brock, 2005), lo que indica una depuración constante de las técnicas desde que comenzaran en los años 90 los programas estandarizados de intervención (Marcus, 1993). El mayor hándicap de este tipo de terapias es el hecho de que muchos de los pacientes recuperan el peso perdido con el tiempo.

El tratamiento cognitivo-conductual de la obesidad no tiene un protocolo cerrado sino que debe ajustarse siempre a la idiosincrasia del paciente, a sus singularidades. Esta sugerencia de flexibilidad en la elección del tratamiento es compartida por diversos autores, como Wadden y Osei (2002). No obstante, la experiencia acumulada en el tratamiento de la obesidad ha permitido detectar ciertas áreas sobre las que intervenir, así como aquellas técnicas que resultan más eficaces y efectivas, y por ende, recomendables. Las áreas habituales de tratamiento en casos de obesidad se dirigen a los hábitos (de alimentación y de actividad física) y a las variables cognitivas y sociales relacionadas con las conductas alteradas. En cuanto a las técnicas empleadas, éstas son las propias de este paradigma, destacando especialmente los autorregistros, las técnicas de control de contingencias, las técnicas de control estimular, el entrenamiento en resolución de problemas, la ruptura de cadenas conductuales y el entrenamiento en habilidades sociales, las cuales se describen detalladamente en castellano en Gavino (2009) y Labrador (2009).

Parece que el tratamiento es más eficaz si se lleva a cabo semanalmente, con una duración entre 16 y 26 semanas y un planteamiento flexible, adaptado al caso concreto (Wadden y Osei, 2002). Estos autores también consideran que el tratamiento grupal es preferible al individual, siempre que los grupos sean cerrados, sin nuevas incorporaciones durante el trascurso de la terapia.

Como ejemplo paradigmático de una intervención en formato grupal encontramos la propuesta de Vera (1998), de doce sesiones, dirigido a personas con sobrepeso u obesidad sin comorbilidades psicológicas relevantes, que buscan una pérdida de peso menor de veinte kilos. Un ejemplo de propuesta de tratamiento individual es la de Baile y González (2013), quienes sugieren emplear un enfoque multidisciplinar y plantean una terapia de unos 6-7 meses que incluya unas 20 sesiones semanales, así como otras adicionales más espaciadas en la parte final del tratamiento, si bien la pauta temporal debe adaptarse a la idiosincrasia del paciente.

El futuro de la terapia psicológica de la obesidad.

Son varios los retos a los que debe enfrentarse la terapia psicológica de la obesidad: por un lado, lograr cambios en el comportamiento del individuo en un contexto que promueve y facilita conductas obesogénicas; por tanto, la motivación para el cambio y las dificultades de intervención son mayores en relación a otros problemas de salud. También comparte con otros tratamientos la dificultad de mantener los logros obtenidos; de hecho, un número elevado de pacientes que reciben terapia (psicológica o farmacológica) recuperan todo el peso perdido a los pocos años de finalizar el tratamiento (Devlin, Goldfein, Carino y Wolk, 2000)

Esto ha llevado a entender la obesidad como una enfermedad crónica que requiere una intervención de por vida. Dicha perspectiva debe ser integrada por la psicología de la salud para dar una respuesta terapéutica realista.

Para mejorar el mantenimiento de los logros se han propuesto diversas estrategias, como las que recogen Garaulet y Pérez de Heredia (2010): establecer sistemas de alimentación controlados varias veces a la semana, ser cautos en el establecimiento de los objetivos a alcanzar (proponiendo metas realistas), desarrollar programas de mantenimiento específicos (alargando la fase de seguimiento, haciendo uso de Internet, promoviendo mayor actividad física…) y aplicar nuevos enfoques procedentes de la terapia cognitiva, como los de Cooper y Fairburn (2001).

Por otra parte, deben perfilarse los protocolos de intervención, depurando los objetivos principales y las técnicas que poseen mayor aval empírico, así como concretar qué modalidad de intervención (psicológica o combinada) resulta más adecuada para cada paciente en función de su idiosincrasia.

