Hasta el 31 de julio tenéis tiempo de asistir a una de las citas culturales más importantes de este año en Madrid: la exposición El joven Ribera en el Museo del Prado. Quizá, a nuestros estudiantes, una vez superados los exámenes de julio, les quedará tiempo para acercarse al Prado y visitar la exposición, antes de las vacaciones de verano. ¡Os lo recomiendo, de verdad!
Esta exposición, comisariada por José Milicia y Javier Portús, presta especial atención a los años de formación de Ribera (1591-1652) en Roma, antes de establecerse definitivamente en Nápoles, en 1616, donde trabajaría a la sombra de los virreyes españoles, produciendo para ellos sus obras más geniales, que vemos en la última sala de la exposición. El recorrido se inicia en la etapa romana, aún llena de sombras para los historiadores, pues la documentación encontrada no ha permitido aún atribuir un corpus importante de obras al maestro de Játiva. La exposición es atrevida en este sentido, pues nos ofrece una mirada nueva sobre los años romanos en los que Ribera se empapó de la influencia de Caravaggio y vivió la ebullición artística de la Roma papal de principios del siglo XVII, en la que Caravaggio y Carracci daban la espalda a la artificiosidad del arte manierista, para satisfacer los nuevos anhelos del arte contrarreformista.