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Llevamos años viendo cómo el número de lectores de información impresa disminuye; años en los que desaparecen revistas del mercado; años en los que la inmediatez de la información online se impone; años en lo que el sosiego de la lectura está quedando relegado a un segundo plano. Y en medio de este panorama, nace Ahora, un periódico semanal, “independiente, de política, economía y cultura” y de papel, en formato sábana (si bien no excluye la versión digital). No deja de ser una empresa arriesgada, pero su presidente y fundador, Miguel Ángel Aguilar, ha decidido lanzarse a ella desde hace un par de meses.

Ahora reivindica el llamado slow journalism, esto es, un periodismo de “análisis, explicación y puesta en contexto”, alejado de la “instantaneidad noticiosa” que inunda la información de hoy día. Sale el fin de semana, con lo que no es su intención competir ni “con el ritmo de los diarios ni con la inmediatez de las páginas web”. Por supuesto, no va a dejar de publicar noticias, pero lo hará desde “un enfoque original” y desde la contextualización de los acontecimientos.

Con una apuesta como Ahora, no dejan por menos de venir a la mente los semanarios de noticias del último franquismo y de la transición, aquellos que contribuyeron tanto al cambio en este país, a la incorporación de la democracia y las libertades: Triunfo, Destino, Cuadernos para el Diálogo, Cambio 16, Tribuna, Época. Muchos acabaran desapareciendo por la competencia de la propia prensa, en este caso, de los dominicales o de los suplementos que completaban la información del periódico. Ahora es la prensa diaria la que está en crisis y, por ello, Ahora reivindica otros modos de hacer periodismo: un periodismo reflexivo y tranquilo que trate de hacernos entender una actualidad tan convulsa como la de los últimos tiempos.