La educación española del siglo XX ha experimentado notables cambios. Durante las primeras décadas del siglo XX tres rasgos presidieron la escena educativa española: ejercicio memorístico, presencia del clero en tareas docentes y autoridad incontestable del maestro. Hasta la República de 1931 no se atisbaron los primeros intentos por lograr una educación más reflexiva y secular. Pero la Guerra Civil cercenó los vientos de cambio impulsados por la república y la victoria de los sublevados en 1939 dio inicio a un período de cuatro décadas de educación nacional-catolicista en las que el laicismo y la coeducación quedaron en un vago recuerdo. Durante el franquismo se estiló una educación que promovía el perfil de alumno sumiso; y a la mujer (especialmente en las primeras décadas de la dictadura) se le tenía reservada una función reproductiva y ligada a la esfera doméstica. La “Ley General de Educación” (1970) fue un punto de inflexión que representaba un cierto aperturismo frente al rigorismo pedagógico de los años 1940′, 1950′ y 1960′. Y las décadas siguientes permanecieron prácticamente inalteradas hasta las leyes que, desde 1990, han marcado el rumbo de la educación española de los últimos 25 años: LOGSE (1990), LOCE (2002) y LOMCE o “Ley Wert” (2013).

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