Por último, debido al hecho de que un importante número de individuos con obesidad llevan a cabo episodios de atracón, padeciendo incluso el Trastorno por Atracón (Yanovski, 2003), la intervención deberá incluir elementos terapéuticos de un trastorno del comportamiento alimentario, con las dificultades singulares que ello conlleva. Hasta la fecha no se ha definido claramente un protocolo de intervención en obesidad en casos de trastorno por atracón comórbido, por lo que habrá que trabajar en ello.

En el campo de la prevención la psicología también tiene larga experiencia en el desarrollo de programas de promoción de la salud, por lo que debería ser tenida en cuenta en la elaboración de estrategias preventivas en obesidad, campo en el que ya se han realizado propuestas interesantes al respecto, por ejemplo, en el ámbito de la obesidad infantil (Aguilar, González, García, García, Álvarez, Padilla, González y Ocete, 2011; Vela, García, Goñi, Suinaga, Aguayo, de las Heras, et al., 2009).

Esta reflexión intenta poner de manifiesto que la terapia psicológica de la obesidad tiene ya cierta trayectoria histórica, dispone de estudios sobre su eficacia y ha sido capaz de elaborar programas de intervención, más o menos sistemáticos, tanto en formato grupal como individual. Por ello, se considera que la psicología debe ser tenida en cuenta en el tratamiento de la obesidad, no solo en la intervención de sus comorbilidades. No obstante, aún quedan retos por afrontar, tanto metodológicos, tales como la depuración y concreción de los protocolos de intervención, como teóricos, como la progresiva asunción de la obesidad como una enfermedad crónica y lo que ello implica.

Referencias.

Albañil, M.R., Rogero, M.E., Sánchez, M., Olivas, A., Rabanal, A. y Sanz, M.T. (2011). Riesgo de mantener obesidad desde la infancia hasta el final de la adolescencia. Pediatría Atención Primaria [on line], 13 (50).

Amigo, I. (2013). Intervención psicológica en obesidad. Recensión. Psicothema, 25, 415.

Baile, J.I. (2007). Obesidad infantil, ¿qué hacer desde la familia? Madrid: Editorial Síntesis.

Baile, J.I. y González, M.J. (2013). Tratando la obesidad, técnicas y estrategias terapéuticas. Madrid: Ed. Pirámide.

Cooper, Z. y Fairburn, C.G. (2001) A new cognitive behavioral approach to the treatment of obesity. Behaviour Research and Therapy, 39, 499-511.

Devlin, M. J., Goldfein, J. A., Carino, J. S. y Wolk, S. L. (2000). Open treatment of overweight binge eaters with phentermine and fluoxetine as an adjunct to cognitive- behavioral therapy. International Journal of Eating Disorders, 28, 325-332.

Foster, G.D., Makris, A.P. y Bailer, B. A. (2005). Behavioral treatment of obesity. American Journal of Clinical Nutrition, 82, 230-235.

Gavino, A. (Coor.). (2009). Guía de técnicas de terapia de conducta. Madrid: Ed. Pirámide.

Garaulet, M. y Pérez de Heredia, F. (2010). Behavioural therapy in the treatment of obesity (II): role of the Mediterranean diet. Nutrición Hospitalaria, 25, 9-17.

Karnik, S. y Kanekar, A. (2012). Childhood obesity: a global public health crisis. International Journal of Preventive Medicine, 3, 1-7.

Labrador, F.J. (Cor.). (2009). Técnicas de modificación de conducta. Madrid: Ed. Pirámide.

Marcus, M.D. (1993). Obesidad. En M. Hersen y Last C.G. (Ed.). Manual de casos de terapia de conducta (pp. 149-161). Bilbao: Desclée de Brouwer.

Stuart, R.B. (1967). Behavioral control of overeating. Behavior Research and Therapy, 5, 357-365.

