El profesor José Manuel Prieto afirmaba en 2013: “Por primera vez, en la milenaria historia de la cultura escrita, el libro, y con él todos los demás materiales impresos, parece abocado a un anunciado destronamiento, sumido en el difícil reto de competir con otras experiencias de comunicación, no precisamente basadas en el consumo tradicional de lectura. Todo está cambiando a gran velocidad y, en gran medida, dejando de ser como era” (La cultura escrita, 117).

La prensa de hace poco más de un mes daba la razón al estudioso con datos: hablaba del cierre de 912 librerías en España en 2014, del descenso de ventas y del desprestigio de libro no ya solo por la crisis económica sino por la falta de políticas que potencien la lectura. La lectura pausada, meditada y reflexiva, habría que añadir, porque da la sensación de que en los últimos tiempos, más que leerse poco, lo que ocurre es que se lee… diferente. Hoy día la gente lee constantemente; lee en la calle, en el metro, en los bares y restaurantes, en soledad o en compañía; en su teléfono móvil, en su tableta o en su pequeña pantalla; la gente lee, lee, lee… Pero ¿qué lee? Un mensaje, un tuit, una página de internet o un titular; esto es, no más de un cuantos caracteres.

Las nuevas tecnologías son la que están provocando el cambio. ¿Inevitable? Sí. ¿Necesario? También. ¿Definitivo? Espero que no. No parece probable que el libro impreso desaparezca ni que desaparezcan las librerías, pues el soporte en papel sigue superando al e-book, pero la industria ha comprendido que tiene que acondicionarse los nuevos tiempos. Por eso, la mayoría de los locales tienden a reinventarse, ideando nuevas fórmulas, ofreciendo un café, instalando un sofá, interactuando con los lectores, exponiendo los libros con belleza; en suma, creando el ambiente propicio para la búsqueda, la curiosidad, el hallazgo y la lectura pausada y reflexiva, esa de la que la prisas nos privan cada día.

Hace tiempo hablé desde aquí del fin de la salas de cine; ahora del cierre de la librerías. Sí, como afirma Prieto, “todo está cambiando a gran velocidad y, en gran medida, dejando de ser como era”.