Amig@s, hay una exposición en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid, que merece la pena visitar. Se trata de una exposición comisariada por  el fotógrafo, artista  crítico Jorge Ribalta sobre fotografía social europea de los años veinte y treinta. Con el título: “Una luz dura, sin compasión. El movimiento de la fotografía obrera, 1926-1939” estará abierta al público hasta el 22 de agosto. La exposición está organizada en salas dispuestas de manera cronológica y por países y conlleva un programa intensivo de presentación de documentales y películas relacionadas con el tema. Fascinantes décadas en las que se dio el origen de la fotografía moderna, el nacimiento del cine sonoro, de la prensa ilustrada y de los medios de masas. El origen del movimiento se remonta a la iniciativa de la revista alemana Arbeiter Illustrierte Zeitung (AIZ), respondiendo al espíritu de la III Internacional Comunista de 1921, para construir una alianza entre fotógrafos y movimiento revolucionario obrero.

Los objetivos del llamamiento perseguían la descripción de la miseria de la clase obrera y los campesinos en el capitalismo frente a la épica realidad de los trabajadores en el mundo soviético. La exposición se inicia con los contactos entre el fotoperiodismo alemán y soviético entre 1926 y 1932. Se pueden ver los trabajos de autores de la talla de Semion Fridliand, Max Alpert o Arkady Shaikhet en Rusia y de Eugen Heilig, Ernst Thormann o Erich Hennig en Alemania. Se muestran las primeras páginas de las revistas, carteles de época, fragmentos de documentales, etc… Podréis encontrar trozos del «Reportaje sobre la familia Filipov», una familia obrera en Moscú que representaba el programa de orden socialy bienestar en Rusia, y la réplica que hicieron los alemanes con «Los Filipov alemanes», un retrato dela familia de un albañil berlinés de 1931, que expresaba toda la ideología anticapitalista mostrando la miseria, la fealdad y la explotación del trabajador. Esta fotografía social, política, profundamente comprometida con su tiempo, con los más desfavorecidos, tiene una gran actualidad en el contexto de la crisis actual.  Son fascinantes la estética y poética de una fotografía que en la efervescencia de las ideas y el debate ideológico radical que se estableció en la República de Weimar estaban definiendo un concepto y una estética nuevas. Un concepto porque estaban planteando la relación entre arte y política, la función social del periodismo y de la fotografía y el compromiso del arte. Estética porque con una mirada realista y tenebrista estaban reconociendo a un sujeto colectivo, anónimo, los obreros, los campesinos, los pobres, los marginados, las minorías. El proletariado de entonces, se ha difuminado hoy cuando no podemos reconocer al sujeto político de las luchas actuales.

Con el ascenso de Hitler al poder, la mayoría de estos fotógrafos fueron detenidos y asesinados. Aquellos que pudieron huir se refugiaron en otros países y colaboraron en profundizar un movimiento que se expandía ya por Holanda, Suiza, Estados Unidos, Francia, y Gran Beretaña y poco más tarde por Austria, Checoslovaquia y Méjico. Hay salas dedicadas a todos estos grupos de fotógrafos. Las dos últimas salas recogen el cambio de la VII Internacional Comunista de 1935 que abogó por la creación de Frentes Populares contra el ascenso del fascismo en vez de por la confrontación de clases. Primero está la sala de Francia en 1936 y acaba con la actividad de los fotógrafos de todo el mundo en la guerra civil española. Nuestra historia pasada, nuestra memoria, contada, una vez más, por extranjeros. A España, donde el comunismo no era la primera fuerza de articulación de la disidencia política, sino el anarquismo, no había este tipo de grupos articulados de fotógrafos. Walter Reuter trabajó para diversas publicaciones, Ivens y Fernhout rodaron «Tierra de España» en 1937, Heartfield publicó regularmente fotomontajes sobre la guerra en AIZ; Paul Strand y Leo Hurwitz hicieron «Heart of Spain» en 1938, Capa, Taro fotografiaron los frentes o la vida cotidiana como una representación de la aniquilación de los trabajadores.