Vera, M.N. (1998). Evaluación y tratamiento de la obesidad. En V. Caballo (Dir.). Manual para el tratamiento cognitivo-conductual de los trastornos psicológicos (vol. 2) (pp. 217-248). Madrid: Siglo XXI.

Wadden, T.A., Crerand, C.E. y Brock, J. (2005). Tratamiento conductual en la obesidad. Clínicas Psiquiátricas de Norteamerica, 28, 151-170.

Wadden, T.A. y Osei, S. (2002). The treatment of obesity: an overview. En T.A. Wadden y A.J. Stunkard, (Eds.). Handbook of Obesity Treatment (pp. 229-248). New York: Guilford Press.

Yanovski, S.Z. (2003). Binge eating disorder and obesity in 2003: could treating an eating disorder have a positive effect on the obesity epidemic? International Journal of Eating Disorders, 34, Suppl, 117-20.

¿Es la cirugía a edades tempranas la solución para la obesidad infantil?

¿Es la cirugía a edades tempranas la solución para la obesidad infantil?

¿Es la cirugía a edades tempranas la solución para la obesidad infantil?

Con motivo del Día Mundial contra la Obesidad, que se celebró el día 12 de noviembre, la Sociedad Española de Cirugía de la Obesidad y de las enfermedades metabólicas (SECO) dio a conocer los resultados de un estudio que ponen de manifiesto el alarmante aumento de los índices de obesidad infantil en España en los últimos 25 años y analiza los posibles tratamientos disponibles. En concreto, reveló que según los últimos datos disponibles (Encuesta Nacional de Salud 2011-2012) el 23 % de los niños de entre 6 y 10 años padecía sobrepeso, el 18,4 % en la franja de los 11 a los 15 años y el 16,4 % entre los 16 y 17.

Estos datos están en consonancia con el estudio Aladino (2013), que reflejó que el 18’3% de los niños de 6 a 9 años presenta obesidad y el 26’2% sobrepeso. También son coherentes con los datos proporcionados por la OMS, que afirma que el número de lactantes y niños pequeños (de 0 a 5 años) que padecen sobrepeso u obesidad a nivel mundial aumentó de 32 millones en 1990 a 42 millones en 2013. Desde esta organización se considera que de mantenerse las tendencias actuales, el número de pequeños con sobrepeso aumentará a 70 millones para 2025; asimismo, los lactantes y los niños pequeños obesos mantendrán esta condición durante la infancia, la adolescencia y la edad adulta si no se lleva a cabo intervención alguna al respecto.

La consecuencia más importante de la obesidad infantil es la mayor probabilidad de desarrollar una serie de problemas de salud en la edad adulta, como cardiopatías, la aparición temprana del Síndrome Metabólico, que a su vez puede llevar a padecer resistencia a la insulina (signo de diabetes inminente) o trastornos osteomusculares, así como algunos tipos de cáncer, entre otros; y en términos generales, una menor calidad y expectativa de vida. A su vez, puede conllevar problemas de índole psicológica, resultado de dificultades a nivel relacional, discriminación social, problemas de autoestima, etc.

Entre los factores que explican el problema y contribuyen a agravarlo, destacan los siguientes: a) la elección de alimentos hipercalóricos con altos contenidos de grasa, azúcar y sal, la falta de información acerca de la nutrición, así como la limitada disponibilidad y asequibilidad de los alimentos sanos; b) las creencias arraigadas en algunas sociedades, como aquella generalizada de que un bebé gordo es un bebé sano, que puede llevar a la sobrealimentación de los hijos; y c) la disminución de la actividad física (y aumento de actividades sedentarias) debido a las nuevas propuestas urbanísticas y los contextos cada vez más digitalizados o tecnológicos, en los que no tiene cabida el ocio «saludable».

