Sigue habiendo interesantes exposiciones de contenido histórico en la ciudad de Madrid. Dentro de las actividades que inició la Residencia de Estudiantes para la celebración de su Centenario, se ha inaugurado la exposición «Viajeros por el Conocimiento», una selección de 9 viajeros y descubrimientos científicos que tuvieron lugar en las tres primeras décadas del siglo pasado. La exposición está realmente bien documentada, así que si os apetece leer muchos paneles, ver fotos inolvidables, acompañadas de figurillas y objetos que debieron de ser una auténtica sorpresa para los contemporáneos y de mucha otra documentación, ésta es vuestra exposición.

Como sabéis, la Residencia de Estudiantes se fundó en 1910 por la Junta para la Ampliación de Estudios. El proyecto era fruto del programa reformador de la Institución Libre de Enseñanza que consideraba el deficiente nivel educativo de la sociedad española y la postración del quehacer científico, la causa del atraso español. La modernización de un país exigía la conexión con Europa, la inversión y la promoción de instituciones científicas y educativas. La Residencia entre 1910 y el estallido de la Guerra Civil que abortó en 1936 todos sus planes, consiguió ser un centro dinamizador y difusor de la cultura y la ciencia. Entre 1924 y 1936 invitó a dar conferencias a los científicos, descubridores y viajeros más punteros y renovadores de su tiempo.  Conseguía, así, algo por lo que todavía luchamos a duras penas en este país: una conexión rápida y directa entre descubrimientos y divulgación. También, sin duda, construía, inventaba la epopeya, historiaba los héroes de la ciencia contemporánea y sus mitos. En las 9 salas de la exposición no podía faltar el británico Howard Carter, ese gran prestidigitador de los medios que supo hacer llegar a todos la hazaña de la apertura de la tumba de Tutankhamon. Pero hay muchos otros más o menos conocidos como Hugo Obermaier, el alemán que descubrió las cuevas de Altamira, Joseph Hackin, el francés que se topó con los budas gigantes de Bamiyan, Leo Frobenius, el fotógrafo de África o Paul Pellot quien descubrió los manuscritos de las Cuevas de los Mil Budas de Dunhuang. Tiene su rinconcito, el capitán Francisco Iglesias Brage con su expedición al Amazonas… que no pudo realizarse al final (problemas patrios).


El elenco de figuras muestra muchas cosas a cual más interesante. Estas expediciones delatan las actividades de los países que acababan de liquidar sus imperios coloniales en la Primera Guerra Mundial: el elenco de elegidos no podían ser sino ingleses, alemanes y franceses; las expediciones se patrocinaban y promovían por los estados, pero no sólo. Las fundaciones privadas, museos y universidades estaban activas en ellas y ya veían el futuro de estas actividades investigadoras. Sus protagonistas son sobre todo arqueólogos, antropólogos, conservadores de museos y miembros del ejército. Los medios de comunicación de masas comenzaban a hacer aquello que ahora ejercen de continuo: crear mitos y reproducir estereotipos sencillos. Las anécdotas que se aprenden en la exposición son muy ilustrativas al referir que Carter tuvo que hacer su conferencia en un cine, que Bruce asistió a una inauguración de una película sobre el Everest, etc…

Bonita la idea para el presente, pero un poco optimista nos parece la apreciación que hace la comisaria de la exposición de que toda esta actividad de principio de siglo, que continuaba la fiebre por las travesías y la carrera por llegar a sitios recónditos que se había experimentado a finales del siglo XIX, representaba el gran interés y conocimiento por otros pueblos y regiones, el respeto de sus costumbres, el interés por sus saberes y el fomento de la tolerancia. Mejor que cualquier argumento en contra, nos parece la foto de Carter en la puerta de la Cámara sepulcral perfectamente enfocado e iluminado, mientras en primer plano un trabajador egipcio se desenfoca o las humildes huellas digitales de anónimos sherpas para demostrar sus jornadas de trabajo en la expedición al Everet de Charles Bruce.

Ya sabéis que la Residencia está situada en Pinar 23, un lugar bucólico y nostálgico en medio de Madrid que bien merece la visita. No hay que correr ni aglomerarse. Estará abierta hasta el 24 de abril, de 11’00-20’00 hrs. cada día y los domingos de 11-15’00hrs. La entrada es gratis. Para los más precavidos podéis navegar por la excelente web de la exposición antes de ir: www.residencia.csic.es/viajeros/presentación/index.html