Hoy en día, el discurso de la logística presenta una importancia significativa, posicionándose como un área específica para su tratamiento. Durante las últimas décadas su planteamiento ha ido evolucionando constantemente, desde el concepto de distribución como variable básica del marketing mix o del sistema de comercialización de la empresa, expuesto en la Unidad didáctica 6, hasta convertirse en una herramienta clave en la economía actual, según el enfoque global de los mercados.

Atendiendo a su origen y desarrollo, la logística comenzó meramente alineada con la consecución del producto concreto, en el sitio justo, en el tiempo oportuno y al menor coste posible. En la actualidad este conjunto de actividades han sido redefinidas y hoy en día son todo un proceso, en ocasiones, de alta complejidad.

Su evolución desde mediados de los años cincuenta se ha caracterizado por una primera etapa de conceptualización, con un énfasis en el análisis de costes de estas operaciones y la comprensión del grado de interrelación con otras tareas que suponía su despliegue. Ya en los años sesenta el foco se situó en los mecanismos de medición que buscaban el perfeccionamiento de los sistemas y, por tanto, su optimización. En los setenta la irrupción de las crisis impulsó decididamente esta labor logística, dada la consideración de los modelos de la gestión de riesgos de aprovisionamiento y distribución (analizados en las Unidades didácticas 5 y 6 anteriores), todo ello aderezado por el respaldo de los sistemas de computación. En los ochenta impacta de lleno el desarrollo tecnológico, incrementando en los perfiles del sistema de distribución clásico la gestión telemática, el control de lotes (códigos de barras), etc.; impulsando un avance sin precedentes en esta área. En los años noventa el enfoque vira de dentro hacia afuera, considerando importantes esquemas de segmentación, de expectativas de los clientes, de canales virtuales con mayores funcionalidades, etc.

En esta misma línea, se puede generar un análisis de las diferentes fases por las que evoluciona la logística dentro de las organizaciones, a saber:

  • Fase inicial, donde la logística es considerada a partir de la variable comercial conocida por distribución, como una función subsidiaria, dado que existen otras grandes áreas funcionales, y se busca la consecución de costes bajos en la producción que faciliten la captación de mercado. En este sentido, la imputación de los costes de la logística no es casi nunca medible, ni prioritaria.
  • Fase de integración, en la que surgen requerimientos de coordinación entre las diferentes áreas de actividad del sistema técnico, tratando de optimizar la vertiente de los costes totales, de tal forma que la sincronización aparece como un valor en los procesos de creación de estructuras rentables. Este enfoque posiciona la logística como una unidad propia de coste-beneficio, que en algunas organizaciones, incluso ostenta una figura jurídica independiente.
  • Fase de sistema, donde surge con fuerza el concepto de cadena de suministro como proceso medular de la moderna distribución, estableciendo un mecanismo ágil de ajuste ante el comportamiento de la demanda, facilitando una mejor gestión de funciones, recursos, responsabilidades, etc.
  • Fase de extensión, en la que se imbrica la visión externa de la organización, encadenando los sistemas de otros agentes (proveedores y clientes), sobre todo con niveles sincronizados de conexión en tiempo real que permiten la consecución de sinergias derivadas del establecimiento de planes comunes de actuación en todo el proceso o cadena logística.

En este argumento general, es evidente pensar que la importancia de la logística viene dada por la necesidad de mejorar el servicio a un cliente, su atención y satisfacción, profundizando en el desarrollo de las fases de análisis del mercado y distribución bajo un perfil de dimensionamiento de los costes. Así, entre otras actividades la dirección logística en una empresa se puede caracterizar por las siguientes líneas de trabajo o responsabilidad, a saber:

  • El desarrollo de capacidad en líneas de producción.
  • La alta eficiencia en la producción.
  • La política de reducción de stocks o inventarios.
  • El desarrollo de sistemas de información que permita una gestión exhaustiva.

Todo ello en aras de obtener beneficios tales como:

  • La mejora o incremento de la competitividad y rentabilidad.
  • La optimización de la labor directiva y técnica en el contexto global.
  • La adecuada integración y coordinación óptima de todos los factores que influyen en la decisión de compra, a saber, calidad, precio, empaquetado, mantenimiento, etc.

De esta forma, se puede ampliar la visión de la labor directiva sobre la logística para su consideración como elemento clave para los mecanismos de planificación de las actividades internas y externas de la empresa.