Teniendo en cuenta los datos previamente apuntados, desde la SECO se propone que «si la cirugía es el mejor tratamiento posible porque el caso lo requiere, ésta no se debe descartar por cuestiones de edad». A pesar de que el estudio determina que, antes de esta intervención, es obligatoria una evaluación psiquiátrica o psicológica del paciente, ¿es realmente ésta una buena solución? ¿No podrían los psicólogos, es decir, los expertos en establecer y consolidar hábitos, así como eliminarlos cuando corresponda, revertir la situación?

Desde el grupo de investigación «Perspectiva psicológica en Trastornos del Comportamiento Alimentario y Obesidad» (GI-14/1) de la Universidad a Distancia a Madrid (Udima) consideramos que sí, y que debemos reivindicar el papel de la psicología en el ámbito de la Salud, y en particular, para combatir esta pandemia, cuyas cifras a nivel mundial aumentan año tras año tanto en las potencias desarrolladas como en aquellas en vías de desarrollo, según la OMS.

I International Congress of Clinical and Health Psychology with children and adolescents y V Symposium Nacional de Psicología Clínica y de la Salud con niños y adolescentes

Programa I_CIPCNA

El grupo de investigación AITANA de la Universidad Miguel Hernández organiza con ámbito nacional el Symposium de Psicología Clínica con Niños y Adolescentes desde 2011, un encuentro de investigadores y profesionales del campo de la salud mental infantil para la formación y el intercambio de conocimiento. Este año no será una excepción y organizarán el V Symposium Nacional de Psicología Clínica y de la Salud con niños y adolescentes.

Asimismo, tendrá lugar la primera edición internacional (I International Congress of Clinical and Health Psychology with children and adolescents), la cual pretende reunir a los principales expertos de la psicopatología, evaluación y tratamiento psicológico infantil, aplicado al área clínica y de la salud.

Este año la UMH cuenta con la participación como co-organizadoras de las siguientes universidades, entre las que se encuentra nuestra universidad: Universidad Complutense de Madrid, UNED, Universidad Autónoma de Madrid y Universidad a Distancia de Madrid (Udima).

Uno de los cuatro miembros del Comité organizador local del encuentro es el Vicerrector de Ordenación Académica de la Udima y profesor del grado de psicología, el Dr. D. José Ignacio Baile Ayensa, junto a Marta I. Díaz (UNED), Mª Xesús Froján (UAM) y Cristina Larroy (UCM). En el Comité Científico del evento se encuentra psicólogos de reconocido prestigio en el ámbito de la psicología infantil  procedentes de diferentes países. Destacan, entre otros, Mª Victoria del Barrio de la UNED (Presidenta del Comité), Rafael Ballester (Universidad Jaume I), Carmen Bragado (Universidad Complutense de Madrid), José Antonio Carrobles (Universidad Autónoma de Madrid), Maribel Comeche (UNED), Enrique Echeburúa (Universidad del País Vasco), Aurora Gavino (Universidad de Málaga), Francisco J. Labrador (Universidad Complutense de Madrid), Xavier Méndez (Universidad de Murcia) y Rosa Mª Raich (Universidad Autónoma de Barcelona). Para mi es un placer poder colaborar en el Comité Científico representando a la Udima junto con estas importantes figuras de la Psicología Infanto-Juvenil en España.

Este congreso, que tendrá lugar los días 19, 20 y 21 de noviembre de 2015, tiene la finalidad de ser un foro de actualización y encuentro de los investigadores y clínicos para revisar el estado del área de la psicología clínica infanto-juvenil, dar la máxima difusión a las investigaciones en curso y plantear nuevas líneas de trabajo. En el programa tienen cabida seis conferencias internacionales, treinta simposios temáticos, cinco sesiones aplicadas, dos encuentros con expertos, talleres para profesionales e investigadores y sesiones de presentación de pósters, sobre temáticas de plena actualidad en evaluación, psicopatología e intervención con niños y adolescentes. Por todo ello, la asistencia se hace obligatoria para todos aquellos que trabajen o estén interesados en este ámbito de la psicología.

En el programa que se adjunta se puede encontrar el programa con las conferencias y actividades ya confirmadas. Como se puede observar, la Udima participará con el Symposium «Obesidad infantil: perspectiva psicológica en investigación y prevención», que tendrá lugar el 20 de noviembre a las 11:30, y en el que participarán los siguientes profesores:  José I. Baile Ayensa, María J. González Calderón, María Giovanna Caprara y Ruth Palomo.

¡Nos vemos en noviembre en el Congreso!

Congresos Internacionales en Psicología Aplicada y Psicología de la Educación

En los próximos meses tendrán lugar dos Congresos Internacionales en el ámbito de la Psicología, uno de ellos general, dedicado a la Psicología Aplicada, y otro en el área de la Psicología de Educativa. Ambos podrían ser de interés para futuros psicólogos.

En unos meses tendrá lugar en Bajadoz el VII CONGRESO INTERNACIONAL DE PSICOLOGÍA Y EDUCACIÓN Y el XXI INFAD, en concreto, entre los días 9 y 11 de Abril del 2014. Los organizadores han invitado a algunos de los representantes más conocidos de la Psicología y la Educación actual. Piensan contar, entre otros, con los siguientes ponentes: Prof. Dr. Jerome Bruner, Prof. Dr. Ugur Sak, Prof. Dr. Richard Howell, Prof. Dr. Gamal Abdel Cerda Etchepare, Prof. Dr. Vitaly Rubtsov, Prof. Dr. Fred Genesse, Prof. Dr. Roger Azevedo, Prof. Dra. Sanna Jarvela, Prof. Dr. Georgios Sideridis, Prof. Dra. Rita Jordan, Prof. Dr. Daniel J. Siegel, Prof. Dr. Bronius Aismontas, Prof. Dr. David C. Geary, Prof. Dr. Enrique García Fernández Abascal, Prof. Dra. Judith Wiener, Prof. Dra. Marina Mokhnacheva, Prof. Dr. Nolasc Acarin Tusel y Prof. Dr. Marcel van Aken.

Este congreso puede ser una excelente oportunidad de conocimiento e intercambio de experiencias, ya que cuenta con un rico programa de Conferencias, Ponencias Magistrales invitadas, así como varias líneas temáticas en Psicología y Educación que permitirán la realización de simposios, foros de debate, workshop, presentación de ponencias, etc.

Igualmente, durante el Congreso se organizarán importantes mesas temáticas, como una dedicada a los grandes Psicólogos Españoles recientemente desaparecidos, como el Dr. Secadas o el Dr. Pinillos. Otra mesa temática se dedicará a “Política y Educación”.

Parece interesante, especialmente para aquellos que os decantáis por el área de la Educación.

La página del Congreso, en la que encontraréis en breve el programa definitivo y las directrices para enviar trabajos originales es la siguiente: http://www.viicongresopsicologiayeducacion.com/

Por otro lado, la International Association of Applied Psychology organiza su 28th INTERNATIONAL CONGRESS OF APPLIED PSYCHOLOGY del 8 al 13 de julio de 2014 en París. Son numerosos los investigadores de renombre que acudirán al evento, por lo que sería muy extenso citar a todos, lo que sí podemos es indicar las áreas en las que se llevarán a cabo diferentes simposia, workshop, comunicaciones y póster: Organizational Psychology, Psychological Assessment and Evaluation, Psychology and Societal development, Environmental Psychology, Educational and School Psychology, Clinical and Community Psychology, Division of Applied Geropsychology, Health Psychology, Economic Psychology, Psychology and Law, Political Psychology, Sport Psychology, Traffic Psychology, Applied Cognitive Psychology, Counselling Psychology, Professional Practice y History of Applied Psychology.

Espero que esta información sea de vuestro interés y os animéis a participar o asistir a alguno de los congresos, lo que seguro ampliará vuestros conocimientos y os permitirá establecer contacto con otros profesionales que comparten los mismos intereses de estudio e investigación.